Familia Monge Nadal: vivir en el paraíso, en medio de ningún lugar

En una antigua vaquería ubicada cerca de Movera se encuentra esta casa que ha sido remodelada íntegramente por el zaragozano Jesús Monge, decorador y artista multidisciplinar.

"Viendo todo lo que hemos visto meses atrás, nos hemos sentido más que afortunados de contar con estos espacios", explica Jesús Monge (65 años), quien ha dedicado gran parte de su vida a la decoración, si bien es cierto que en los últimos años la pintura se ha convertido en su actividad principal. Lo de crear, para él, forma parte de su día a día.

"No para, siempre está cambiando cosas, pensando en mejorar espacios, le encanta lo que hace", añade Ana María Nadal (56), su esposa. Y esto es algo que salta a la vista cuando se accede a la casa, que se levanta en el barrio zaragozano de Movera. Nada más entrar se encuentra el salón de la casa, de unos 110 metros cuadrados. Un espacio que parece sacado de una película. Con un precioso jardín interior, techos y pareces acristaladas, y una selección de muebles de alta gama -muchos de ellos construidos por él mismo- se convierte en un espacio amplio y luminoso en el que pasar los peores meses de la pandemia ha sido un regalo.

Junto a ellos han vivido Clara (22) y José Luis (24), ambos estudiantes. Ella de Ingeniería del Diseño Industrial y Desarrollo de Producto y él, que ahora mismo se encuentra viviendo en Madrid, Comercio Exterior. Ahora bien, todos coinciden en que el mejor lugar para pasar los meses de confinamiento extremo fueron los jardines. "Yo solía leer o estudiar en el cenador, y tomaba el sol todo el tiempo", explica Clara. Mientras tanto, Ana María y Jesús aprovecharon para acometer antiguas chapuzas que tenían pendientes. "A mí me dio por ordenar cosas, estar mucho en el jardín arreglando algunos muebles, y, ya en casa, ver series", advierte la madre.

"Vivir aquí da mucha tranquilidad y calma, pero no tenemos tratamiento de aguas, ni tendido eléctrico, ni recogida de basuras…"

Han pasado casi tres décadas desde que un jovencísimo Jesús Monge llegó hasta esta vaquería, completamente desvencijada. Hoy, las cuadras y los establos se han transformado en salones, habitaciones y una gran cocina en la que -advierten- hacen mucha vida. "Vivir aquí da mucha tranquilidad y calma, pero no tenemos tratamiento de aguas, ni tendido eléctrico, ni recogida de basuras…", lamenta Monge. De hecho, el camino hasta llegar a su casa está sin asfaltar. Algo se sorprende al visitante, y mucho, nada más llegar. Sin embargo, el zaragozano admite que este es el precio a pagar por vivir en su rincón.

Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
TONI GALAN

Monge adquirió el edificio en 1990 y conoció a Ana María dos años después. "En nuestras primeras citas me decía que estaba construyendo una casa para una reina y yo me reía mucho. Fue algo que me llamó mucho la atención y me resultó una persona muy talentosa", afirma ella.

Sin embargo, los meses de adaptación a la nueva ubicación y el hecho de irse de la ciudad… no fueron fáciles. "Me daba algo de vértigo venir aquí, pero me compré un coche de segunda mano y poco a poco lo conseguí", advierte Ana María. Además, esta procuradora pronto decidió instalar su oficina en una de las dependencias de la planta baja de su hogar, desde la que desarrolla la mayor parte de su trabajo, ahora adaptado a estos tiempos de pandemia.

También Monge tiene un ala entera destinada a su trabajo como artista. En la parte baja vemos su despacho y una zona de exposición con algunos de sus cuadros realistas, y ya, en la plata de arriba, su taller de pintura donde, reconoce, ha pasado largos ratos.

