"Yo compraré otra pizarra, pero él comprar otro cerebro... ¡difícil!"

La propietaria de un salón de belleza de Zaragoza ha dejado en evidencia el comportamiento de un vándalo que le pegó una patada a la pizarra a la puerta de su negocio.

Silvia Lozano, copropietaria del salón de belleza Rufas, con la pizarra pateada.
Silvia Lozano, copropietaria del salón de belleza Rufas, con la pizarra pateada.
José Miguel Marco

El chaval, de unos 17 o 18 años, llegaba visiblemente cabreado. Tanto, que arremetió contra lo primero que pilló a pie: la pizarra situada a la puerta de un salón de belleza de la céntrica calle Rufas de Zaragoza. La patada atravesó el cartel, que fue arrastrando varios metros mientras algunos viandantes le reprochaban su actitud.  

Ocurrió la semana pasada a las puertas de la peluquería Rufas que codirige Silvia Lozano, quien  pensó que hasta que comprara otra pizarra,  lo ocurrido podía servir de reflexión a los peatones que pasaran ante el local. 

Así que decidió poner blanco sobre negro la sensación que le quedó tras el incidente: "Esto es lo que hace un.... (deja unos puntos suspensivos para que cada uno ponga el calificativo que mejor crea que lo define) con el pie cuando pasea aburrido por la calle Rufas". Dos flechas señalan el agujero que hizo la patada del violento. "Yo compraré otra pizarra, pero él otro cerebro... ¡difícil!". Y volvió a colocar este viernes la pizarra rota con el citado mensaje a la puerta de su establecimiento. 

Pizarra rota de una patada en la calle Rufas.
Pizarra rota de una patada en la calle Rufas.
José Miguel Marco

Algunos clientes y vecinos le han preguntado por lo ocurrido al ver el cartel. "No tiene más importancia, en realidad me da pena el chaval, porque si con 17 años ya va así por la vida...".   

Silvia dice que se le ocurrió plasmar esta reflexión en la pizarra al recordar cómo consolaba a su hijo cuando, de pequeño, llegaba del colegio diciendo que le llamaban gafotas: "Yo le decía: no te preocupes, que tú te podrás quitar las gafas y llevar lentillas, pero lo suyo no tiene arreglo, lo tienen para toda la vida". 

Y hablando de civismo, la "misión" de la pizarra no es solo exponer las promociones, ofertas y servicios del salón de belleza, sino que también es una forma de obstaculizar el paso para que sus clientes miren al salir a la calle. Porque, aunque se trata de una vía peatonal, precisamente por eso los vehículos que acceden cruzan a toda velocidad para evitar la multa, con el correspondiente riesgo para los viandantes.  Así que la pizarra rota seguirá ahí hasta que la reponga... o tal vez la deje como un símbolo para remover conciencias. 

 

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