Policía Nacional

El CSI del fuego: el arte de hurgar entre cenizas y escombros

La Policía cuenta con auténticos rastreadores del fuego, a los que se recurre en incendios mortales como el de esta semana en Calatayud o explosiones como la de Madrid.

La inspectora jefe de la Policía Científica, Pilar García.
La inspectora jefe de la Policía Científica, Pilar García, busca acelerantes del fuego en unas muestras recogidas..
Francisco Jiménez

¿Cuál fue el origen del incendio que el pasado miércoles costó la vida a una mujer de 70 años en Calatayud? ¿Por qué no pudo abandonar la víctima su dormitorio? ¿Fue un desgraciado accidente o deberían depurarse responsabilidades penales? De dar respuesta a estos y otros interrogantes habrá de ocuparse la Brigada Provincial de la Policía Científica, para la que trabaja el llamado CSI del fuego: el equipo de especialistas del Cuerpo Nacional de Policía que se encarga de hurgar entre cenizas y escombros cada vez que hay que averiguar si un incendio o explosión han sido accidentales o intencionados. Afortunadamente, son poco más de una docena de investigaciones las que tramitan cada año en la capital aragonesa. Sin embargo, de su olfato y pericia a la hora de seguir el rastro del fuego depende la resolución de estafas, fraudes e incluso asesinatos.

«La escena se desvirtúa durante las labores de extinción y desescombro, por eso tratamos de dejar siempre constancia gráfica de lo que vemos y encontramos desde un primer momento», explica Pilar García, inspectora jefe de la Brigada Provincial de la Policía Científica, que lidera desde 2014. En la actualidad, su equipo cuenta con cámaras capaces de obtener imágenes en 360 grados. Pero tampoco dudan en recurrir a las tomas áreas desde el helicóptero cuando es necesario, como ocurrió el pasado miércoles en el incendio de Calatayud.

García insiste en que, cuando se trata de trabajar en situaciones catastróficas, como lo son los incendios o las explosiones, la investigación siempre se ejecuta «de fuera a dentro», «de lo general al detalle». El objetivo: llegar a la raíz u origen de los hechos. «En cuanto llegamos a un edificio arrasado por el fuego, la prioridad es analizar desde la calle la ventana por la que han salido las llamas. Poco a poco, vamos acercándonos al foco, buscando una lógica a la cadena de sucesos», subraya la responsable de la brigada.

El CSI del Fuego no puede pasar por alto incoherencias. «Tenemos que confirmar que no existen focos secundarios, independientes del principal, que entendamos que resultan inconexos», puntualiza la especialista, que pone como ejemplo la conflagración que en mayo de 2012 arrasó una enorme nave en el polígono de Cogullada. Los propietarios acabaron ante el juez. «El fuego se produjo en un gran almacén donde se guardaba la mercancía de un bazar oriental. Con ayuda de un perro especializado en la detección de acelerantes –como gasolina o similares–, descubrimos que se habían avivado las llamas.Porque la mayor destrucción se concentraba en una zona donde se guardaban vajillas y cerámicas, algo que no tenía ninguna lógica», rememora la inspectora.

Deudas y problemas personales

Son precisamente indicios de este tipo los que llevan a los ‘científicos’ a sospechar de una presunta intencionalidad. En aquel caso, la prolija investigación permitió demostrar que los dos arrestados provocaron el fuego para beneficiarse de la suculenta póliza del seguro suscrita solo un mes antes. Eso sí, García aclara que estos casos «son pocos, menos de los que acostumbramos a pensar». «Y suelen estar vinculados a situaciones comprometidas, como una deuda societaria o algún problema personal», puntualiza.

Los ‘puzles’ a los que se enfrenta la Científica se complican, en ocasiones, bastante más de lo deseado. «En un incendio, por pura lógica, siempre desaparecen pruebas, acaban consumidas por las llamas, y en esos casos hay que tirar del hilo de otra manera», señala García. En situaciones de este tipo, el manual aconseja revisar siempre las instalaciones eléctricas. «Comprobamos si el origen está en un cortocircuito, en la sobrecarga de una regleta, enchufe o cable... Podemos desechar esa posibilidad viendo el estado de los componentes. Si un cable ha quedado derretido y los cobres quedan en paralelo, el origen no es eléctrico. Pero cuando los cobres aparecen soldados, nos lleva a pensar que el fuego proviene de la propia instalación. Lo mismo ocurre con el cuadro, que queda de una forma u otra según el camino que hayan recorrido de las llamas», matiza.

Pero lo fundamental es hallar acelerantes, la verdadera clave en aquellos casos que resultan ser intencionados. Por eso, la toma de muestras es fundamental antes de que el lugar del suceso se desvirtúe en exceso por la retirada de escombros y el necesario trabajo de los bomberos o del servicio de arquitectura municipal.

La Policía Científica indagó una quincena de incendios a lo largo de 2020, una cifra en la media de años anteriores. Eso sí, en el trabajo de la unidad también suele deslizarse la investigación de alguna deflagración. Entonces, cuenta la inspectora, el camino es menos enrevesado: «Lo primero que comprobamos es si la llave del gas ha sido manipulada. Aquí es más fácil hallar el origen por un sencillo motivo: las explosiones generan una bola de fuego que se autoextingue en cuestión de segundos. Eso supone que pueden quedar objetos intactos junto a otros que acaban destrozados».

"El laboratorio de ADN debería llegar pronto"

Las pruebas de ADN se han convertido en una de las principales herramientas de la Policía Científica a la hora de aclarar la autoría de cualquier delito: desde un simple atraco, hasta una violación o asesinato. El análisis de restos biológicos puede resultar también esencial a la hora de esclarecer un incendio o una explosión intencionados. Sin embargo, estas muestras tienen que enviarse ahora a la comisaría general de Madrid, lo que irremediablemente demora la resolución de algunos casos. De ahí que los especialistas de la Brigada Provincial de Zaragoza anhelen contar pronto con su propio laboratorio genético.

«El laboratorio de ADN podría llegar pronto», asegura Pilar García, inspectora jefe al frente de la Científica. «Confiamos en que la nueva Jefatura Superior, que parece ahora más cercana, cuente con este importante equipamiento. Sería magnífico disponer también de un laboratorio químico, pero asumo que esto será algo más difícil», indica. La edificio que alberga la actual Jefatura Superior, en el paseo de María Agustín, se ha quedado pequeño y obsoleto. Y tras muchos años de negociaciones, por fin parece que existe una clara voluntad de jubilarlo para levantar unas nuevas y modernas dependencias en la antigua estación del Portillo, junto al Caixa Forum.

Pero la colaboración entre los ‘científicos’ de Zaragoza y los de la capital de España seguirá siendo fundamental a la hora de resolver casos. De hecho, allí se encuentra la unidad canina especializada en la Detección de Acelerantes del Fuego (D. A. F.), a la que se recurrió en casos como el del incendio de un almacén de un bazar chino en Cogullada. «Fue uno de sus perros el que marcó la presencia del producto químico con el que se habían avivado las llamas», recuerda Pilar García.

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