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El chef Vidoqc inicia su gira gastronómica en Gamberro, de Zaragoza

Se trata de la primera parada de la iniciativa ‘Si Mahoma no va a la montaña’, un espectáculo de cocina a cuatro manos protagonizado por los chefs Diego Herrero y Franchesko Vera.

Menú a cuatro manos en Gamberro.
Menú a cuatro manos en Gamberro.
Javier Belver

Bastan los primeros acordes de la cubertería, la vajilla, los electrodomésticos o los fogones para que los nervios invadan al equipo formado por parte de las plantillas del Vidoqc de Formigal y el restaurante Gamberro de la capital aragonesa. Es inevitable -explican- cuando lo que sientes por la cocina es verdadera pasión y un amor irrefrenable. Nos encontramos en Gamberro, en el número 26 de la calle Bolonia donde, desde hace un par de días… se cuece algo.

En concreto, la primera parada de la gira gastronómica ‘Si Mahoma no va a la montaña’, una idea original del chef Diego Herrero, del Vidoqc, que tras cuatro meses de cierre de su establecimiento a causa de la pandemia decidió que era el momento de pasar a la acción y lanzarse a la carretera como si de una banda de rock se tratara. “La idea era visitar varios restaurantes de Aragón cocinando a cuatro manos con chefs amigos con el único objetivo de hacer ruido, disfrutar y hacer lo que más nos gusta”, reconoce el cocinero.

¿La propuesta? Un repertorio de 16 temas -o pases- que, plato a plato, se convierte en un espectáculo ‘in crescendo’ con un final muy emocionante. “Hemos querido jugar con nuestro territorio, los platos mezclan la esencia de la montaña, la ciudad, nuestros viajes o la huerta de proximidad”, añade Herrero.

Vivir la cocina como si de una banda de rock se tratara

En sus platos, se combinan productos como trufa recolectada en las faldas del Moncayo, trucha del Pirineo aragonés, latón de La Fueva o zanahorias baby de la huerta del propio chef de alta montaña con otros más exóticos como el edamame, la quinoa, el cangrejo de cristal o el curry rojo. Un menú degustación que, como si de un concierto en directo se tratase, ha sido concebido para ser efímero, único e irrepetible.

Así, durante un servicio que se prolonga durante más de cuatro horas, cada plato se convierte en una pequeña obra en la que, de la mano de la pinza de emplatar, se cuida hasta el más mínimo detalle. El show, que arranca en la cocina, culmina en la barra exterior, frente a los 17 comensales.

“Tras unos meses tan complicados para el sector, la verdad es que lo hemos pillado con muchas ganas”, reconoce Franchesko Vera, dueño, junto a Flor García, del restaurante Gamberro, escenario de este primer bolo. Un local distinto protagonizado por una estética urbana a la par que elegante en la que la esencia gamberra es la clara protagonista. En sus paredes, tras recorrer un pasillo gris coronado por nubes de algodón iluminadas por luces de neón azules, vemos algunos grafitis o tablas de skate que se entremezclan con cuadros irregulares entre los que destaca una imagen de Dalí. Sobre las mesas y los estantes hay varios modelos de patos de goma o calaveras de colores.

Es como cuando en una coctelera hechas muchas cosas que no pegan ni con cola, pero al verterlo en el vaso te das cuenta que tiene sentido, y encima, si te atreves a probarlo, descubres que te encanta”, resume Vera. “Somos peculiares, distintos y hacemos una cocina muy personal”, reconoce el chef zaragozano que, junto a su pareja, García, abrió su primer establecimiento hace seis años en la avenida de Madrid. De allí, se trasladaron a Blasón Aragonés hasta que, hace justo un año, inauguraron el local actual.

¿La propuesta? Arriesgada y gamberra: un menú degustación cerrado y a ciegas compuesto por nada más y nada menos que 14 platos, por 45 euros, bebida aparte. “Diego y yo nos conocimos en 2013 cuando yo trabajaba en el valle de Tena y enseguida conectamos, ambos necesitamos crear, constantemente”, reconoce el cocinero.

Como un ave fénix

Desde el anuncio del inicio de esta gira gastronómica, el restaurante -actualmente con una limitación de aforo de 17 personas según marca la normativa- se llenó en apenas un par de días. Hecho que denota que “la gente tenía ganas”, admiten. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de una iniciativa que surge tras un año marcado por la pandemia, como una alternativa para tratar de resurgir de sus cenizas. “Tras varios meses de cierre, parece que abriremos el 5 de marzo, por ahora solo los fines de semana”, explica Herrero, que no descarta que haya una segunda visita al Gamberro, al menos cuando dé por finalizada esta gira que le llevará a varios rincones de Aragón, como Huesca, Barbastro o Zaragoza.

Otro gran reto ha sido trabajar a distancia adaptando sus cocinas a las nuevas tecnologías. “Nos reuníamos por videollamada con nuestros equipos, más que cocinar a cuatro manos ha sido a diez, pues tan solo somos las caras visibles de un grupo de grandes profesionales que nos acompañan en este camino”, admite Vera.

Han sido semanas protagonizadas por el intercambio de ideas, sabores y fantasías que se materializaba este jueves, 25 de febrero, en un intenso servicio en el que el movimiento y el ir y venir de cada miembro de este equipo era de auténtico vértigo. “Imagina, todos estos platos se van a probar una única vez y en primicia en cada uno de estos lugares”, afirma Herrero. Precisamente como ocurre en un espectáculo en directo, en el que no hay margen de error ni repetición posible.

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