El restaurante del Elíseos de Zaragoza aún busca una nueva oportunidad

Los propietarios del histórico salón de ceremonias ubicado bajo el cine quieren dar una salida "digna" al local y critican la instalación de un McDonalds en la planta calle.

El salón principal conserva sus elementos más representativos a la espera de un nuevo uso.
El salón principal conserva sus elementos más representativos a la espera de un nuevo uso.
Guillermo Mestre

Al entrar por las puertas del antiguo restaurante Elíseos de Zaragoza y bajar por su solemne escalinata hacia las plantas inferiores, el bullicio de la gran ciudad queda amortiguado por paredes con más de 75 años de antigüedad. El local, cerrado desde 2012, está vestido con una leve capa de polvo sobre sus paredes, lámparas y barandillas, pero mantiene la nobleza que lo convirtió en uno de los rincones más distinguidos de la ciudad para todo tipo de celebraciones. Hoy, sus propietarios buscan darle una salida "digna" tras ver cómo los del antiguo cine alcanzaban un acuerdo con la multinacional McDonalds para abrir una hamburguesería.

"Queremos que el local vuelva a brillar como lo hizo durante tantos años, ya no se trata de buscar el mayor negocio, sino a alguien que valore este lugar como nosotros lo hacemos y lo recupere con una actividad que respete su historia", resume Nuria Muñoz, encargada de gestionar este patrimonio en nombre de las propietarias e hija de una de ellas. El restaurante ocupa las plantas inferiores del edificio de Sagasta 2-4 que proyectó Teodoro Ríos Balaguer en 1945 para la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja. Cuenta con un espacio para comidas de diario y un gran salón de época. Sus entrañas, además, esconden un refugio antibombas con salida directa al río Huerva que se usó como bodega y parte de la antigua carbonera que calentaba el lugar.

El negocio se inauguró en 1945 como Salón de té Elíseos, unos meses después de la apertura del cine, y contaba con su propia orquesta. A partir de entonces se convertiría en uno de los lugares favoritos para celebrar bodas y todo tipo de eventos.

En 1971, la entidad bancaria le alquiló el local a Norberto Romea, que transformó la sala de fiestas que era entonces en un restaurante, y en 1988 lo adquirió definitivamente. A continuación pasó a manos de sus actuales propietarias, dos familias amigas que gestionaron el negocio hasta que en 2002 delegaron su explotación en Javier Tena, que terminó cerrando el local en 2012.

La escalera aún recuerda su fecha de construcción, en 1945.
La escalera aún recuerda su fecha de construcción, en 1945.
Guillermo Mestre

Historias entrelazadas

Para las propietarias, "el local forma parte de sus vidas, han trabajado en él muchos años y el negocio partió de una gran amistad", relata Nuria Muñoz, que asegura que siempre lo han gestionado "con cariño"y "con el recuerdo" de los primeros años. Por eso, apuesta por dar una salida que respete su memoria (han habilitado una cuenta de correo: localeliseos@gmail.com). "Nos está costando mucho mantenerlo ya que pagamos 16.000 euros de IBI al año y tenemos un valor de casi 2 millones en el catastro", apunta.

Pese a todo, han rechazado propuestas que, a su juicio, no hacían honor al inmueble, como discotecas. Por ello, lamentan que sus caminos se hayan separado de los del cine Elíseos, con el que les une una historia común. La sala de proyecciones nació el 23 de diciembre de 1944 con la película ‘Me casé con una bruja’, de René Clair, y cerró sus puertas el 7 de agosto de 2014 con ‘Marsella’, de Belén Macías. En 1986, la Caja de Ahorros vendió el inmueble a Zaragoza Urbana, que lo traspasó en 2015 a su actual propietario, Manuel Villarig, dueño del grupo Telnet Redes Inteligentes. Tras un acuerdo con este, McDonalds abrirá próximamente un restaurante de comida rápida en el antiguo cine, una vez superada la tramitación urbanística y de Patrimonio.

Los propietarios del restaurante Elíseos han presentado alegaciones ante el Ayuntamiento –que no han sido atendidas hasta la fecha– por posibles incompatibilidades del proyecto de la multinacional con su local (en materia de derechos de paso, salidas de humos o uso de la fachada, entre otros) y advierten de la posible compartimentación del hall, que comparten ambas propiedades. Lamentan, finalmente, no haber contado con "colaboración" para tratar de encontrar una salida conjunta a sendos negocios, "que en su inicio eran uno solo".

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