día del comercio justo

Del chocolate de Costa de Marfil a las cestas de yute de la India en una lonja en Zaragoza

La lluvia ha obligado a cancelar dos horas antes del final la muestra de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) que ha reunido este sábado en el Parque Grande un mercado con productos de todo el mundo.

Los productos de comercio justo se han acercado a los consumidores este sábado en Zaragoza tras el parón de la pandemia de covid-19, aunque las tormentas previstas esta tarde han obligado a adelantar el cierre dos horas, en una cita que ha sido muy calurosa por la mañana. La Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) ha organizado la Lonja de Comercio Justo en el día mundial que trata de dar a conocer estos productos elaborados y distribuidos de forma sostenible y cuyos beneficios redundan en colectivos que necesitan apoyo social.  Una decena de puestos se han instalado alrededor del kiosko de la música del Parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza, además de celebrarse talleres y actuaciones infantiles, la última hacia las 18.00 cuando ha comenzado a llover.

En esta ocasión, las mujeres y la igualdad de género han sido las protagonistas. Con el lema 'Por la igualdad. Somos Comercio Justo'. "El objetivo es darle valor al comercio justo y que se conozca porque no se sabe qué es", ha asegurado a última hora de la mañana Marimar Jaso, representante de la Fundación Vicente Ferrer en Aragón, cuando todavía el sol hacía que los visitantes buscaran la sombra. En su stand se han podido ver desde colgantes de tela a portavelas de cerámica, cajas pintadas a mano, fulares y bolsas elaboradas por mujeres de uno de sus proyectos en La India. "Son mujeres discapacitadas, muchas víctimas de la poliomielitis, que no pueden caminar, condenadas a no ser nada", ha explicado sobre las artesanas, que trabajan desde 2001 y cuentan con su propia cooperativa.

La oenegé ha organizado por la mañana un taller infantil para pintar piedras en el Juan Pablo García, vecino de la zona y consumidor de productos de comercio justo, ha acudido con su hija Zoe de 5 años, que pintaba un "gato sol", según explicaba la pequeña. "Creo que hay poca publicidad de estos actos, para que venga más gente y muchos aún no asimilan exactamente lo que es el comercio justo, piensan solo en rastrillos", ha dicho Juan Pablo.

Detrás de los productos hay también proyectos sociales en Zaragoza como el de Dacapo. Con la venta de productos de comercio justo apoyan sus actividades para mujeres en situación de exclusión desde su local situado en el barrio Delicias. "Es un lugar de encuentro, organizamos talleres de búsqueda de empleo o pueden venir a conectarse a internet", ha puesto como ejemplos Marisol Aviño, coordinadora del centro que lleva tres años trabajando en situaciones desde soledad con personas mayores a integración con migrantes.

Entre las organizaciones ha habido alguna como la Fundación Isabel Martín que a raíz de las restricciones de la pandemia comenzaron a trabajar con proyectos locales. Además de sus iniciativas de cooperación en La India, Etiopía, Costa de Marfil o Venezuela, han puesto en marcha  los programas 'Entre mayores' y 'Entre mujeres' para dar apoyo a estos dos colectivos tras la crisis sanitaria en Zaragoza.

Dos años de parón por la pandemia

Susana Ortega, de Mercado Social de Aragón.
Susana Ortega, de Mercado Social de Aragón.
Heraldo.es

Entre los productos se han mostrado también algunos hechos en Aragón. "Después de dos años de pandemia volver a encontrarnos con la ciudadanía es una suerte", ha reconocido Susana Ortega, desde Mercado Social de Aragón, formada por 55 empresas de economía social que trabajan desde el sector financiero a las energías renovables o la alimentación siempre bajo unos criterios éticos, ecológicos y solidarios. "Todavía falta concienciación", ha lamentado, aunque ha asegurado que "cada vez se demanda más otro tipo de consumo, de empresas que producen y comercializan con otros valores". Entre la lista de productos habían llevado desde refrescos como Frixen Cola y cervezas artesanas Borda a pasta y arroz del Delta del Ebro de cultivos sostenibles.

La pandemia perjudicó durante el confinamiento porque se tuvieron que cerrar comercios o la recogida de ropa usada de ARopa2 de los contenedores naranjas repartidos por la ciudad, que después de seleccionarse e higienizarse se destinan una parte a donaciones y otra a la venta de segunda mano para reinvertir en la cooperativa que emplea a seis mujeres en riesgo de exclusión. Tras las restricciones, las donaciones de prendas se retomaron, pero "no hay una conciencia de consumo de segunda mano", ha confesado Marta Esteban, responsable de Tiebel, la cooperativa social de la que nace ARopa2. "La gente joven tiene la mente más abierta en pensar en el consumo responsable. Cuando lo conoces y lo piensas te das cuenta de que puedes comprar productos sin generar más ropa", ha explicado.

Marta Esteban, de la cooperativa Tiebel y ARopa2.
Marta Esteban, de la cooperativa Tiebel y ARopa2.
Heraldo.es

Entre los compradores, lo más demandado han sido los productos de alimentación como el chocolate, de países como Costa de Marfil, Ecuador, Madagascar o Nicaragua y el azúcar moreno. Los que se han acercaban eran buenos conocedores en su mayoría del comercio justo. Entendían que no se extendía más este tipo de compra porque "hay que ir expresamente a buscarlos a alguna tienda y la gente que no tiene tiempo va al supermercado". Además, reconocía que  "son un poco más caros", ha apuntado Teresa Torres. En su caso, era una convencida y había adquirido unas cestas de yute de Cáritas y un pijama de algodón de Intermon Oxfam. Junto a otra compradora aseguraba que en su caso les movía la solidaridad "y la calidad" de los productos. No veían suficiente la oferta de productos que se empieza a hacer en las grandes superficies. "Hay ecológico, pero de comercio justo, no hay mucho", han lamentado.

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