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Ni un vídeo ni el testimonio en contra de su propia hermana sirven para condenar a un joven por violación en Zaragoza

Todo parecía en contra del acusado, para el que la Fiscalía pedía ocho años de cárcel por abusar sexualmente de la novia de su hermana, pero la Audiencia de Zaragoza ha optado por la absolución.

El acusado, durante el juicio celebrado el 11 de enero de 2022 en la Audiencia de Zaragoza.
El acusado, durante el juicio celebrado el 11 de enero de 2022 en la Audiencia de Zaragoza.
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Todo parecía en contra de David D. I., para el que la Fiscalía y la acusación particular solicitaron hace unos días una condena de ocho años de cárcel y 25.000 euros de indemnización por la violación de la novia de su hermana en Zaragoza. La denunciante reconoció en el juicio que el exceso de alcohol le impedía recordar con precisión lo sucedido, pero acusó a su ‘cuñado’ de haberse aprovechado de su borrachera para abusar sexualmente de ella en un aparcamiento. La hermana del procesado testificó también a favor de su pareja, lo que sumado a las grabaciones obtenidas por una cámara de seguridad apuntaban a una posible condena. Sin embargo, tal y como pedía la defensa, a cargo de José Antonio Correas, la Audiencia Provincial acaba de absolver al sospechoso, ya que alberga «dudas razonables» sobre lo realmente ocurrido.

Los hechos que llevaron al banquillo a David D. I., que tenía 34 años cuando lo denunciaron, se remontan a la madrugada del 8 de septiembre de 2019. El acusado y la víctima no se conocían, pero coincidieron aquella noche en el parque de Las Delicias, donde se había instalado una gran carpa con motivo de las fiestas del barrio. No estuvieron solos, sino acompañados de la hermana del investigado y los amigos de este. Todos bebieron, pero fue a la denunciante a quien peor sentó el alcohol. El tribunal llega a decir en su sentencia que se encontraba en un «estado lamentable», ya que ni siquiera se tenía en pie y se quedó dormida en un banco.

La tremenda borrachera hizo que la joven perdiera también la mochila en la que llevaba las llaves de casa. En estas circunstancias, pasadas las 3.30, el acusado propuso llevar a la chica a su domicilio para que descansara. Y como vive bastante cerca, su hermana vio con buenos ojos la idea.

Los hermanos tumbaron a la joven en un sofá del salón, donde permaneció acompañada de su pareja hasta las 6.00, cuando esta última tuvo que marcharse a trabajar. Según la presunta víctima, fue entonces cuando el encausado la despertó y la bajó al aparcamiento donde tenía su coche para abusar de ella. La chica declaró que estaba medio dormida, y aunque era consciente de lo que ocurría el alcohol le impedía reaccionar.

«Esto me pasa por tonto, por llevar a una persona desconocida y en ese estado a mi casa», declaró el acusado en el juicio. David D. I. negó haber puesto una mano encima a la joven.Es más, aseguró que él ni siquiera se quedó en casa después de llevar a la denunciante, sino que se marchó con un amigo para seguir de fiesta.

El vídeo no aclara nada

La Sección Primera de la Audiencia Provincial recuerda que en delitos de esta naturaleza, el testimonio de la denunciante puede ser suficiente para enervar la presunción de inocencia y dictar una sentencia condenatoria. Pero para ello han de darse unos requisitos que en este caso no se cumplen, dadas las «dificultades de la víctima para recordar lo ocurrido y la falta de concreción sobre los hechos más relevantes».

No ignora el tribunal que en el portal del edificio donde reside el acusado hay una cámara de seguridad y que si bien él dijo no identificarse en las imágenes, sí lo hicieron su hermana y su pareja. «Ello podría llevarnos a la convicción de que el procesado es el hombre que aparece en los fotogramas, aunque él no lo admita», dicen los magistrados. Para añadir después que de poco serviría esto, dado que nada aporta el vídeo sobre la supuesta violación en el aparcamiento.

El hecho de que la chica denunciara 23 días después, unido a la falta de testigos, así como de pruebas analíticas –la denunciante se duchó el mismo día y lavó las ropas que portaba– ha contribuido también a alimentar las dudas de los jueces, que reconocen no poder llegar a una convicción plena sobre lo sucedido.

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