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Crimen machista de Katia: la Fiscalía pide casi 24 años de cárcel por las 64 puñaladas

El Ministerio Público acusa a Rubén Calvo de asesinato y quebrantamiento de condena, pero le aprecia una atenuante leve por trastorno mental. Recuerda que actuó con tanta violencia que fracturó a su expareja varias vértebras lumbares, "las más fuertes del cuerpo humano".

Un vecino del bloque, emocionado, observa las flores y velas depositadas en recuerdo de Katia.
Un vecino del bloque, emocionado, observa las flores y velas depositadas en recuerdo de Katia.
Oliver Duch

La Fiscalía de Zaragoza acaba de solicitar una pena de 23 años y 9 meses de prisión para Rubén Calvo Ropero, el hombre que el pasado 23 de mayo se arrojó al vacío desde un quinto piso tras asestar 64 cuchilladas a su expareja, Katia A. B., de 35 años. Como consecuencia de la caída, el agresor sufrió graves lesiones, pero logró salvar la vida. Peor suerte corrió la víctima, contra la que se empleó con tanta violencia que llegó a fracturarle varias vértebras lumbares, las más fuertes y resistentes del cuerpo humano.

Los hechos se produjeron sobre las 00.15 del pasado 23 de mayo en la vivienda del acusado, ubicada en el número 31 de la calle de Leopoldo Romero, en el barrio de Las Fuentes de Zaragoza. Según el Ministerio Público, la mujer acudió allí engañada, ya que su exnovio la llamó por teléfono la tarde anterior para contarle que no se encontraba bien y necesitaba ayuda. Sobre el hombre pesaba una reciente sentencia que le impedía aproximarse o comunicarse con Katia, pero poco le importó.

La víctima se presentó en el domicilio de su excompañero sentimental –con el que nunca llegó a convivir, ya que ella cuidaba de una persona mayor– sobre las 22.30. Sin embargo, no fue hasta pasada la medianoche cuando se produjo el brutal apuñalamiento.

Las pesquisas y los interrogatorios practicados durante la fase de instrucción permiten concluir a la Fiscalía que Rubén Calvo –al que asiste la letrada Carmen Sánchez– utilizó dos cuchillos para acabar con la vida de la víctima, a la que acorraló en un pequeño dormitorio del que no pudo escapar. Según los forenses,    aunque el cuerpo de la víctima presentaba casi 70 cortes o heridas incisas, las que resultaron «mortales de necesidad» fueron la que sufrió en el cuello, la que le atravesó el corazón o la que le afectó al hígado y a la arteria ilíaca derecha.

Basándose en las conclusiones de los peritos que examinaron al    acusado, la Fiscalía entiende que    cuando asesinó a su expareja tenía las facultades intelectivas y volitivas levemente disminuidas por padecer «un trastorno de personalidad antisocial, un trastorno de personalidad límite y narcisismo, unido todo ello al consumo de tóxicos». De ahí que le aprecie una atenuante de trastorno mental.

La acusación pública atribuye al procesado un delito de asesinato, en el que solicita una agravante de género, y otro de quebrantamiento de condena, al que también aplica una agravante de reincidencia.

El letrado de la Comunidad Autónoma acusa por los mismo delitos pero propone una condena de 26 años de prisión.

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