medio ambiente

Zaragoza aglutina una cuarta parte de las rapaces muertas por electrocución 

La población de águilas perdiceras, en peligro de extinción, o de alimoche, se ha reducido en un 70% en los últimos 20 años, aunque no solo por los tendidos eléctricos.

Actuaciones de protección avifauna en redes de Endesa.
Actuaciones de protección avifauna en redes de Endesa.
Heraldo

Las líneas de alta tensión están entre las principales responsables de la muerte de aves rapaces en España, con 33.000 ejemplares muertos por electrocución, según un estudio del Ministerio de Transición Ecológica, y la provincia de Zaragoza es el principal punto negro, con 8.222 rapaces fallecidas.

Y es que en esta provincia aragonesa confluyen prácticamente todas las causas que influyen en la siniestralidad de estas aves, explica Luis Tirado, delegado de SEO/BirdLife en Aragón. En primer lugar, el valle del Ebro, que abarca más o menos la mitad de la provincia, es una zona de alta concentración de biodiversidad, especialmente de aves, sobre todo en primavera y verano, cuando se reproducen, pero cada vez más en invierno también, ya que se considera una zona termófila por las escasas heladas. De hecho, Zaragoza ha tenido históricamente una de las mayores poblaciones de águilas reales de todo el país.

Junto al Ebro y sus afluentes, abundan los "bosques isla", que acogen gran cantidad de rapaces forestales, como el milano o la culebrera, o la gran cantidad de cortados rocosos, que son terrenos propicios para el alimoche o el buitre leonardo. Además, el valle del Ebro es una zona de regadíos y de grandes vertederos, que son lugares predilectos para otras muchas especies como las cigüeñas, que la mayoría ya no emigran a África.

Muchas rapaces, pero también muchos tendidos eléctricos en mitad de sus recorridos, ya que los regadíos necesitan bombear agua y abundan los polígonos industriales o los parques eólicos con sus líneas eléctricas. Y en muchos de esos casos se trata de tendidos privados, explica Tirado, que suelen estar más obsoletos, peor aislados y, en definitiva, son más peligrosos.

Sobre todo en junio y julio, que es cuando las crías comienzan a volar, son "más torpes" y "caen como moscas", especialmente en zonas asociadas a regadíos como Tauste, Ejea de los Caballeros o la ribera del Ebro. Lugares en alto y sin árboles que hagan de posaderos naturales -los tendidos acaban siendo el "plan B" de estas aves- son los más peligrosos.

Los casos más graves se dan en águilas perdiceras, en peligro de extinción, o el alimoche, cuya población se ha reducido en un 70 por ciento en los últimos 20 años, aunque no solo por electrocución.

Para combatir esta siniestralidad, el Gobierno de Aragón publicó el pasado febrero un inventario de líneas eléctricas peligrosas para la avifauna, en el que incluyó un total de 2.144 líneas por un total de 6.570 kilómetros (el 20 % del entramado eléctrico de la comunidad). Los propietarios de estas líneas deberán presentar un proyecto de adaptación de acuerdo con lo establecido en el Real Decreto 1432/2008 para acogerse a las ayudas que se destinen a este fin.

El 25 de junio de 2020, el Justicia de Aragón emitió también una resolución en la que instaba al Gobierno autonómico a aplicar dicho real decreto y a incentivar la adaptación de los tendidos.

El delegado de SEO/BirdLife en Aragón insiste en la importancia de la prevención y del diagnóstico previo, y emplaza a las administraciones a realizar un índice del riesgo de electrocución en función de las zonas y las especies, en lugar de actuar solamente "a futuro", con respecto a las futuras líneas eléctricas.

En su opinión, la prioridad debería ser actuar en aquellas zonas donde se electrocutan las especies más amenazadas, como el águila perdicera, el alimoche, el quebrantahuesos o el milano real, y que todas las líneas eléctricas situadas en un radio de unos 5 kilómetros de sus territorios estén diagnosticadas y arregladas.

De cara al nuevo real decreto que sustituya al de 2008, que está en fase de consulta interna, Tirado pide ir más allá y que se inste a las compañías eléctricas a que "se hagan responsables de sus propias líneas", en lugar de que lo tenga que pagar el Ministerio, que "somos todos", aunque reconoce que todo eso acaba repercutiendo en la factura de la luz.

En todo caso, recalca que se va avanzando "poco a poco", a menudo por iniciativa de las propias compañías eléctricas, que no les conviene que las aves se electrocuten porque se les dispara el sistema, pero le gustaría más ambición.

Muchas de las denuncias por aves electrocutadas provienen de colaboradores de esta ONG, que llaman a los Agentes de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Aragón, al Seprona o al 112, que activan el protocolo para enviar al animal al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca, donde se recuperan o, en el peor de los casos, se les practica la necropsia. 

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