"La llegada de la Expo de Sevilla trajo un ‘boom’ del diseño y esto nos permitió trabajar en acabados más extravagantes y atrevidos. Poco a poco, fui virando hacia algo más clásico y, sobre todo, funcional"

"Ha sido toda una constante evolución. La llegada de la Expo Internacional de Sevilla en 1992 trajo consigo un ‘boom’ del diseño y esto nos permitió trabajar en acabados más extravagantes y atrevidos. Poco a poco, fui virando hacia algo un poco más clásico y, sobre todo, funcional", añade Monge. Que reconoce que, para él, su casa, ha sido el espacio ideal para experimentar y poner a prueba todo lo que sabía.

¿Su objetivo? "El diseño. Puro y duro. Empecé con un concepto minimalista pero pronto me di cuenta de que no era cómodo para el día a día. Quería un espacio que nos acogiera y que pudiera envejecer con nosotros", afirma. Y así, comenzaría a plasmar esta nueva filosofía en cada espacio, en cada rincón, en cada esquina. "Buscaba lograr un lugar bonito capaz de adaptarse al paso del tiempo y a quienes lo habitan", añade.

Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
TONI GALAN

"Nada combina, pero todo tiene sentido"

El estilo de su hogar es Art déco, el cual se caracteriza por los colores ricos, formas geométricas y detalles potentes, los cuales se encuentran en cada rincón. "En mi casa nada combina, pero todo tiene sentido", afirma.

"La verdad es que siempre está cambiando algo, aunque sea poca cosa, pero cuando pasa el tiempo se nota mucho", explica Clara, que nos cuenta cómo vivió ella la llegada del estado de alarma pues… casi la pilló en Italia. "Estaba de Erasmus en Bolonia, me tuve que volver el 2 de marzo porque allí la cosa ya estaba fatal y todos los estudiantes se estaban yendo", rememora. Por eso, una vez llegó a Zaragoza, decidió auto confinarse y no salir de casa para nada. "Eso sí, pensé que iba a ser cuestión de días… y mira", concluye.

"Parecía todo mentira. Era como estar viviendo en una película de ciencia ficción. Nuestro hijo por aquel entonces sí que estaba en casa, pero tenerla a ella lejos y en un país del que llegaban semejantes noticias era muy angustioso", reconoce Ana María.

En el caso de Monge, él admite que siempre pensó que la crisis sanitaria iba a ser larga. "Estaba todo el tiempo analizando lo que ocurría en el mundo y no tenía buena punta. Me parecía todo un disparate. Como un mal sueño", explica. En su caso, aprovechó los meses de pandemia para terminar algunas obras inacabadas -dadas las circunstancias se vio completamente imposibilitado de ponerse a crear nada pues la situación le afectaba demasiado- y, sobre todo, reencontrarse con la pintura: "Me volqué de lleno y la verdad es que ha ido muy bien".

"Creo que la pandemia ha sido como un castigo necesario para darnos cuenta de que tenemos que reflexionar sobre la vida que tenemos"
Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
Casas en el confinamiento: familia Monge Nadal
TONI GALAN

Tanto que había sido invitado a la feria Art Revolution Taipei que tenía lugar en mayo de 2021 y en la que iba a participar con nada más y nada menos que diez obras, las cuales todavía permanecen en Taiwán a la espera de una fecha definitiva para que tenga lugar la cita. "Creo que la pandemia ha sido como un castigo necesario para darnos cuenta de que tenemos que reflexionar sobre la vida que tenemos. Vivimos más mirando hacia afuera sin cuidar lo que verdaderamente importa, algo como nuestro propio hogar, sin ir más lejos", afirma.

Monge hace referencia al auge de las chapuzas y reformas en los hogares aragoneses en 2020. "La gente no se dio cuenta de lo mal que tenía las cosas hasta que nos obligaron a encerrarnos dentro. Nuestra casa es el lugar más valioso que tenemos por eso lo debemos cuidar con cariño", concluye.

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