sucesos en zaragoza

El preso Benito Ortiz vuelve a ‘casa’

Tras huir de la prisión de Zuera en 2018, ser detenido un mes después y pasar por los centros de Navalcarnero y Aranjuez, el histórico reo regresa a la cárcel zaragozana

Benito Órtiz Perea, con el pelo teñido, tras ser detenido en la estación de Delicias de Zaragoza el pasado 3 de octubre.
Benito Órtiz Perea, con el pelo teñido, tras ser detenido en la estación de Delicias de Zaragoza el pasado 3 de octubre.
Policía Nacional

Benito Ortiz Perea ya está en ‘casa’. El conocido preso zaragozano de 63 años, que en agosto de 2018 protagonizó una fuga de película de la cárcel de Zuera, acaba de retornar a la prisión zaragozana para encarar lo que le queda de condena: sus delitos le mantendrán en prisión hasta el año 2049, cuando tendrá 91 años. Así pagará el secuestro de una mujer en Zaragoza, cometido junto a sus dos hermanos, y el posterior atraco perpetrado en una armería de Huesca a finales de 2016.

A finales de julio fue recibido por los internos y funcionarios del centro penitenciario como si retornara al hogar uno más de la familia. De hecho, vuelve a reunirse en el módulo 10 de la cárcel con sus dos hermanos (Pedro y Antonio), también presos en el complejo penitenciario zaragozano. Benito Ortiz Perea conoce bien el terreno y a los trabajadores, a los que siempre llama de usted. «¿Qué tal Benito? ¿Cómo estás?» le pregunta un funcionario. «Muy bien, don R.», contesta el interno, siempre respetuoso.

Ortiz Perea es un atracador forjado en los años de la Transición y en la década de los 80 que acumula un largo historial delictivo: tentativa de asesinato, robo con intimidación, uso de armas d fuego, detención ilegal y falsificación, con la agravante de disfraz y reincidencia. A todo eso le sumaron la última condena de 9 meses por el quebrantamiento de condena cometido cuando protagonizó aquella huida del 29 de agosto de 2018, que se prolongó hasta el 3 de octubre.

Su fuga de Zuera fue noticia nacional. El histórico delincuente aprovechó un traslado por una operación de fístula que le habían practicado en el Hospital Miguel Servet para beneficiarse de un despiste y escapar después de saltar las puertas de entrada de la cárcel.

No fue fácil cogerle. Durante el juicio por el quebrantamiento de la condena, que se celebró en la Ciudad de la Justicia, relató su periplo como prófugo. Primero dirigió sus pasos hacia Huesca. Contó que pasó días «enterrado», metido en tuberías, para evitar que lo cazaran con el helicóptero o por los agentes que formaban parte del gran despliegue que hizo de la Guardia Civil. Decidió regresar a Zaragoza y explicó que aprovechó las noches para remar por el río Gállego subido en un neumático y que su peor momento fue al llegar a la capital aragonesa e intentar cruzar el Ebro, cuando fue arrastrado por la corriente porque bajaba muy crecido. Después, continuó andando desde La Cartuja, barrio que bordeó por el Canal Imperial, el Cuarto Cinturón, el cementerio de Torrero y los pinares de Venecia.

Benito Ortiz Perea aseguró que la escapada lo dejó agotado, y ante la presión policial al final bajó la guardia. Tras recuperar un dinero que tenía escondido en un paraje de la Fuente de la Junquera, deambular por el barrio de Torrero y decidir marcharse de Zaragoza por un tiempo, acabó detenido por la Policía Nacional en Zaragoza en la estación de Delicias cuando estaba a punto de subirse a un autobús para irse con destino a Valencia.

A su llegada a Zuera, el delincuente pudo comprobar que la puerta por la que se había escapado después de bajar de la ambulancia no era la misma. Ya no tenía los 2,5 metros que logró superar pese a ser ya un sexagenario, sino casi 4,5 metros. Y estaba coronada por una concertina. Tras la fuga, la Guardia Civil abrió una investigación sobre lo ocurrido para evitar que volviera a suceder lo mismo durante el traslado de algún otro interno.

En la mente de los responsables de la prisión quedó grabado qué pudo fallar para que Ortiz Perea se escapara. Fuentes de Instituciones Penitenciarias señalaron que la fuga no quebró la seguridad del centro penitenciario, porque se produjo en la puerta de acceso. Aun así, el conocido preso ha tenido que cumplir tres años entre las prisiones de Navalcarnero y Aranjuez como pago por haber puesto en cuestión el sistema penitenciario.

Sin embargo, al ser un zaragozano y tener la familia cerca, Instituciones Penitenciarias decidió aceptar su petición y devolverlo a la prisión de Zuera, donde guarda muchos conocidos y amigos. "La negligencia se produjo en el traslado del interno y él tiene derecho a regresar a su zona natal donde tiene a la familia", reconocen fuentes oficiales. Hay que tener en cuenta que el Ministerio de Interior está en pleno proceso de acercamiento de presos de ETA al País Vasco.Por eso, no se puede negar el derecho de volver a Zaragoza a un interno común como Benito Ortiz Perea. Aunque su fuga fuera de película.

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