patrimonio

El ojo oculto del puente de Piedra

Aunque parece que sean siete, el zaragozano puente de Piedra posee ocho arcos: uno de ellos lleva casi cuatro siglos enterrado bajo el paseo de Echegaray y Caballero.

Bajo los leones de Paco Rallo se esconde otra arcada cubierta desde el siglo XVIl.
Bajo los leones de Paco Rallo se esconde otra arcada cubierta desde el siglo XVIl.
Oliver Duch

Es algo desconocido para muchos zaragozanos que lo cruzan a diario: el puente de Piedra tiene un arco más de los que asoman sobre el río. «Tampoco es un secreto. Basta con mirar las vistas más clásicas y conocidas de Zaragoza para darse cuenta de que entonces había un arco más, que es el que hoy está enterrado bajo el paseo de Echegaray y Caballero», explica Ramón Betrán, jefe del Servicio de Planeamiento Urbanístico del Ayuntamiento de Zaragoza

Las estampas a las que se refiere son dos: el dibujo panorámico de Anton van der Wyngaerde de 1563 y el óleo de Juan Bautista del Mazo, que hoy se conserva en el Prado y fue encargo del rey Felipe IV. En este último se aprecia cómo en 1643 una gran riada derribó las arcadas centrales del puente y, según cuentan los historiadores, su paso permaneció impracticable hasta 1659 cuando el puente fue reconstruido por el maestro de obras del Rosellón francés, Felipe de Busiñac. En aquella obra se cuentan, efectivamente, hasta ocho arcadas en el puente de Piedra, que en su margen derecha entra más a fondo hasta la zona en la que hoy hallaríamos la escultura del caballito de la trasera de la Lonja, justamente en lo que fue el ‘cardo máximo’ de la ciudad romana.

Esta última arcada, que hoy solo puede visitarse parcialmente cuando se recorre una cloaca romana que transcurre junto a su estribo, debió de cubrirse a finales del siglo XVII con la evolución urbanística de las riberas y –acaso– motivada por la necesidad de hacer un muro de contención que evitara los destrozos de las continuas riadas. No fue hasta 1973 cuando volvieron a aparecer vestigios de este ojo olvidado, que es más estrecho y pequeño que sus otros siete hermanos, dado que su luz se calcula que sería de apenas 15 metros y su longitud de unos veinte. A comienzos de la década de 1970 se llevaron a cabo actuaciones en la zona, consecuencia de la ‘operación cuarteles’, que permitió liberar la plaza de las Tenerías de una instalación militar (el 5º Grupo de Automóviles) para prolongar el paseo de Echegaray hacia Las Fuentes. También en 2007 hubo oportunidad de estudiar mejor el lecho del río, "cuando se hacían obras previas a la Expo para lograr un canal de navegación para los barcos", recuerda Betrán. Entonces se hormigonó todo el espacio entre las dos pilas más cercanas al Pilar y muchos recordaron que aún quedaba otra bajo tierra.

La vista de Zaragoza de Juan Bautista del Mazo de 1647.
La vista de Zaragoza de Juan Bautista del Mazo de 1647.
Heraldo

El Ayuntamiento de Zaragoza, en la actualidad, ultima un proyecto para dar a conocer y divulgar el patrimonio de la ciudad oculto bajo el subsuelo y que en muchas ocasiones es imposible de visitar. Este, no obstante, es de suponer que se centrará en las cloacas romanas porque para poder apreciar la octava arcada del puente habría que levantar parte del paseo y habilitar una suerte de cueva por lo que sería peor el remedio que la enfermedad. Además, según los expertos, el atractivo de estas piedras sepultadas quizá fuera un tanto decepcionante... Sea como fuere, lo cierto es que el puente de Piedra ha sido testigo de inundaciones, de guerras, de algunos enigmas (se dice que su piedra se extrajo del pozo de San Lázaro) y, 600 años después, aún conserva mucho misterios, a pesar de la competencia de otros 110 viaductos y pasarelas que hoy cruzan los ríos de Zaragoza.

Medieval y muy irregular

El puente de Piedra mide 225 metros de largo, aunque si se le añade la octava arcada oculta bajo el paseo de Echegaray alcanza los 245 metros. Es el puente más antiguo que se conserva sobre el Ebro y se sitúa donde también había un paso en época romana. En 1401 se iniciaron sus obras, dirigidas por Gil de Menestral, que concluyeron en 1440. Está hecho con piedra de Fréscano y Grisén y su estructura es muy irregular: la anchura o luz de sus arcos oscila entre los 25 metros de la tercera y los apenas 15 de la primera, la que sigue oculta.

La noticia del hallazgo en el HERALDO del 30 de marzo de 1973.
La noticia del hallazgo en el HERALDO del 30 de marzo de 1973.
Heraldo

El hallazgo

El 30 de marzo de 1973 HERALDO informaba de que había aparecido la octava arcada del puente de Piedra durante unas excavaciones en la parte trasera de la Lonja. Los obreros que preveían instalar un colector bajo el paseo de Echegaray y Caballero se toparon con los vestigios. El periodista Alfonso Zapater recogía de urgencia las primeras impresiones de los profesores Guillermo Fatás y Manuel Martín Bueno, que acudieron a examinar los sillares.

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