tribunales

Juzgan por blanquear 25 euros a un dominicano que hizo de ‘mula’ de unos extorsionadores

Se prestó a recibir en su cuenta un 5% de unas presuntas apuestas ‘online’ y resultó ser dinero derivado de chantajes.

Abel G. H., durante el juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial. Francisco Jiménez
Abel G. H., durante el juicio celebrado este jueves en la Audiencia Provincial. Francisco Jiménez
FRANCISCO JIMENEZ PHOTOGRAPHY

"Les pido perdón y me pongo de rodillas. Me arrepiento y me arrepentiré toda mi vida y me comprometo a devolver hasta el último euro que haga falta". Abel G. H. hizo este jueves tal demostración de contrición en el juicio que se celebró contra él por blanqueo de capitales que hasta el presidente de la Sala le pidió que se levantase porque el tribunal no era un "confesionario". Aunque, en realidad, muchos acusados hablan más delante de tres magistrados que en cualquier otra parte.

Abel G. H. se enfrenta a una posible condena de dos años de cárcel por un delito de blanqueo de capitales cuya suma asciende a 25 euros. Cantidad que equivale al 5% de los 500 euros que una persona, que estaba siendo amenazada vía Whatsapp, ingresó en su cuenta para quitarse a los chantajistas de encima.

La cuestión es que el acusado creía, tal y como explicó, que el dinero procedía de un negocio de apuestas ‘online’ que había puesto en marcha un compatriota suyo en la República Dominicana. "Lo conozco desde niño y me localizó por Facebook. Me pidió si podía hacerle el favor de abrir una cuenta en España para recibir las ganancias que le reportara. A cambio, me ofreció quedarme con un 5%", declaró. "Yo no le vi mayor problema al asunto y, tras asesorarme, acepté", añadió. "Pues no se asesoró usted muy bien porque si no, no estaríamos aquí", apostilló la fiscal del caso.

Durante un tiempo, Abel G. H., envió semanalmente el dinero que ingresaban en la cuenta personas a las que él no conocía y con las que no tenía contacto alguno y él "lamentablemente", dijo, se quedaba ese porcentaje. Hasta que empezaron a llover denuncias de perjudicados de distintos puntos de España (Barcelona, Tenerife, Valencia, entre otros) y acabó denunciado y, ahora, juzgado. Porque las cantidades no procedían del presunto negocio de apuestas sino, como luego se ha comprobado, de extorsiones que su amigo de la República Dominicana, llamado Richard Peña, junto a una tal Rosa Amanda, hacían a otras personas.

Los chantajes, como ya es habitual, se hacían vía internet o telefónica a través de Whatsapp. Los destinatarios eran mayoritariamente hombres que entraban en páginas de contactos sexuales y llegaban a tener relación con las mujeres que se anunciaban. Poco después, comenzaban a recibir llamadas y mensajes en los que los amenazan con revelar públicamente dichos contactos de su vida privada si no les pagan una cantidad económica en un número de cuenta o a través de Western Union.

"Me llamaron y amenazaron con hacer daño a mi familia. Hasta me mandaron un vídeo con gente con pistolas y tatuajes. Pagué 500 euros, pero luego siguieron pidiendo más. Por un momento tuve miedo. Después me di cuenta de la situación, de que era una estafa y fui a la Guardia Civil", declaró ayer el denunciante de esta causa.

Precisamente la ausencia del único testigo del caso, un guardia civil, impidió que el juicio continuara y el tribunal de la Sección Sexta de la Audiencia decidió aplazarlo. El abogado de Abel G. H., José Miguel Pascual Hijazo, pide la absolución para su cliente. “Lamentablemente sí que me beneficié de esas transferencias. He devuelto 500 euros y la cuenta se quedó bloqueada. Yo me comprometo a devolver lo que sea”, afirmó, pero insistió en que no es un delincuente y que trabaja desde que era niño. "No soy persona de dinero fácil. Tengo una niña de 14 años que es española, mi familia está en la República Dominicana y la han amenazado", dijo al tribunal, al que le rogó que tenga un "poquito de compasión" con él. 

Las Fuerzas de Seguridad advierten periódicamente de este tipo de estafas, similares a los secuestros virtuales, y aconsejan no pagar nunca (en el momento en que se cede no dejarán de exigir más dinero) y denunciar aportando todos los datos precisos.

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