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Bílbilis, faro silente de Roma

El yacimiento arqueológico de la ciudad romana, visitable todo el año en Huérmeda (Calatayud), está a la espera de mejoras en la conservación de sus restos. Manuel Martín Bueno conoce cada una de sus piedras.

Bílbilis abarca cerca de 30 hectáreas de terreno a cinco kilómetros de Calatayud y a cuatro pasos de Huérmeda, una de sus pedanías. Con su posición –repartida entre los cerros de San Paterno, Bámbola y Santa Bárbara, entre los 711 y los 550 metros de altitud, en la puerta a las hoces del Jalón– actuaba como punto de referencia para toda la comarca; la imagen de 200 metros de desnivel entre la parte más alta y la más baja en el Jalón dejaba clara el marchamo de Roma. Hoy, el yacimiento romano está dominado –al menos aparentemente– por el silencio, ya que nada se escucha si se recorre su foro, las gradas del teatro o los recovecos de sus termas.

Aparentemente, así es... o eso pasa al menos a ojos y oídos inexpertos. Si se le pregunta al catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática y responsable del yacimiento en los últimos 50 años, Manuel Martín-Bueno, allí reina el alboroto. "Cuando subo, hablo con Marco Valerio Marcial. Además, los arqueólogos decimos, y eso no es invento nuestro, que las piedras hablan; eso sí, hablan si sabes preguntarles y conoces su idioma, si haces las preguntas adecuadas. Si no, son mudas", sentencia. Y es que para este profesor ya jubilado (sobre el papel) de la Universidad de Zaragoza, el municipio es "parte indivisible y columna vertebral de mi carrera".

Fundada sobre un asentamiento celtibérico, pasó del apogeo en el siglo I al abandono definitivo en el V; sus impresionantes edificios, una vez desamparados, se derrumbaron, fueron expoliados o sirvieron de cantera para la actual Calatayud. A pesar de su fugaz resplandor, llegó a acuñar moneda bajo los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula, y de ella dieron constancia, entre otros, Estrabón y Plinio el Joven, además de su hijo más ilustre, el poeta Marco Valerio Marcial, que conquistó el corazón de Roma. De todo aquello quedan las reminiscencias de sus calles o la ermita de San Paterno, dentro de una antigua cisterna del sistema de abastecimiento romano.

El yacimiento encierra en sí mismo un tesoro, ya que según Martín-Bueno sirvió como "faro" de la romanización. "Eso lo descubrimos con el tiempo. De hallar las losas de la plaza del foro en 1971 a entender las grandes obras para realizar las infraestructuras. Vemos que es excepcional, que una ciudad sin importancia no hace esas inversiones. Aquello buscaba tener una repercusión, servir de faro a la población de alrededor", insiste el profesor.

Infinidad de hallazgos

Hasta la llegada de Martín-Bueno, el yacimiento solo contó con pequeñas intervenciones centradas en el primer tercio del siglo XX; Carlos Ram de Viu entre 1900 y 1910, Narciso Sentenach en 1917 y Adolf Schulten entre 1933 y 1934. Ya en 1971, los trabajos de investigación a gran escala y sobre el terreno se retomaron con bríos renovados. Antes, en 1965, en una visita con su profesor Antonio Beltrán y junto a sus compañeros Guillermo Fatás y Concepción Blasco, el profesor Martín-Bueno quedó prendado.

"Me gustó, me tocó la fibra sensible. Me dije que aquí estaba uno de los lugares que merecía la pena investigar. De ahí hice mi tesis de licenciatura, la doctoral y hasta ahora", sintetiza Martín-Bueno. A lo largo de todos estos años, la cantidad de elementos inmuebles, muebles y hechos trizas hallados en Bílbilis es incontable. "Muchos metros cúbicos de piezas están en almacenes del museo, y lo más destacado se encuentra expuesto, dentro de la rotación que exige una instalación así", reconoce.

Siendo innumerables los vestigios recuperados, Martín Bueno reconoce que hay algunos que sobresalen del resto. "Sin duda alguna, de entre los materiales muebles, la pieza más importante y más relevante es un retrato de Augusto que estaba colocado en el teatro". También hay otro de Tiberio, cuando es adoptado como sucesor, y destaca "los conjuntos pictóricos, que denotan el poderío de las clases dirigentes de la ciudad, amén de algunos epígrafes, como la dedicatoria de un ciudadano que provenía de una importante familia de Roma que financió el foro".

Imágenes de las ruinas de Bílbilis en la colina de Bámbola de Calatayud.
Retrato de Octavio Augusto, tipo togado capite velato en mármol.
J. M.

En el último tramo de este medio siglo de trabajos, ha estado a su lado como codirector el también arqueólogo Carlos Sáenz Preciado. "Tomó el relevo de su hermana Pilar y empezó de estudiante en la Universidad de Zaragoza; quiso vincular su investigación a Bílbilis. De ahí pasó a subdirector y a codirector, ya que, naturalmente, estas cosas tienen que tener una continuidad. Bílbilis no es mi patrimonio personal, es patrimonio público", recuerda.

Sumando la experiencia de estas décadas, Martín-Bueno destaca que "Bílbilis es uno de los yacimientos con mayor número de trabajos, tesis doctorales, publicaciones, artículos científicos a su alrededor", pero sin embargo a punta a otro extremo "está casi a la cola de los yacimientos en los que se ha invertido en conservación".

Tras años de espera, en 2019, el Ministerio de Cultura materializó su compromiso para dar forma a un plan director que sirva de guía para el futuro del yacimiento y su proyecto se acabó de redactar a finales de 2020, pandemia mediante. «El Ministerio ha tomado conciencia de que un yacimiento excavado y no protegido se pierde. Ahora lo que se necesita son consignaciones presupuestarias para aplicar lo que ahí se determina», remata Martín-Bueno.

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