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La frutería de Zaragoza que se ha plantado ante los robos: pone la foto de los clientes que se ‘olvidan’ de pasar por caja

El establecimiento, cansado de los hurtos sistemáticos de sus productos, ha puesto en el escaparate la imagen de tres ladrones reincidentes.

Elisabeta Galinet, junto al cartel que ha colgado en su frutería de San José.
Elisabeta Trifan, junto al cartel que ha colgado en su frutería de San José.
Vitrián

A grandes males, soluciones contundentes. Eso han pensado los propietarios de la frutería del zaragozano barrio de San José que desde hace varias semanas han decidido poner en su escaparate la fotografía de los clientes que, de forma reincidente, se han llevado productos sin pagar

Cansados de los robos sistemáticos, los dueños del establecimiento Tierra Verde (en la calle de Ángel Ganivet) quisieron sacar los colores a los ladrones con las imágenes de los hurtos que han captado sus cámaras de seguridad.

“Prohibido robar. Tenemos cámaras. Aquí algunos ejemplos de gente que se ‘olvidó’ de pasar por caja”, dice el letrero que han puesto sobre las cajas de melocotones, alberges y sandías del establecimiento, y que incluye las imágenes de tres de los ladrones habituales.

“Una de estas personas es conocida por todos los comercios de la zona por llevarse cosas, así que nos han dado la enhorabuena. Los vecinos de otro también nos han felicitado, porque es de los que dice que los extranjeros vienen a España para robar a los de aquí”, cuenta Elisabeta Trifan, ciudadana rumana que regenta la frutería junto a su marido desde hace siete años.

Elisabeta cuenta que había “mucha gente” que robaba en esta frutería, concebida como una especie de pequeño supermercado en el que el cliente coge el producto y el personal del establecimiento luego lo pesa (y cobra) en la caja. “Había gente que cogía una garrafa de cinco litros de aceite y se iba corriendo. Otros que les pedías que abrieran el carro, porque les habías visto meter cosas, y llevaban 30 euros en productos que no te habían dado para cobrar”, señala. Incluso recuerda “una señora con muletas que pedía a otros clientes que le ayudaran a meter productos en el carro para marcharse sin pagar”.

En ocasiones, si veían que el cliente se metía un solo producto, no le decían nada “porque casi da hasta apuro”. A veces el ladrón entraba días después “y volvía a hacerlo”. Cuando detectaban que era reincidente, entonces sí se le reprochaba el hurto. “Te decían que se habían despistado, que se les había olvidado sacarlo para cobrar… pero ya no volvían, generalmente”, recuerda Elisabeta.

Lo peor, para ella, son “las ganas de engañar” de estos ladrones. “Si alguno viene y nos dice que no tiene dinero para comer, se lo podemos perdonar y se lo regalamos, pero robar así no se puede”, denuncia.

Ante esta problemática, que suponía un buen pellizco de dinero al mes en pérdidas, decidieron instalar unas cámaras de seguridad. Poco después colgaron el cartel “para que la gente se dé cuenta de que tenemos vigilancia y de que si quieren robar, les vamos a pillar”, dice esta propietaria. Desde entonces, el problema ha ido claramente a menos, según señala.

Según apunta esta vecina del barrio, el cartel “llama la atención” y “sirve de advertencia” para los posibles ladrones. De momento, no han recibido ningún reproche por parte de ninguno de los retratados. “Alguno incluso ha vuelto a la tienda”, asegura.

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