violencia de género

La mujer rescatada in extremis en Zaragoza: "Por mis hijos y mis nietos, pero hoy tú no me matas"

Miguel y Rubén, los dos policías que evitaron el pasado martes el estrangulamiento de una vecina del Arrabal de 68 años a manos de su marido narran para HERALDO el dramático rescate.

Miguel (izquierda) y Rubén, los dos policías que el martes rescataron in extremis a una mujer en Zaragoza.
Miguel (izquierda) y Rubén, los dos policías que el martes rescataron in extremis a una mujer en Zaragoza.
Oliver Duch

Hasta en las situaciones más desesperadas, la naturaleza humana es capaz de encontrar una razón por la que aferrarse a la vida. Y de este instinto de supervivencia fue del que tiró el martes una vecina del barrio del Arrabal de Zaragoza para plantar cara a su marido cuando la sentó en la taza del váter y empezó a apretarle el cuello con fuerza. “Por mis hijos y mis nietos, pero hoy tú no me matas”, reconoció después que llegó a gritar a su agresor. Gracias a su determinación, a la llamada de una vecina al 091 y a la providencial intervención de un par de agentes de la Policía Nacional, que haciendo honor al nombre la unidad motorizada a la que pertenecen, acudieron como “centellas” a la vivienda, esta mujer de 68 años está hoy viva.

“Cuando llegamos, el marido, de 76 años, estaba a punto de asfixiarla. Se había encerrado con su esposa en el baño y hacía fuerza con la espalda contra la puerta para impedir que pudiéramos entrar. Pero lo conseguimos. La mujer estaba temblando, con la mirada desencajada, horrorizada...”, recordaban este viernes a HERALDO Miguel B. S. y Rubén B. R., los dos policías que atravesaron la ciudad como flechas para evitar que la larga lista de víctimas mortales de la violencia machista sumara otro nombre.

“En casos así, no hay ascensor que valga, subes tres, cuatro y cinco pisos corriendo. Y aunque llegues sin aliento, llegas”, cuenta Rubén, el primero en acudir a la desesperada llamada de socorro. “Al llegar al rellano, seguían escuchándose los gritos de la mujer: ‘¡Qué me mata, qué me mata!’. Pero no conseguía distinguir de qué puerta procedían, por lo que tuve que poner la oreja y llamar en varias”, explica. Sabía del peligro que corría esta vecina, por lo que intentó derribar la puerta. Pero ni su juventud ni su complexión atlética pudieron con el sólido marco de metal. Con ayuda de su compañero y otros cuatro “centellas”, mientras aguardaban la llegada de los Bomberos, llegaron a probar suerte e intentar abrir la puerta con el trozo de plástico que hace poco intervinieron a un delincuente especializado en desvalijar pisos por el método del resbalón. “Pero no hubo manera”, cuenta el oficial Miguel B. S. “En una situación de vida o muerte como esta, los minutos se te hacen horas, pero hay que reconocer que los bomberos se presentaron allí en un instante. Y aún menos les costó abrir la puerta, que no tuvieron ni que derribar”, añade.

Con todas las prevenciones del mundo, los policías entraron entonces en este piso de la calle Almadieros del Roncal de Zaragoza. Pero los incesantes gritos de auxilio habían cesado, y tuvieron que recorrer toda la vivienda hasta ver que la única puerta cerrada era la del baño, precisamente el lugar donde se había atrincherado el agresor con su esposa. “Él trataba de hacer palanca, pero es un hombre mayor y no nos costó mucho abrir. Era un cuarto minúsculo y nos removimos como pudimos para detener al marido y poner a salvo a la víctima”, explican los agentes.

Otro incidente hace unos meses

Los sanitarios de la uvimóvil de bomberos y los policías dedicaron bastante tiempo a tranquilizar a la mujer, que presentaba unas visibles marcas rojas tanto en el cuello como en las muñecas. A medida que se fue calmando, la vecina del Arrabal empezó a desahogarse y liberar tensión. Contó entonces a sus rescatadores que todo comenzó por una banal discusión a costa de la dentadura de su marido, que al parecer le molesta y no quiere usar. “Nos explicó que el hombre se puso entonces muy violento y que tuvo que defenderse como pudo, porque pensó que la estrangulaba. Al parecer, le dio incluso varios mordiscos en los brazos para intentar zafarse”, recuerdan Miguel y Rubén.

Como ocurre tantas veces, tras recuperarse del trauma y analizar en frío su situación, la mujer decidió no ratificar en el juzgado de violencia machista de Zaragoza la extensa y pormenorizada comparecencia que previamente había hecho ante los especialistas de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional. “Es una pena, porque no sabes cómo pueden acabar estos casos. Pero son situaciones complicadas. A nosotros nos dijo la señora que llevaba 50 años con su marido, que qué iba a hacer ella ahora, si el que cobra la pensión es él…”, explican sus rescatadores.

Según los funcionarios, la misma víctima les reconoció que hace solo unos meses, “el marido cogió un cuchillo y se fue directamente hacia ella”. Afortunadamente, con paciencia y temple, ella consiguió calmarlo y la situación no pasó a mayores. En cualquier caso, tampoco hubo denuncia entonces y el detenido no arrastraba antecedentes por malos tratos. “Parece que el hombre tiene algún tipo de enfermedad o trastorno del que está siendo tratado”, comentan los policías. Y lo cierto es que los forenses que examinaron al detenido informaron de un deterioro cognitivo, lo que sumado a la retirada de la denuncia, hizo que el agresor acabara en libertad y de nuevo en casa con su mujer.

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