Zaragoza se queda sin récord de calor, pero se sudó de lo lindo

La capital aragonesa no alcanzó este viernes los 44,5 grados que se registraron en 2015 y se quedó en unos sofocantes 40,5. Desde este sábado llega el respiro con temperaturas menos extremas.

Finalmente, Zaragoza no batió este viernes ese récord de temperatura de 44,5 grados que se registró en el termostato del aeropuerto el 7 de julio de 2015. Tampoco los 43 que apuntaban las previsiones. El sofocante calor se quedó en los 40,4 grados que caían a plomo a las 16.40 en la estación de Valdespartera. Fue la tercera más elevada que los termómetros marcaron en la Comunidad. La localidad turolense de Híjar, con 41,7 grados, volvió a ser el municipio aragonés más caluroso y el segundo de España, solo superado por la mínima por Granada, 41,8. La medalla de plata se la llevó Quinto con 41 grados.

¿Qué propició que no se cumplieran las expectativas? "La previsión era que por la tarde entrara el aire fagüeño, que viene del oeste muy cálido y hubiera hecho subir dos o tres grados más. Sin embargo, durante todo el día ha soplado un bochorno del Mediterráneo más húmedo", explica Tomás Gutiérrez, jefe del grupo de predicción y vigilancia de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Aragón.

A los zaragozanos que a las 16.30 trabajaban al sol en el centro de la ciudad lo que les importaba era cómo sobrellevar ese fuego que parecía derretir el asfalto. "Llevo tres años y medio como repartidora de Glovo y me gusta trabajar sobre la bicicleta, aparte de que lo necesito para vivir. Ayer (por el jueves) casi me desmayo y tuve que pedir un vaso de agua fría, pero hoy llevo una botella de agua helada en la mochila", explicaba Elena Radoias, quien nadie diría que tiene 63 años cuando pedalea.

Wilson Chuquilla y Rodrigo Torres también hacían alguna parada para refrescarse mientras reparaban una tubería en la calle Estébanes. "Tengo que salir con más frecuencia del pozo, porque allí por lo menos hay cinco grados más con la humedad. Es como una sauna gratis, pero acabas acostumbrándote", relataba con humor Chuquilla.

El agobio parece que es menor cuando se hace turismo. "Estamos acostumbrados, somos de Sevilla. Por la mañana hemos ido a la Aljafería y la Seo y ahora en el Pilar seguro que estamos frescos un buen rato mientras la visitamos", contaba Sebastián Domínguez antes de entrar a la basílica con su familia.

El terraceo a primeras horas de la tarde era mínimo, aunque algunos negocios tengan difusores de aspersión. "Todas las mesas que estaban reservadas para comer menos una las hemos trasladado a los salones con aire acondicionado o a la galería. Y eso que la gente por la covid tiene reticencias a los interiores", contaba Carlos Escalada, encargado de La Lobera de Martín. El respiro llega hoy con temperaturas menos extremas y unas noches en las que el mercurio no alcanzará esos 20 grados que las convierten en tropicales.

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