La comitiva de los Reyes Magos partió ayer en Calatayud desde la estación de tren de la localidad hasta donde sus majestades llegaron en un convoy. A diferencia de lo que viene siendo habitual en la última década, los más pequeños y sus familias tuvieron que esperar en la plaza Fernando Martín, punto desde el que partió el desfile hasta adentrarse por el paseo Sixto Celorrio, el paseo Cortes de Aragón y para finalizar en el paseo San Nicolás de Francia. En total fueron un total de 50 personas, a los que se sumaron una quincena de voluntarios y efectivos de bomberos de la Diputación de Zaragoza, Policía Nacional y Local y Cruz Roja.

En cuanto a carrozas, solo estuvieron presentes en las que van Melchor, Gaspar y Baltasar, el cartero, la del carbón, la estrella y dos camiones de regalos. Sobre ellas, el número de integrantes también se ha visto reducido, por ejemplo con solo dos o cuatro pajes. Para mantener la seguridad y evitar incidentes, los voluntarios han marcado las distancias con los vehículos. Para alegrar la tarde a los niños, también se unió la comparsa de gigantes y cabezudos, que no corrieron pero sí saludaron a las personas congregadas durante el recorrido. A ellos les acompaño el grupo de dulzaineros, parte también del Grupo Cultural AJB.

En esta ocasión sí se lanzó confeti pero no caramelos, para evitar aglomeraciones. El fin del itinerario estuvo en el paseo San Nicolás de Francia y no se llegó, como tradicionalmente, hasta la plaza de España. Todos los integrantes del desfile se sometieron a pruebas de antígenos para evitar contagios, bajo la coordinación del Área de Riesgos Laborales y el servicio de enfermería del Aula Cultural San Benito del Ayuntamiento.

"Somos conscientes de la situación, pero también de que los niños y niñas necesitaban ver a los Reyes y teníamos que darles esa oportunidad, porque su ilusión es importante. A la vez, hemos intentado minimizar riesgos ante el momento que vivimos", indicaba la concejal de Festejos, María Jesús Peñalosa.