zaragoza

Una joven de Zaragoza se enfrenta a 35 años de cárcel por la paliza que tuvo a su hija 2 meses en la uci

La niña, de solo 4 años, tendrá secuelas psicológicas, neurológicas y estéticas de por vida. La Fiscalía acusa también por tentativa de asesinato al novio de la madre de la fallecida, presunto autor material de los golpes.

Un coche patrulla pasa junto al portal donde se produjeron los hechos en la calle de Zamoray de Zaragoza
Un coche patrulla pasa junto al portal donde se produjeron los hechos en la calle de Zamoray de Zaragoza
Guillermo Mestre

La desgraciada muerte de Laia este jueves en el barrio del Picarral de Zaragoza ha recordado irremediablemente lo ocurrido hace menos de dos años en un piso del Gancho, donde una niña de cuatro años estuvo a punto de perder la vida por una brutal paliza que llevó también a prisión provisional a su madre y al compañero sentimental de esta. Las gravísimas lesiones que sufrió la pequeña la mantuvieron ingresada en cuidados intensivos durante dos meses y le van a dejar secuelas psicológicas, neurológicas y estéticas de por vida. Concluida la instrucción del caso, la Fiscalía acaba de solicitar sendas penas de 35 años de cárcel tanto para la madre Elena Y. L., como para su pareja, Constantin M.

El autor material de la agresión, ocurrida en la madrugada del 27 de abril en una vivienda del número 2 de la calle de José Zamoray, habría sido el hombre. Sin embargo, tanto el Ministerio Público como el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), que también se ha personado en la causa, acusan ahora a la madre como autora por omisión. Es decir, por no tratar de impedir o evitar que su compañero presuntamente matara a golpes a la niña.

La tentativa de asesinato se ve agravada por el hecho de que la víctima fuera una menor, y a ella hay que sumar un delito habitual de lesiones. De ahí que la petición de cárcel a la que ahora se enfrentan sea tan elevada.

Lesiones en toda la cabeza

La niña presentaba numerosos hematomas en prácticamente todas las regiones craneales (frontal, occipital y parieto-temporal), así como en los pómulos, el tórax y los brazos. Su estado obligó a los médicos a intervenirla de urgencia.

Tras poner los hechos en conocimiento de la Policía, los agentes del Grupo de Homicidios detuvieron a la madre de la niña y a su novio como responsables de las lesiones. Aunque al principio lo negaron e insistieron en que había sido víctima de un accidente doméstico, las contradicciones en que incurrieron –uno dijo que la niña se cayó de la cama y el otro que había sido en la bañera– pusieron de manifiesto que mentían.

Al final, Constantin M. acabó admitiendo que había dado «una patada» a la menor porque «no paraba de llorar». No obstante, trató de suavizar su acción asegurando que se levantó de la cama a oscuras y como «no veía» nada «lanzó una patada» y le dio a la pequeña en la cabeza «sin querer» y no recordaba nada más. En su defensa dijo que esa noche había estado por ahí bebiendo cervezas, whisky y fumado marihuana. Pero semejante explicación no convenció al juez, que envió a los dos a prisión.