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Denuncian la destrucción de elementos protegidos de la antigua Joyería Aladrén

El propietario del local alerta de un “expolio” por parte del inquilino saliente y Urbanismo lleva el caso a la Fiscalía.

La antigua Joyería Aladrén, en la calle Alfonso de Zaragoza
La antigua Joyería Aladrén, en la calle Alfonso de Zaragoza
Guillermo Mestre

La familia Baselga, propietaria del local de la antigua Joyería Aladrén y posteriormente del Gran Café, en la calle de Alfonso I número 25 de Zaragoza, ha denunciado la destrucción de importantes elementos catalogados del histórico establecimiento por parte, aseguran, del inquilino saliente. Un ataque contra el patrimonio que ha llevado al área de Urbanismo del Ayuntamiento a precintar el lugar y trasladar el caso a la Fiscalía ante los indicios de delito.

Según ha informado este miércoles el Consistorio, los funcionarios municipales “constataron la eliminación de elementos protegidos de la fachada, como los carteles de la joyería y el farol de iluminación ubicado sobre la puerta de acceso al local”. Por este motivo, agentes de la Policía Local precintaron el establecimiento para evitar daños mayores y Urbanismo advirtió a los arrendatarios de que se enfrentaban a una sanción de entre 6.000 y 60.000 euros por una infracción grave.

Fue Santiago Baselga, propietario del local, quien dio la voz de alerta. Según explica, el arrendamiento expira el 31 de mayo tras un acuerdo judicial con los inquilinos por el cual “podían llevarse todo lo que no estuviera anclado a la pared, el suelo o el techo”. Sin embargo, tras recibir este martes una llamada de aviso por parte de un vecino, comprobó cómo “se han llevado marquesinas, carteles, el farol..., han estado usando una sierra eléctrica y una maza”.

Por este motivo, presentaron una denuncia en el juzgado, con la intención de tratar de frenar las obras que se llevaban a cabo en el interior de la antigua joyería. Sin embargo, comenta Baselga, “el juez consideró que prevalecía su derecho como inquilino hasta el 31 de mayo, y que si cometía algún daño, ya pagaría por ello”. El propietario lamenta, en todo caso, que “eso no sirve de nada, porque mientras, están acabando con un patrimonio muy valioso de la ciudad”.

“Nos dijeron que destrozarían el local si no pagábamos, pero no les creí. He pasado la noche frente al local para evitar que siguiera el expolio” 

El propietario, además, presentó una denuncia por extorsión, ya que según su versión, los inquilinos le reclamaron 130.000 euros en concepto de la licencia de actividad y del mobiliario, o “habría consecuencias”. “Nos dijeron que destrozarían el local si no pagábamos, pero no les creí”, apunta. Baselga, que ha pasado la noche frente al local “para evitar que siguiera el expolio”, ha agradecido la “rápida actuación” por parte de Urbanismo para “detener el destrozo”.

Además del precinto del local y del aviso a la Fiscalía, el Ayuntamiento ha dado parte de la situación a la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón. “Se ha detectado que en las obras en la antigua joyería se han eliminado elementos protegidos de la fachada, como los carteles, o el farol de la puerta de acceso”, ha relatado el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano.

“Vamos a ser inflexibles y contundentes con quien destruye nuestro patrimonio”, ha advertido el edil de Ciudadanos. “Las inspecciones han puesto de manifiesto que los arrendatarios del local han expoliado presuntamente distintos elementos protegidos”, ha relatado.

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Escaparate de la joyería, en 1997, cuando la calle Alfonso aún no era peatonal.
Oliver Duch

Proyecto de recuperación

El local, con 136 años de historia, es una de las joyas patrimoniales del comercio de la ciudad. De hecho, muchos de sus elementos (fachada, marquesinas, columnas de fundición…) están catalogados como Bien de Interés Arquitectónico. Los propietarios, de la mano del estudio Cronotopos, han proyectado una reforma para la recuperación del inmueble, una vez vuelva a sus manos tras el arrendamiento.

“Queremos revalorizar el local”, apunta Alejandro Lezcano, del estudio de arquitectura. El proyecto de reforma, tal y como detalló a este periódico recientemente, se propone recuperar el espíritu de sus primeros días. “La idea es recuperar el estado original de 1885 e intervenir con un lenguaje contemporáneo en sus elementos movibles”, relató.

Este prestigioso comercio de la calle Alfonso cerró sus puertas en 1997 -cuando se retiró José Ignacio Lacruz, el último platero del tesoro del Pilar-, pero apenas un año después reabrió como el Gran Café Zaragoza, que estuvo en activo hasta poco antes de la pandemia.  Este local se incluyó recientemente en el listado de 41 establecimientos con solera que elabora el Ayuntamiento de Zaragoza, cuya protección ha blindando recientemente con una nueva normativa.

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