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Un empresario arrastra al banquillo a un barrendero por un supuesto fraude de 2 millones en Zaragoza

La Fiscalía lo acusa de montar un entramado de sociedades para ofrecer servicios propios de una ETT y dejar de pagar las cuotas de los trabajadores a la Seguridad Social. Los cuatro "firmones" con los que constituyó las mercantiles se enfrentan también a penas de prisión.

Los acusados, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
Los acusados, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Zaragoza.
Guillermo Mestre

El empresario David M. P. no tuvo ayer ningún problema en reconocer que se sirvió de varios ‘firmones’ u ‘hombres de paja’ para «bordear» las limitaciones legales y montar una entramado de sociedades que ofrecía los servicios propios de una empresa de trabajo temporal (ETT). Lo hizo durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Zaragoza contra él y otros cuatro testaferros por un presunto fraude por el que la Seguridad Social les reclama dos millones de euros. La Fiscalía pide también para ellos penas de tres años y medio de prisión, aunque considera que la suma defraudada fue muy inferior, ya que no llegaría al medio millón.

«Tendrán que aclararse con las cantidades, porque hablan de cifras muy distintas», llegó a advertir ayer a las acusaciones el magistrado ponente, Miguel Ángel López del Hierro. Al parecer, el Ministerio Público y el abogado que representa a la Seguridad Social han utilizado distintos métodos de cálculo, por lo que será hoy, en sus informes finales, cuando uno y otro tengan que justificar por qué exigen una suma u otra. Y será el tribunal de la Sección Tercera quien tenga la última palabra.

Según explicaron los dos inspectores de trabajo que investigaron el supuesto fraude, las cuatro empresas bajo sospecha estaban vinculadas. «Había una, Tesmon-Job, que estaba limpia y al corriente de pago. Con esta se cerraban los contratos con los clientes, principalmente del sector de la construcción. Pero las que aportaban los trabajadores eran las otras tres, que fueron las que dejaron de pagar las cuotas y generaron una enorme deuda con la Seguridad Social», indicaron. Los peritos recordaron que funcionaban en conjunto como una ETT pero saltándose las obligaciones legales .«Para montar una ETT se exigen importantes requisitos, entre ellos un aval, un registro...», señalaron. Y ninguna de las mercantiles los cumplía.

«Pero si no pagué, no fue porque quisiera defraudar. No pagué porque no pude, porque a mí tampoco me pagaron muchas facturas"

Durante su declaración, David M. P. demostró estar plenamente convencido de que actuó de forma correcta, aunque admitió que    varias de las empresas que el dirigía en la sombra dejaron de pagar bastantes cuotas a la Seguridad Social. «Pero si no pagué, no fue porque quisiera defraudar. No pagué porque no pude, porque a mí tampoco me pagaron muchas facturas. Vine a Zaragoza para explicárselo a la Seguridad Social, pero no sirvió de nada», señaló el principal acusado.    A preguntas de la acusación particular, David M. P. reconoció también que dejó de presentar las cuentas anuales y que tampoco planteó nunca un concurso de acreedores.

Un barrendero al frente

El empresario tampoco se anduvo con tapujos al explicar que fue    un tal Emilio –no dio más señas–    quien le suministró a los ‘firmones’. «Yo ni los conocía, tan solo había visto su DNI. El único que dirigía realmente estas empresas era yo, ellos se limitaban a firmar.Si hubieran aparecido por las oficinas les hubieran preguntado que quiénes eran», confesó.

Los tres hombres a los David M. P. que puso al frente de sus    sociedades –incluido un hermano– confirmaron que aceptaron firmar «por hacer un favor, pero sin percibir nada a cambio». Uno de ellos explicó que trabaja actualmente como barrendero. Preguntado por sus conocimientos empresariales, este hombre explicó al tribunal que cursó estudios "solo hasta 7º de EGB"-

La excusa de la cuarentena puede llevar a un acusado a prisión

En el banquillo de los acusados deberían haberse sentado ayer cinco personas, pero una de ellas alegó estar en cuarentena tras hacerse una PCR para no acudir a la vista. Pero al tribunal aquello le sonó a excusa, ya que este hombre, Antonio E. L., habría manifestado a los funcionarios de la Audiencia de Zaragoza con anterioridad que no pensaba presentarse. «Y parece que la única razón es que no le da la gana», explicó el magistrado ponente a su abogada, que dijo no saber nada al respecto. Lo cierto es que se llegó a pedir el aplazamiento del juicio, a lo que la Sección Tercera se negó.Es más, la vista comenzó ayer sin la presencia de este acusado. Pero si hoy no se presenta, los magistrados podrían instar su  arresto y envío a prisión. «No puede chulear al tribunal», señaló el presidente

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