"Si no estuvieran abiertos los bares estaríamos en casa de algún amigo"

La ampliación de horarios con limitación de aforos sin permitir el uso de las barras saca a la gente a la calle. Muchos hosteleros, descontentos ante las restricciones.

Los jóvenes siguen teniéndolo difícil para salir a divertirse; y los hosteleros del ocio nocturno, todavía más para trabajar. Aunque la relajación de medidas que permite abrir hasta las 4.00 a pubs y discotecas parecía una buena noticia, la persistente limitación de aforos y la prohibición de estar de pie y bailar no soluciona ni las ganas de juntarse de unos ni las de empezar a funcionar en condiciones para los otros.

«Dentro, un 50% de aforo, barra cerrada y sentados en mesas. Fuera no pueden entrar, no pueden hacer nada. Ahora que están vacunados les dicen que no se pueden divertir y aquí están», decía a las dos de la madrugada del sábado Valeriano Cuenca Romero señalando la atiborrada puerta de su bar, el Jardín del Temple. En su entrada se agolpaban decenas de ansiosos jóvenes esperando que alguno de los afortunados que había entrado antes saliera y dejara un hueco para ocuparlo. Mientras, consumían bebidas que habían comprado en tiendas y el suelo de las calles del Temple, Contamina y adyacentes se empezaba a llenar de vasos de plástico, cristales rotos y alcohol derramado.

A la mayoría de los dueños y encargados de pubs del Casco Histórico, locales que no cuentan con terrazas y llevan muchos meses sin trabajar, se les notaba nerviosos y estresados en lo que para ellos es una prueba de fuego de la que saben que pueden salir malparados de nuevo. «Nos están perjudicando desde el principio y no entendemos por qué. La gente está harta y tiene que ir al psiquiatra porque lleva mucho tiempo encerrada».

«¿Qué diferencias hay entre las aglomeraciones que se montan en las casas, los botellones, los transportes públicos o las calles con esto?», se preguntaba Valeriano Cuenca. Él mismo se respondía irónicamente: «Ninguna. La diferencia es que yo soy un hostelero y, por lo tanto, un delincuente y transmito la covid y en el tranvía, el virus no existe».

Bares y pubs con aforo completo el primer viernes con el ocio nocturno abierto hasta las 4.00

El hostelero, propietario de cinco negocios, criticaba las medidas del Gobierno de Aragón, comparándolo con otros que las han relajado mucho más y proponía que en vez de dejarles abrir hasta las 4.00 con las mismas restricciones que antes, les permitan estar hasta las 2.00, por ejemplo, pero con un 75% de aforo, barras y sin mesas.

También se mostraba muy dispuesto a pedir el certificado covid a los clientes, si fuera necesario y ampliaran aforos. «!Ojalá! Ahora mismo. Todo lo que sea contribuir para que acabe la pandemia, me parece perfecto», afirmaba. Cuenca no descartaba poner topes de una hora de tiempo para consumir dentro para que la gente se fuera renovando, pues los jóvenes que conseguían entrar con esfuerzo luego no querían salir.

Las calles del Casco Histórico presentaban un ambiente típico de los comienzos de curso y de esas noches que se intuyen cercanas las fiestas del Pilar, aunque no se celebren este año. Con la diferencia de que en los bares más demandados los aforos estaban completos, las entradas vendidas con anterioridad se habían agotado en minutos y la gente se divertía esperando en las puertas.

Largas esperas

«Antes hemos estado en otro garito y al llegar aquí no esperábamos que estuviera así», contaba Pablo, un madrileño que está pasando el fin de semana en Zaragoza. Llevaba 20 minutos esperando para entrar en el Spit chupitos y se había encontrado con la primera noche de apertura hasta las 4.00 en Zaragoza. «Como Madrid es la ciudad sin ley, no hay tantas colas ni aforos y la gente allí está como si no hubiera covid. Aquí hay más control», comparaba.

«Si hoy no estuvieran abiertos los bares estaríamos en casa de alguien o nos habríamos juntado por ahí, como hemos hecho hasta ahora», apuntaba Cristina Blanco, con su cuadrilla de amigas, un sentir generalizado entre los jóvenes.

David Martínez salió también el jueves por el Casco y le fue mucho mejor que ayer porque había menos gente. «Hoy hay problemas. Llevamos mucho rato esperando entrar y no nos dejan. Hemos estado antes en otro y nos ha costado casi 45 minutos de espera», explicaba a las 2.30. Sin querer entrar en detalles sobre cómo se comportaba la gente dentro del bar, apuntaba que «había mucho ambiente» y que él, «por lo menos», iba con mascarilla.

No todos bares estaban llenos a reventar. A la 1.00, Vicky y Vero tomaban una copa tranquilamente en el bar La Mina, en Maestro Luna, huyendo en ese momento del «mogollón»

Más tranquilidad se notaba en los bares de copas con terrazas, las cuales tienen que retirar a la 1.30. Los trabajadores del Planta Calle, en la plaza de San Felipe, y del café Doña Hipólita se afanaban en recoger mesas y sillas. «Se nota que se ha estirado el horario porque hoy hemos servido más copas de lo habitual», explicaba Joaquín, camarero del café.

Maite, encargada del bar Karisma de la calle de Torrenueva, levantaba a los clientes de su pequeña terraza y atendía en el interior, donde todo el mundo estaba sentado. «El jueves fue bastante bien y hoy, también, aunque claro, nunca será lo mismo que con el aforo completo y la barra abierta», señalaba esperanzada.

Un ambiente más sosegado se respiraba en el Rock & Blues Café, de la calle de Cuatro de Agosto. A las dos y media hacía tiempo que habían retirado la terraza y dentro el aforo aún no estaba completo. Las copas se servían con tranquilidad y todo el mundo estaba sentado.

En la cercana plaza, dos furgones de la UAPO de la Policía Local llegaban para controlar y prestar apoyo a una ambulancia del 061 que atendía a un joven por una intoxicación etílica. La noche transcurría sin incidentes graves, más allá de las aglomeraciones de jóvenes con ganas de divertirse.

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