zaragoza
Abren las peñas: "Cuando venía al principio, alguna llorera me ha tocado pasar por verla vacía"
A partir de este sábado se levantan la mayoría de las restricciones de aforos y horarios por la covid en Aragón y se permite la vuelta a los locales.
Banderines en el techo y pañuelos enmarcados en una pared, las señales inequívocas de que estamos en una peña, reciben a quien entra en Los Chachos en el barrio zaragozano de San José, que cumple 35 años de historia. Desde este sábado, estos locales pueden volver a abrir al aplicarse las últimas modificaciones de Sanidad que han levantado las restricciones de aforos y horarios, entre otras medidas. Volverán las fiestas desde noviembre y los peñistas pueden reunirse, después de más de un año de parón y una vez pasada la semana del Pilar.
Para los cerca de 12.000 peñistas que hay en Zaragoza, entre Interpeñas y la escindida Unión Peñista, ha sido una época dura, sobre todo, en esta pasada semana del Pilar. "Cuando venías al principio, alguna llorera me ha tocado pasar por verla vacía, la imagen es muy triste", asegura su presidente, Juan Muniesa, de 53 años, y eso que hace unos fines de semana que han podido abrir por tener licencia de ocio nocturno. Acude a la cita para hacer balance del cierre con la camiseta blanca que hizo la junta de 2020, la última en ser elegida, ya que no se ha podido renovar aún por las restricciones. Lleva tres décadas vistiendo para el Pilar con blusón negro, pantalón blanco y cachirulo al cuello, que este año ha tenido que dejar en el armario.
Los socios fundadores son un grupo de turolenses que vivían en Zaragoza y decidieron montar una 'delegación' en la capital aragonesa en 1986. Cambiaron el pañuelo rojo por el cachirulo y el Torico por la Virgen del Pilar en su escudo.
Familia peñista
"Solo queremos que nos dejen poder ir a nuestros locales, pasar el rato con nuestros amigos porque lo que se crea es una familia. Nos conocemos prácticamente todos", cuenta el miembro de Interpeñas. De los ratos vividos en la peña salen grupos para ir a cenar fuera de la época de fiestas e incluso compañeros de vacaciones. "Te afectan sus problemas, te alegras con sus alegrías", relata. Como todos los peñistas, asegura que la peña cambia la forma de pasar los Pilares y celebraciones. "Si no estás en una peña vives las fiestas como un fin de semana normal. Te vas de bares y a cenar".
Otro socio más joven, Eduardo Herrero, de 28 años, que lleva "desde la Expo de 2008", advierte que "por culpa de apretar tanto a las peñas, hay algunas que van a desaparecer". Han perdido integrantes que no han podido hacer frente a un gasto prescindible en época de crisis, sumado al descenso que arrastraban desde la pérdida de un pabellón propio en el que reunirse todas las peñas. Defiende que "Zaragoza sin las peñas no es lo que era. Somos la alegría y colaboramos todo el año" como en la Cincomarzada o Carnaval.
En su caso la pérdida solo habría rondado el 10%. Ahora están unos 490 socios. "Entiendo que la gente lo está pasando mal, hay gente con ERTE. Esto es ocio y se puede prescindir. Lo primero es comer", apunta el presidente. Como en algunas peñas, el dueño del local les rebajó el alquiler y ellos dejaron de pasar cuotas mensuales a los socios. El año pasado solo pagaron una de 30 euros, "lo justo para pagar gastos fijos luz, agua, internet y teléfono", explica. A partir de diciembre volverán a cobrar normal, 120 euros al año repartidos en cuatro trimestres.
En esta pasada semana del Pilar han sentido frustración por ver que se hacían conciertos o abría el recinto ferial, pero no las peñas. "Nosotros también sabemos cumplir las normas, que fuimos los primeros que cerramos", recuerda Juan.
Dos años "demoledores"
En El Rebullo, la peña más veterana de Interpeñas, fundada en 1978, llevan desde julio de 2020 sin abrir, desde la última oportunidad que hubo antes de una oleada de casos de covid que volvió a endurecer las restricciones. Este sábado regresan, sin haber tenido mucho tiempo para prepararse tras el anuncio de esta semana. "Ha sido todo tan rápido, pero por lo menos que la gente pueda volver a echarse dos cervezas", afirma su presidente, Jorge Gargallo, que lleva 20 de sus 39 años de peñista. "Estos dos años han sido demoledores, sobre todo psicológicamente. No es solo la fiesta si no estar con la gente", lamenta.
El local situado junto al parque del antiguo Canódromo espera recibir este sábado a los primeros socios. La pasada semana fue "muy duro", confiesa, "sobre todo, viendo que había ferias, conciertos, que más o menos ha sido un Pilar normal para la gente, menos para nosotros, que no hemos podido abrir nuestros locales". Hubieran podido seguir las mismas medidas de prevención que la hostelería.
Con la rebaja que les hicieron en el local "llevamos tres meses sin pasar la cuota porque no ha habido pilares para nosotros". La crisis también les ha pasado factura y habrían perdido unos 150 socios. Tienen 400. Sin embargo, la caída de integrantes de las peñas viene de atrás. Fue mayor, sobre todo de los socios 'pilaristas', al perder el pabellón de Interpeñas, para el que se sigue buscando una salida. "Influyó mucho no tener pabellón y la separación de las peñas, pero quiero pensar que si algún día volvemos a tener pabellón la gente se animará a ser peñista", espera Jorge.
Sin embargo, Juan de Los Chachos es más pesimista. Cree que cuesta enganchar a los jóvenes porque han cambiado los gustos al salir. "Ahora la gente es más reacia, no se mete en peñas, con los móviles tiene bastante", lamenta. A pesar de ello, sigue habiendo quienes mantienen el espíritu desde que les ponen el traje de peñista casi al nacer.
