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Santa Fe: a una calle de Cuarte y Cadrete pero confinada con Zaragoza

Los pocos vecinos de esta pedanía de la capital aragonesa no pueden desplazarse legalmente a los municipios colindantes, pero sí a cualquier barrio de la ciudad.

El cierre perimetral de municipios para evitar la propagación de los contagios de covid crea situaciones impensables hace un año como que no se pueda ir a comprar al pueblo de al lado, pero sí recorrer varios kilómetros para ir a otro más lejano. Junto a otros casos de centros urbanos separados por una calle, como el del barrio de Casetas y Utebo, se encuentra Santa Fe, que pese a estar ubicada entre Cuarte y Cadrete,  pertenece al término municipal de Zaragoza, y está adscrita al barrio de Casablanca, situado a 9 kilómetros.

Esta división administrativa no tiene consecuencias en la vida diaria salvo en una situación como la actual de pandemia. Según el último cierre perimetral, vigente hasta mitad de febrero, los vecinos de Santa Fe no pueden ir a comprar a Cuarte, a apenas 3 kilómetros, pero sí recorrer el triple hasta Valdespartera o cualquier otro barrio de la capital aragonesa. Tampoco quienes viven en Cadrete pueden desplazarse a Cuarte, sino a la siguiente localidad, María de Huerva, que no está confinada. En las últimas restricciones, el Gobierno de Aragón decretó el confinamiento de Zaragoza y Cuarte, entre otros municipios.

Pocos vecinos

El centro de Santa Fe y prácticamente todo el término municipal lo ocupa el monasterio cisterciense, propiedad privada, y su entorno. En 1835 fueron expulsados los últimos monjes, según recuerda la Asociación Cultural Monasterio de Santa Fe, que lucha por su conservación. Cruzando la entrada principal de las murallas que lo rodean se accede a una plaza con una media docena de casas, donde viven ahora apenas otros tantos vecinos, entre los que residen habitualmente, solo un matrimonio jubilado, los que acuden a pasar algunas temporadas y los que van a "dar vuelta". Se trata de viviendas en distinto estado de conservación, alguna incluso con piscina, muchas en manos de la misma familia de generación en generación y a la espera de que el monasterio recupere algún día la vida. En todo el recinto habría una veintena.

"Llevo cuatro años viviendo aquí, trabajando para dos personas mayores, y la verdad es que con la pandemia está más tranquilo uno aquí que en la ciudad"
Jairo Santamaría, vecino de Santa Fe.
Jairo Santamaría, vecino de Santa Fe.
Heraldo.es

"Llevo cuatro años viviendo aquí, trabajando para dos personas mayores, y la verdad es que con la pandemia está más tranquilo uno aquí que en la ciudad", afirma Jairo Santamaría, cuidador, mientras arregla las plantas de la entrada de una de las pocas casas habitadas todo el año. Cada calle que rodea a las murallas del monasterio sirve de linde con uno de los municipios vecinos, bien sea Cuarte o Cadrete. En la zona no hay tiendas, por lo que para comprar no hay más remedio que cruzar alguna de las dos fronteras o ir hasta Zaragoza en coche.

"Mi hermano fue al Mercadona de Cuarte y estaban pidiendo la documentación. Le dejaron pasar, pero le dijeron que tenía que ir a un supermercado de Zaragoza", cuenta, desde el balcón, una vecina que solo pasa temporadas, sobre los primeros días de este último confinamiento perimetral.

"Aquí estamos, todo abandonado, y menos mal que aún venimos alguno a hacer alguna cosa", explica, en la plaza, un vecino que acude a la casa de sus abuelos desde Cuarte, porque guarda las herramientas para el trabajo en el campo. Lamenta que en todos estos años no se haya hecho nada por recuperar el monasterio. Parte de él fue catalogado en 1979 Monumento Histórico Artístico, hoy, Bien de Interés Cultural (BIC).

Una pequeña pérgola protege varios carteles con la historia del edificio. Conserva una de sus torres y la cúpula o "torre gorda" como la llaman algunos vecinos. "Salvo los techos, está todo bien conservado. Y aquí, a un paso de Zaragoza se podían hacer convenciones y cursos", propone en caso de que se recuperara el edificio para el público. 

La asociación de vecinos del barrio, que incluye a los de las urbanizaciones del exterior del monasterio, en su mayoría chalets que pertenecen a Cuarte y Cadrete,  y la creada específicamente para salvar el patrimonio local, llevan décadas intentando dar una solución al inmueble , como en su día se hizo con otros zaragozanos como el de Piedra, Veruela, Rueda o el Aula Dei.

"Hay que hacer una actuación ya. Que pase a manos de la Administración y que se haga cargo de la conservación", explica Víctor Marín, que reside en Cuarte pero lleva 14 años al frente del asador restaurante situado frente a la entrada del recinto del monasterio, en territorio de Santa Fe. En su opinión, la rehabilitación para dejarlo tal y como era sería "imposible" por la inversión que requeriría, al menos, en época de crisis como la actual, pero cree necesaria "la consolidación, que no se nos caiga abajo".

"Santa Fe como tal es el monasterio y una pequeña lengua que llega hasta la gasolinera, pero aquí no hay ni panadería ni comercios ni estanco ni nada"
Santa Fe
Víctor Marín, en el restaurante asador El Monasterio de Santa Fe, a las puertas del complejo.
TONI GALAN

Desde la asociación de vecinos se quiere dar un impulso  para "ponerle una cubierta y hacer un espacio que poder usar para temas culturales y sociales", explica Narciso Samaniego, su presidente y vecino de Cadrete. Calcula que unos 3.000 vecinos de los tres términos municipales viven en las que fueran las antiguas tierras del monasterio, que fueron divididas entre ellos. "Zaragoza se quedó el monasterio y la entrada; la derecha es de Cadrete y la izquierda, de Cuarte", explica sobre la división de Santa Fe. 

La organización vecinal se creó para "buscar la colaboración entre los tres ayuntamientos, para que los servicios fueran lo más coordinados posible", explica. Han defendido reivindicaciones como la recuperación del monasterio, la oposición a la instalación de una planta de gas hace una década o impulsado la construcción de un instituto, la última en conseguirse. 

El nuevo centro educativo, junto al monasterio, también está entre dos tierras. "El lado que da a la entrada es de Zaragoza y los accesos solo los hacen hacia Cuarte, pero sería más espacioso que hicieran una entrada en la carretera que es término de Zaragoza", cuenta.

Lamenta que la pandemia "ha venido a levantar muros invisibles" entre los tres municipios, con los cierres perimetrales, aunque sea de forma temporal.

"Santa Fe como tal es el monasterio y una pequeña lengua que llega hasta la gasolinera, pero aquí no hay ni panadería ni comercios ni estanco ni nada", explica Víctor desde su restaurante. El establecimiento es conocido en la zona y a él suelen llegar clientes del entorno y desde varios barrios de Zaragoza, los únicos que pueden hacerlo ahora legalmente. Cuenta con una amplia terraza en el exterior, una antigua era, y otra en el interior, que le han ayudado a sobrellevar las restricciones de aforos.

La estación de servicio de la localidad se encuentra un poco antes de la última rotonda que lleva a Cuarte. Desde ella se puede ver el supermercado de Lidl que hay en el municipio vecino y al que no se puede acudir ahora. Al menos, hasta que mejore la evolución de la pandemia en Aragón, que actualmente se encuentra en máximos en número de contagios en la cuarta ola del virus. Este último confinamiento perimetral está previsto que se prolongue hasta el 15 de febrero.

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