agresiones sexuales

Arrestado un peligroso violador reincidente tras atacar a una pareja en el parque Grande

Óscar Castillo Serrano fue condenado a 106 años de prisión en 2000 por once agresiones sexuales, robos y secuestro. Acaba de salir de la cárcel de Zuera, donde cumplía condena

Jardin Botanico del Parque Grande / 11-06-10 / Foto: Esther Casas
El detenido abordó a la joven de madrugada en el Jardin Botanico del Parque Grande

Su naturaleza es ser un depredador sexual. Lo demostró hace 25 años en Zaragoza, cuando fue condenado por primera vez por violación y luego por once más, y lo ha vuelto a hacer ahora. Afortunadamente, esta vez, la chica pudo huir antes de consumarse la agresión sexual. Óscar Castillo Serrano, de 50 años, fue detenido por la Policía Nacional en la madrugada de este miércoles una hora después de intentar agredir a una joven y a su novio en el parque Grande. El delincuente terminó apoderándose de sus pertenencias, aunque no consiguió más.

El peligroso violador reincidente, que hace muy poco que acaba de salir de la prisión de Zuera, donde ha pasado los últimos 20 años, huyó a la carrera después del asalto, y se dirigió hacia la zona de Cesáreo Alierta, donde presuntamente cometió un robo con fuerza en un bar. Poco después, fue arrestado por dos agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana a pesar de que les roció la cara con un spray para impedir que lo cogieran y ofreció una fuerte resistencia.

El arresto de este delincuente sexual se produjo a las 3.45 en el Camino de las Torres. Poco antes, sobre las 2.45, había abordado a una pareja en la zona del Jardín Botánico, que estaba tomando allí unas cervezas. Tras estar un rato, sacó un cuchillo, intentó inmovilizar al varón y que ella se tirara al suelo. No lo consiguió, aunque logró apoderarse del dinero que llevaba y de un paquete de tabaco mientras las víctimas se zafaban de él.

El agresor consumó el robo, pero las ropas que vestía y los utensilios que llevaba encima indican que su intención era otra muy distinta. Según ha podido saber este diario, Óscar Castillo llevaba una bolsa en la que guardaba un gorro y una braga de cuello con dos orificios a modo de pasamontañas; unos grilletes con dos llaves, unos guantes de látex, un cuchillo, toallitas húmedas, dos preservativos y un teléfono móvil.

La denuncia presentada por la pareja nada más sufrir el asalto, permitió a la Policía localizar y detener más tarde al agresor. Además, los agentes estaban buscando al autor de un robo con fuerza que se acababa de cometer en el bar Las Flores, en la calle del mismo nombre, en el que sustrajeron dinero de las máquinas tragaperras que luego hallaron en su poder. El sospechoso respondía a la misma descripción física facilitada sobre el asaltante del parque.  

Dos policías sorprendieron al presunto agresor en el parque de Miraflores y él se revolvió con patadas, puñetazos y rociándolos con spray. Luego escapó corriendo, pero lograron darle alcance en el Camino de las Torres. Castillo fue detenido por robo con violencia, atentado a agentes de la autoridad y robo con fuerza. No obstante, la Policía tiene abierta la investigación para comprobar sus andanzas en Zaragoza desde que salió de prisión, pues sus antecedentes no auguran nada bueno.

Un historial delictivo que da miedo

El delincuente demostró su peligrosidad con creces durante los años 80 y 90 en Zaragoza y Soria, donde cometió, al menos, once agresiones sexuales. Estando preso en la cárcel de Torrero, pendiente de ser juzgado por cinco violaciones, el 19 de septiembre del 2000 aprovechó su traslado al Hospital Provincial para dar un empujón a los policías que lo custodiaban y fugarse. Solo estuvo 16 días huido, pero fueron suficientes para que cometiera otras cinco violaciones en Madrid, donde se escondía.

Su detención en la capital de España fue posible gracias a la valentía de una de las víctimas, una joven de 22 años a la que abordó en la noche del 2 de octubre de aquel año cuando iba en su coche por la plaza de Cánovas del Castillo. A punta de navaja, la obligó a dirigirse a Alcalá de Henares donde la violó. Después, le exigió que lo llevara a Madrid y, tras apoderarse de 25.000 pesetas que le hizo sacar de un cajero, se bajó en la plaza de Castilla. 

La chica, al ver que había memorizado sus datos personales (como hacía con todas las víctimas) y ser consciente de que si no hacía algo más que denunciarlo podía ir a por ella, lo convenció para verse dos días mas tarde. Él picó el anzuelo. La muchacha, en cuanto lo perdió de vista, fue a la Policía, denunció e informó de la cita. Cuando Castillo acudió, una nube de policías cayó sobre él.

Antes había sido detenido por seis agresiones cometidas en Zaragoza en 1989, 1990, 1994 y 1999, y otras cinco en Soria en septiembre de 1999. El individuo entró en un piso de estudiantes de la capital soriana y martirizó a tres chicas durante horas. Semejantes antecedentes no fueron considerados suficientemente graves para custodiarlo de manera más firme en Zaragoza y su fuga se tradujo en cinco agresiones más.

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