madres en el recuerdo

"El tiempo más feliz de mi madre fue cuando se separó y pudo hacer lo que nunca había hecho"

Aurora Buil, de 82 años, sufrió un ictus el pasado año que la dejó postrada durante meses en una cama, ajena a todo cuanto estaba ocurriendo en el mundo. Falleció en pleno confinamiento, alejada de los suyos. 

María Ángeles, Beatriz y Carlos hojean el álbum familiar, lleno de recuerdos de su madre, que murió durante el confinamiento, en abril de hace un año.
María Ángeles, Beatriz y Carlos hojean el álbum familiar, lleno de recuerdos de su madre, que murió durante el confinamiento, en abril de hace un año.
P. B. P.

Aurora Buil, de 82 años, sufrió un ictus el pasado año que la dejó postrada durante meses en una cama, ajena a todo cuanto estaba ocurriendo en el mundo. "Nació en el 37, en plena Guerra Civil, y ya no le dio tiempo a vivir este momento histórico porque de enero a abril de 2020 estuvo hospitalizada, sin enterarse de nada", relatan sus hijos, mientras recuerdan con un álbum de fotos algunos de los momentos más felices que vivió esta anciana. 

Madre de cuatro hijos, y la mayor de cuatro hermanos, pasó gran parte de su vida entregada a la familia y a los cuidados. Precisamente por eso, subraya María Ángeles, la mayor de sus descendientes, Aurora vivió su ‘época dorada’ cuando se separó de su marido, en el año 95. "Su tiempo más feliz fue entonces, cuando pudo hacer lo que nunca había hecho. Quiso vivir sus últimos años independiente, y sus amigas dicen que estaba muy orgullosa de la vida que había tenido", cuenta María Ángeles.

Aurora Buil, en dos de sus últimas Nocheviejas en familia, en casa de una de sus hijas.
Aurora Buil, en dos de sus últimas Nocheviejas en familia, en casa de una de sus hijas.
B. G.

Nacida en Barbastro el 14 de febrero de 1937, Aurora dejó su localidad natal al poco de cumplir la mayoría de edad, cuando se vino a la capital aragonesa para trabajar como modista y aprender el oficio en las casas más ricas de la ciudad. "Era una mujer muy trabajadora, de la casa y del coser. La ropa que tenía se la hacía toda ella, y mi vestido de novia lo hizo también mamá. En aquella época se la rifaban un poco, aunque nunca estuvo asegurada", explican sus hijos.

Aurora Buil, en dos imágenes de archivo facilitadas por sus hijos. En la primera, en la capital aragonesa, al poco de casarse.
Aurora Buil, en dos imágenes de archivo facilitadas por sus hijos. En la primera, en la capital aragonesa, al poco de casarse.
HA

Esta barbastrense se casó con su marido, Félix Gómez, a los 23 años, en la Catedral de Barbastro. Cuentan que el viaje de novios lo hicieron al pueblo de él, en Toledo. Por aquel entonces ambos vivían ya en Zaragoza, primero en el barrio de Las Fuentes, en la calle del Obispo Laplana, y después en Obispo Tajón, en el barrio de Las Delicias. Allí vivió de manera "independiente" y "feliz" sus últimos años, sin requerir ayuda ni cuidados. "Era una mujer que con poco dinero sabía organizar muy bien la casa y le gustaba valerse por sí misma. Una vez le mandamos a una chica que le limpiara e hiciera la comida y la despachó diciendo que el ayuntamiento le iba a mandar a una, y era mentira", cuentan entre risas. 

A pesar de su longevidad, Aurora no pudo cumplir con todos sus deseos. Le faltó tiempo. Tenía la ilusión de ser bisabuela, "y por solo un añico" no pudo serlo. "Es una pena que yo tengo", confiesa la mayor de sus hijas, que acaba de ser abuela. 

Recordarla en estas líneas supone para esta familia el "homenaje" a una mujer que, por las circunstancias, no tuvo despedida, como tantos otros mayores que murieron alejados de los suyos. 

Aurora Buil, en una imagen reciente, antes de enfermar.
Aurora Buil, en una imagen reciente, antes de enfermar.
HA

"Mi madre era de esa generación que ha sacado este país adelante. Personas trabajadoras, que nos han procurado estudios, pero que cuando han caído, no se les ha dado la atención que merecían", reflexiona María Ángeles, que trabajaba de médica en primera línea cuando falleció su madre, meses después de sufrir el ictus.

Ella es una de las sanitarias que tuvieron que dejar el ámbito de la Primaria para desplazarse "prácticamente sin medios" a prestar asistencia en los centros covid designados para ello. Esta médico reconoce que fueron momentos muy díficiles, que a nivel personal le han dejado huella. "A mí siempre me han gustado los abuelos y al ver lo que estaba pasando yo sufría. Tenía a mi madre todo el día en la cabeza, pero luego además veías a todos esos pacientes que se iban muriendo, y para los que no teníamos espacio suficiente ni recursos, y la situación me acongojaba muchísimo", confiesa esta médica, que está actualmente de baja. 

Tanto su hermana Beatriz, profesora en un colegio, como su hermano Carlos, uno de los conserjes que estuvieron al pie del cañón en los primeros meses de pandemia, coinciden en señalar que si su madre hubiera vivido estos tiempos se habría llevado el premio al "mejor confinamiento", pues últimamente apenas salía de casa. No obstante, matizan que habría sufrido mucho, a pesar de las apariencias. "Ella era una mujer dura, que rara vez mostraba sus sentimientos porque le habían enseñado a no hacerlo. Pero aunque no lo manifestara, sabemos que habría sufrido mucho con todo esto. A veces viendo las noticias se le caían las lágrimas", relatan.

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