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Una familia barcelonesa echa raíces en la comarca del Aranda gracias a la Escuela de Música Tradicional

Llegaron hace dos años y, tras un parón por la crisis, vuelven a dar clases en varios pueblos.

Las clases de guitarra se imparten en el auditorio de Illueca.
Las clases de guitarra se imparten en el auditorio de Illueca.
P. López Rojo

"La música es algo contagioso: mi hermano Alejandro nos arrastró a todos desde pequeños, somos siete hermanos y todos tenemos relación con ella", recuerda Beatriz Sánchez. Comenzó su andadura musical desde la niñez viviendo en un ambiente familiar muy influido por la música y otras artes y ahora transmite esta pasión a sus alumnos de la comarca del Aranda.

Hace dos años, siguiendo de nuevo los pasos de su hermano Alejandro, se trasladó junto a su marido y sus hijos a Gotor para continuar con la labor didáctica que este ya había emprendido en la zona a través de la asociación cultural Leza. "Mi hermano Alejandro fundó Leza hace 35 años. Nosotros impartíamos clase en Barcelona, pero nos vimos obligados a empezar de cero. Decidimos hacerlo aquí, donde ya estaba afincado él desde hacía una década y donde había fundado la escuela de música tradicional de la localidad. Tenía previsto jubilarse, así que pensamos que era una buena opción, para volver a empezar", relata.

Beatriz, la madre de la familia, ha compaginado durante tres décadas la enseñanza en la Escuela de Música Tradicional de Barcelona con la interpretación en el grupo Lahiez, además de con trabajos de investigación de etnomusicología. Ella, su marido Antonio Beltrán y su hija Cecilia son el alma de esta escuela de música que ahora tiene su sede en Illueca, cabecera comarcal, y ha reanudado su actividad tras el parón por la pandemia.

Beatriz reconoce que el coronavirus les ha pasado factura. "Además de en Illueca, damos clases en Mesones, Arándiga o Morata, pero la situación es muy delicada, y nuestro alumnado se ha reducido muchísimo, en torno a la mitad. También pesa mucho que en Calatayud, donde también impartíamos clases ahora, dada la situación, tampoco podemos hacerlo", cuenta. "Son tiempos duros, desde marzo a octubre hemos estado sin actividad y ahora son muchas las familias que nos comentan que les gustaría traer a sus hijos pero que por miedo prefieren esperar un tiempo a que la situación mejore", comenta.

Para diversificar la economía familiar, su marido compagina desde hace algo más de un año el trabajo de la enseñanza musical con el servicio de taxi en Gotor. "No hay demasiado trabajo, porque el flujo fuerte suele ser durante las fiestas de los pueblos de alrededor, pero como tampoco se celebran, no tiene mucha demanda", explica Beatriz.

En su decisión de dejar la Ciudad Condal y trasladarse a la comarca del Aranda, también han pesado sus vínculos afectivos. "Nací en Viver de la Sierra, mi padre era entonces practicante en el consultorio de allí y después también lo fue en Gotor", recuerda.

Su hija Cecilia, que estudia la carrera de piano en el Conservatorio de Música de Tarazona, se hace cargo la escuela de música de Illueca. "Tenemos 18 alumnos de todas las edades, desde los tres años hasta la madurez. Hacemos grupos reducidos por nivel y por instrumento", explica Beatriz sobre su funcionamiento.

La flauta, la guitarra o el piano, son los más habituales aunque esta entidad tiene infinidad de instrumentos, sobre todo tradicionales, que ponen a disposición de sus alumnos (a través del alquiler o venta). Las clases se imparten semanalmente en el auditorio de Illueca, instalaciones que el Consistorio cede de forma gratuita. "Estamos contentos, es un lugar idóneo, hasta el año pasado la escuela tenía su sede en Gotor, donde residimos, pero la falta de alumnos nos llevó a trasladarnos hasta un núcleo de población mayor", apunta.

Cada uno de estos músicos, se encarga de una parcela de la enseñanza musical, que va desde la música infantil, el solfeo hasta la práctica con instrumentos.

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