Afluencia escalonada y constante de turistas en la vuelta del Monasterio de Piedra

En la primera jornada de su reapertura se estiman más de 500 visitantes, parejas, familias y pequeños grupos, recorrieron el entorno natural.

El parque jardín histórico del Monasterio de Piedra ha vuelto este sábado a abrir sus puertas al público después de casi cuatro meses de un cierre derivado de las restricciones a la movilidad para contener la expansión de la pandemia de coronavirus. La apertura seguirá siendo exclusivamente en festivos y fines de semana. Sobre las 9.40, 10 minutos después de la apertura, David Sanaú y Ana Lucía Belón, ambos residentes en Zaragoza, han sido los primeros en cruzar los tornos de acceso al espacio natural. "Leímos en HERALDO que se abría este fin de semana y como a Pirineos se esperaba que fuera mucha gente, creímos que era una buena opción para estar en la naturaleza y no sufrir aglomeraciones", explicaba él. "En mi caso –indicaba ella- es la primera vez, soy de Perú, llevo dos meses en Zaragoza y no lo conocía".

Ellos han sido de los primeros en pasear por los cinco kilómetros bajo la espesa arboleda regada por las aguas del Piedra en este rincón de la Comunidad de Calatayud. Tras ellos, más de 500 personas se estiman que se unan al recorrido de forma paulatina y sin aglomeraciones a lo largo del día, según los datos de venta de entradas ofrecidos por la empresa gestora del complejo. "Vamos y venimos en el día, pero también aprovecharemos para acercarnos a Calatayud y verlo un poco", explicaba Sanaú. A lo que Belón añadía que "también pasaremos por varios pueblos, porque es totalmente diferente a Latinoamérica.

En el caso de los bilbilitanos David Álvarez y Estela Cerro se habían decantado también por este espacio con el objetivo de "pasar el día". "De pequeña sí que vine, pero ya hacía mucho tiempo que no veía", reconocía ella. Para él era la primera vez: "Mira que soy de aquí pero no había estado". Caso contrario al de Manuel Pérez, natural de Tenerife y residente una temporada en Zaragoza por motivos laborales: "Vine de pequeño, con 8 o 9 años cuando íbamos con mis padres hacia Tarragona. Tenía ganas de volver a verlo y llevaba ya unos días mirando". Javier Meléndez y tres amigos más llegaban también de la capital aragonesa y tenían más planes además de pasar por el Monasterio: "Queremos ver la Gruta de las Maravillas de Ibdes y una senda muy corta con cascadas".

"Venimos de Binéfar y no sabíamos que la reapertura era hoy. Como ya se podía pasar de provincia queríamos venir aquí y a la vuelta pararemos en Zaragoza", explicaba Manuel Esteban Sánchez, que encabezaba la expedición junto a otros cuatro amigos. "No habíamos venido pero nos ha dicho que hay cascadas muy bonitas y que hay que andar mucho", explicaban sus compañeras Rosana Leat y Leire Maillo. Otros oscenses, Enrique García y Julia Martínez, de Almudévar y acompañados de su perro, reconocían que "nos gusta mucho la naturaleza, pero como sabíamos que iba a haber mucho tráfico en nuestra provincia hemos optado por bajar". "Había estado de pequeño, pero casi no me acuerdo", detallaba él. A su vez, ella reconocía que "estuve con el colegio".

Meses duros de mantenimiento e incertidumbre

Clara Gormedino, responsable de Comunicación del Monasterio de Piedra, reconocía que "somos positivos y estamos contentos, porque somos un dinamizador económico de toda la zona. Nuestra actividad repercute y alegra a hosteleros, restaurantes e incluso comercio y eso nos da más energía". También puntualizaba "para alcanzar un nivel de visitas más razonable, esperamos que vuelva la movilidad entre comunidades".

Durante estos meses de cierre, trabajadores como Ángel García, en plantilla desde hace 21 años, han estado al pie el cañón no sin quebraderos de cabeza. "Se te cae el alma a los pies, además hemos estado trabajando pero bajo mínimos para que todo esté en su sitio: recoger hojas, podar, mantenimiento de vallas, bancos…". En temporada alta, que habitualmente coincidía con Semana Santa, la plantilla llega a 130 personas, 80 de ellas estables. Ahora, el 80% se encuentra en ERTE.

Entre las novedades incorporadas esta temporada está el acondicionamiento del lago del Espejo: "Son unos 7.000 metros cuadrados más donde se han mejorado los senderos y que es un lugar idílico, que contrasta con la fuerza de las caídas del agua", explica Gormedino. Además, se ha incorporado nueva cartelería para seguir un recorrido botánico por los ejemplares más emblemáticos del complejo y se han instalado códigos QR en el claustro, aunque las guías profesionales seguirán atendiendo a los turistas. "Estamos al aire libre y no hay aglomeraciones. Además, hemos reducido aforo un 50% tomando como referencia las cifras de años anteriores y se han puesto dispensadores de gel".

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