PILAR 2021

Ferial de Valdespartera, sin comer mientras se pasea: "Este año es más complicado, pero la gente es comprensiva"

Tras dos años de parón por la covid, los feriantes destacan que lo "importante" es que están "arrancando".

Gente esperando a ser atendida en churrería ambulante Las Delicias, este lunes en el recinto ferial.
Gente esperando a ser atendida en la churrería ambulante Las Delicias, este lunes en el recinto ferial.
Heraldo.es

"Anímate, lo pasaremos genial". Una voz femenina repetía, como una letanía, este lunes esta frase desde la atracción 'El nuevo dragón Elliot' en el Ferial de Valdespartera de Zaragoza nada más atravesar uno de los accesos al recinto. En una mañana luminosa de un día no lectivo, en vísperas del Día del Pilar, han sido muchas las familias que se han acercado hasta allí con los más pequeños de la casa, que ya en la entrada dejaban claro a sus progenitores dónde querían montarse. No obstante, el grueso de los visitantes se esperaba, como cada día de las 'no fiestas del Pilar', por la tarde, tal y como han apuntado los feriantes, que coinciden en las ganas que tiene la gente de divertirse tras la crisis sanitaria del coronavirus.

El Ayuntamiento de Zaragoza ha establecido un dispositivo de seguridad para evitar los contagios que incluye un vallado perimetral de unos tres kilómetros, con cinco controles de acceso (con entradas y salidas diferenciadas) y un aforo máximo de 13.000 personas (se recomienda planificar previamente la visita comprobando el aforo a tiempo real consultando en la página web del Ayuntamiento, www.zaragoza.es, y en www.parqueociovaldespartera.es). Asimismo, ha habilitado zonas de descanso con mesas para poder sentarse a desgustar las 'delicias' que ofrecen los bares, churrerías y otros puestos que salpican el recinto, ya que no está permitido comer mientras se pasea por él.

"Además, cada puesto tiene su propia terraza. Nosotros, una carpa con seis mesas con una capacidad para 30 personas", explica Daniel Ayala, dueño de la churrería ambulante Las Delicias de la capital aragonesa, que además de churros ofrece porras, buñuelos, gofres e incluso patatas fritas. En opinión de Ayala -un veterano de la feria-, sus clientes se toman bien las medidas por la covid. "Este año es más complicado por las restricciones, pero la gente es amable y comprensiva. No se han notado mucho, la gente come igual: o bien en las mesas o en las zonas específicas", añade.

Cerca de ahí, Lahcen Bouhmid, gerente del Mesón Fortuna, anda también muy atareado hablando con proveedores y ultimando detalles para afrontar la jornada. Lleva 40 años viniendo a la feria y este 2021 lo hace con la mitad de trabajadores (20) y de aforo (100 personas cuando en un año normal en su carpa se admitían hasta 200 comensales). "Llevo dos días con mucho trabajo y pendiente de que no falte género. Antes había barra, más mostradores, más personal y más capacidad de servicio. Ahora con la covid se montan unas colas exageradas de gente para ser atendida", comenta Bouhmid, que resalta que los ciudadanos tienen ganas de salir y pasarlo bien. "Como está el panorama, las restricciones las veo bien. A ver si salimos de esta, llevamos dos años parados, sin hacer nada y se nota", admite.

Lahcen Bouhimid, gerente de Mesón Fortuna, donde sirven carne a la brasa, pinchos morunos, croquetas o tortilla, entre otros mangares culinarios.
Lahcen Bouhimid, gerente de Mesón Fortuna, donde sirven carne a la brasa, pinchos morunos, croquetas o tortilla, entre otros manjares culinarios.
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Por su parte, Cristina Llacer, del puesto de globos (o de 'pulso' y 'habilidad') Pedro Benito, agradece al Consistorio zaragozano que les haya dejado instalarse en el recinto. "Somos de Valencia. Antes hacíamos 14 ferias al año y este solo llevamos cuatro. Muchos ayuntamientos -tanto pequeños como grandes- por evitar jaleos no han dejado hacer ferias. Venimos de no abrir y estamos contentos", reconoce.

Mientras, el cordobés Rafael Pérez, dueño de la atracción 'El barco pirata', señala que lo "importante" es que están "arrancando". "No teníamos ningún ingreso y es un paso adelante, como todos los negocios", afirma. Hay que destacar que el recinto Valdespartera dispone de 110 atracciones, 35 menos que en la última edición para evitar aglomeraciones.

Evitar las muchedumbres

Si los feriantes acogen bien las medidas de seguridad para evitar nuevos contagios a pesar de las colas que se puedan originar en sus negocios, los ciudadanos -en general- lo llevan con estoicismo. "Si podemos comer en algún puesto, lo haremos. Y si no nos iremos, no pasa nada", avanzaba a primera hora María Sánchez, de El Burgo de Ebro, que había acudido a las ferias junto a su marido y su hija, de 5 años. Al igual que otros años se han acercado por la mañana para dar una vuelta. "Por la tarde hay más aglomeración de gente y ahora mi hija se puede montar con más comodidad", decía.

En cambio, Catalina Carrasco, de Zaragoza capital, discrepa con que no se pueda comer mientras uno pasea por el recinto. "Es un rollo. Que no se hagan las cosas hasta que se pueda", critica esta joven tras comprar, junto a su familia, patatas fritas en uno de los puestos.

En cuanto al aforo, ya el sábado se llegó en algún momento al 95% de la ocupación. El máximo son 13.000 personas y algunos feriantes, como Maitene Valente, de 'Autos locos', subrayan que al haber esa limitación "no entra" toda la gente que quiere. "Al estar dos años parados, quieren venir. Hay gran afluencia y los visitantes cumplen con las normas; saben lo que hay y también es por su bien", destaca esta joven.

También Cristina Llacer, del puesto de globos, incide en que ante la gran afluencia no han dejado entrar a todo el mundo, algo que entiende en tiempos de coronavirus. También alude a otras medidas de seguridad, como son el uso de mascarillas y gel hidroalcohólico (hay dispensadores en accesos y atracciones), alabando la responsabilidad ciudadana. "En otras ciudades se ven menos máscaras. La gente se comporta, y además hay vigilancia para que se cumplan las normas", recuerda mientras muy cerca de su puesto se ven a varios policias municipales que, junto a los vigilantes de Orfeinte (empresa que explota el recinto en los últimos años), trabajan para que el dispositivo de seguridad se respete a rajatabla.

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