Pulpos que salen de laberintos, lagartos que cuentan... ¿cuáles son los animales más listos del acuario?

Carlos Vicente, conservador del Acuario de Zaragoza, nos muestra cuáles son las especies más inteligentes y sus capacidades.

Carlos Vicente, conservador del Acuario de Zaragoza, ante un ejemplar de pulpo.
Carlos Vicente, conservador del Acuario de Zaragoza, ante un ejemplar de pulpo.
Camino Ivars

De vez en cuando, el mundo animal nos regala historias que no dejan de sorprendernos. A menudo se habla de la inteligencia de los simios, de los delfines o de los elefantes, pero ¿qué pasa con el resto? El debate de hasta dónde llega la inteligencia y astucia de algunas especies animales continúa estando a la orden del día, pero, ¿hasta dónde puede llegar? Nos adentramos en el Acuario de Zaragoza para tratar de descubrirlo pues son los profesionales que trabajan diariamente con ellos quienes pueden arrojar algo de luz sobre esta cuestión.

De hecho, como explica Carlos Vicente, conservador del acuario, esta capacidad es una herramienta fundamental para trabajar con ellos con seguridad tanto para los profesionales como para los propios animales. “Para quienes trabajamos diariamente con ellos, medir su inteligencia depende de lo que somos capaces de conseguir con ellos a través de entrenamientos, rutinas y juegos de todo tipo”, explica.

En la actualidad, el Acuario de Zaragoza cuenta con un total de 350 especies de animales de las cuales la gran mayoría -obviamente- son peces, rondando las 270. Sin embargo, en la instalación zaragozana también podemos encontrar hasta medio centenar de reptiles, 20 artrópodos, cinco especies de mamífero y un ave: “De nuestros animales, los más inteligentes serían los titis, la nutria, el pulpo, el varano, el cocodrilo y el pez óscar”.

Los animales más inteligentes del Acuario de Zaragoza

Empecemos con los titis, que, como el resto de integrantes de la familia de los primates, demuestran sus similitudes con los seres humanos casi a diario. “Nuestros ejemplares distinguen a los profesionales que los visitan. Tanto es así que cuando llega el veterinario se ponen nerviosos y cambian de humor, tal y como hacen los niños”, asegura.

Además, estos animales requieren de un complejo programa de enriquecimiento ambiental, es decir, una serie de ejercicios y estímulos que les permitan reproducir conductas naturales a posteriori como, por ejemplo, reconocer olores o realizar juegos para conseguir distintos tipos de comida a modo de premio. “A veces parece que aquí solo duermen y comen, pero nada que ver con la realidad. Es un trabajo constante y sin descanso”, advierte Vicente.

Dentro de los mamíferos que encontramos en el acuario, también destaca la inteligencia de la nutria, un mamífero del que se ha demostrado que su cerebro está más desarrollado que el de otros grupos. De hecho, en libertad construyen casas con dos orificios de entrada y salida para, en caso de ser víctimas de algún depredador, tener una alternativa para escapar. “En general todos los depredadores tienen que ser inteligentes para sobrevivir. Les hemos enseñado a abrir la boca para revisar su dentadura, se colocan boca arriba para revisar sus ojos y barriga y entran solas al trasportín, evitando cogerlas a la fuerza con todo lo que eso implica”, destaca.

Y es que, como explica, los estímulos positivos inculcados a través de la repetición son los más eficientes, también con animales catalogados como salvajes o no domésticos. Y, entre ellos, el más poderoso sigue siendo la comida: “El castigo está obsoleto, hoy nos centramos en el bienestar animal”.

Llegamos a la instalación en la que se encuentra Laura, un pulpo del Mediterráneo -u octopus vulgaris- que el pasado mes de agosto demostraba su inteligencia superando un laberinto de metacrilato con forma de H haciendo alarde de otras capacidades como su curiosidad y memoria: “Los estudios demuestran que presentan un número de neuronas muy superior a otras especies, alcanzando los niveles de un perro”.

El Acuario de Zaragoza desarrolla un experimento que demuestra la inteligencia de los pulpos

Estos cefalópodos tan solo viven un año, sin embargo, su capacidad a la hora de desarrollar ciertas destrezas no deja de sorprender a sus cuidadores. De hecho, en ocasiones le alimentan con un puzle en el que esconden la comida, y Laura siempre la encuentra a la primera. “Cada dos o tres días le complicamos el juego y siempre lo supera”, añade el conservador.

Animales con memoria y mucha curiosidad

Una de las instalaciones más vistosas del acuario es en la que se encuentra el varano asiático de agua, perteneciente a la familia del dragón de Komodo que hace las delicias de grandes y pequeños, sobre todo por su envergadura. “Se ha descubierto que algunos tienen capacidad de contar hasta seis porque se alimentan de los huevos de un ave que coloca siempre esa cantidad de huevos”, asegura Vicente. Otra evidencia que demuestra su consciencia temporal tiene que ver con la crianza pues suelen depositar sus huevos en termiteros y la madre va a recogerlos cuando pasan 250 días: “Es decir, son capaces de recordar el lugar y la fecha exactas”.

El varano del acuario, que tiene dos metros de longitud y es una especie bastante peligrosa cuando se encuentra en libertad, está perfectamente familiarizado con la presencia de sus cuidadores, algo que contribuye a la disminución de sus niveles de estrés a la hora de manejarlo, alimentarlo o aplicar cualquier tipo de tratamiento.

Las estrellas del acuario

Si hay una especie que ha logrado gran fama en la instalación zaragozana estos son los cocodrilos del Nilo, o del Ebro pues varios de sus descendientes han nacido en la capital aragonesa. “Son capaces de aprender trucos y entrenar. En este caso, dada su peligrosidad y su gran tamaño, para nosotros es fundamental”, destaca Vicente. De hecho, cada vez que entra el cuidador y escuchan el sonido de llamada, los cocodrilos se dirigen por sus propios medios hasta un habitáculo cuya compuerta se cierra hasta que éste abandona la zona.

¿Y qué pasa con los peces?

Sin lugar a dudas, se trata de una especia muy denostada. Creencias como que no tienen memoria ni capacidad de atención los han acompañado desde siempre. Sin embargo, especies como los peces Óscar demuestran todo lo contrario. “Para alimentarlos montamos laberintos con espejos e incluso elementos flotantes con los que deben interactuar para alcanzar la comida. El entrenamiento con ellos es igual de importante”, afirma Vicente.

¿Y son tan miedosos y huidizos como se dice? “Tenemos un cuidador al que, cada vez que mete la mano en su tanqueta, se le acercan. De hecho, existen evidencias que demuestran que también son capaces de reconocer a otros peces. Interacciones infinitas que hasta muy poco eran desconocidas incluso para nosotros Algunos incluso buscan que les acaricies, se posan en nuestras manos o se colocan en orden a la espera de su turno de alimento”, añade. 

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