paisajes de aragón

De Anento a Gallocanta: el rastro que deja la belleza con dos caras de Filomena

El famoso Aguallueve tiene restringidos los accesos a sus galerías por el riesgo de desprendimientos y en la laguna decenas de especies animales tienen que lidiar con la falta de alimento.

La borrasca Filomena llamó a la puerta un viernes por la tarde en la mayor parte de Aragón y su estela, cuando va camino de que se cumplan dos semanas, sigue siendo la misma: nieve, frío y hielo. En dos puntos emblemáticos de la riqueza paisajística con la que cuenta esta tierra, Anento y Gallocanta, esa belleza de postal, con su hipnótico y relajante manto blanco, tiene un doble filo este miércoles: la peligrosidad, las fuertes heladas y la afección a la fauna de estos entornos.

Camino de Anento, desde la carretera provincial que lo une con Báguena, esa capa impoluta sigue siendo una realidad que solo rota por los pinos y el color rojizo de los acantilados que flanquean la localidad incluida en la lista de los Pueblos más bonitos de España. En cuanto al sendero que lleva desde la oficina de turismo hasta el famoso Aguallueve, de un kilómetro y medio de ida, la mayor parte de su trazado se encuentra dominado por la nieve y por una capa resbaladiza que hace complicado caminar.

Si normalmente el itinerario total –que son unos 3 kilómetros- implica una hora de caminata, en estas condiciones es necesaria una hora solo para el viaje de ida. "El Aguallueve se congela todos los años, porque es un fenómeno fácil de producirse porque se están congelando gotas, pero este año han sido unas temperaturas muy extremas durante muchos días y el volumen de hielo ha sido mayor y más espectacular", explica Rosa Fernández, encargada de la oficina de atención al visitante de la localidad.

"Es bonito siempre, por el ambiente de las cuevas, el musgo…, pero ahora está precioso y peligroso", puntualiza esta conocedora del entorno. A este respecto explica que "hemos delimitado el paso tanto por el hielo que hay en el suelo como por el que te puede caer en la cabeza", explica. En este sentido, argumenta que "vamos a pasar de días en los que hemos estado a 10 bajo cero a las 11 de la mañana a temperaturas más altas, por lo que el hielo se va descongelando y cae a la senda"´.

La quietud de hoy, vaticina Fernández, contrastará con el trasiego de, presumiblemente, mediados de febrero: "Cuando han cerrado perimetralmente Zaragoza no ha venido nadie, en cuanto abrían… Aquí había concentraciones cuando no las había ni en Puerto Venecia ni en la plaza del Pilar", lamenta. Por todo ello pide responsabilidad ya que "todo el mundo va a los mismos sitios y no puedes pretender venir aquí un fin de semana y estar tú solo". También detalla que "para el pueblo es un problema porque no tiene servicios para asumir a tanta gente. Hay dos bares y no puede haber 10 restaurantes porque no es sostenible: entre semana estamos 30".

Las bajas temperaturas dejan una bonita estampa en el entorno de Anento, en la provincia de Zaragoza

A este respecto, Paloma de Mata, responsable de El horno de Anento, reconoce que "pasamos de atender a unos clientes contados a que los fines de semana vengan 2.000 personas y eso es una avalancha y difícil de gestionar", asume. En las mesas de su terraza exterior se sigue acumulando un palmo de nieve, cantidad similar que la que todavía queda en los márgenes de la senda que lleva hasta su monumento natural, y el hielo todavía persiste en algunas calles empedradas, convirtiéndolas en pistas de patinaje.

Dejando atrás Anento y poniendo rumbo a Berrueco, el camino más rápido es seguir la N-234 por tierras turolenses hasta Calamocha y tomar el desvío de Tornos. Un tramo en el que el blanco sigue siendo el color dominante, de fincas agrícolas y cerros que vigilan el paso de la carretera, solo descubiertos por el verde de las chaparras. Justo antes de Berrueco, la laguna de Gallocanta, que comprende terrenos en los términos de Santed, Gallocanta, Berrueco, Las Cuerlas, Tornos y Bello, se abre en el horizonte, todavía difícil de distinguir del blanco general. "Bienvenidos a Siberia", exclama con humor Carmina Franco, educadora en el Centro de Interpretación de la Reserva Natural de la Laguna de Gallocanta.

Así ha amanecido este miércoles la reserva natural de la Laguna de Gallocanta, sita entre las comarcas de Campo de Daroca y Jiloca, en la provincia de Zaragoza

"Hoy –dice Franco desde uno de los balcones del mirador de Berrueco- ya se puede distinguir, pero hace unos días le pedí una foto a mi hermano y me dijo: "¿Para qué? Si no se ve nada", recuerda. Y la realidad es que buena parte de la lámina de agua se ha congelado e incluso las pocas grullas que quedan por el entorno se posan sobre el hielo. "Se cree que desde 1963 no se había helado en esta proporción", explica. Ya en latitudes gallocantinas, una veintena de las reconocidas aves se apiñan en torno a un árbol solitario: son parte de las poco más de 2.000 que quedan por la zona.

Al igual que pasó con el temporal Gloria, cuando se contabilizaron unos 3.000 ejemplares, estos animales -que buscan climas más suaves que los que proporciona por esta época el norte y centro de Europa- han decidido hacer las maletas y trasladarse. "El año pasado hubo daños a la fauna, pero este año serán más porque está todo helado, todo", subraya Franco. A este respecto, se muestra clara al reconocer que "Filomena nos ha dejado unos paisajes increíbles, pero nos ha afectado a todos los seres vivos de la Cuenca de Gallocanta y ha dejado unos daños que solo se podrán cuantificar cuando la nieve se retire".

Así, Franco apunta a las afecciones a otros animales como los zorros, los corzos, los jabalíes, los tejones… "Lo tendremos que analizar cómo ha afectado a los herbívoros, granívoros y ya no hablo de insectívoros", enumera. En cuanto a las grullas, reconoce que "son la evidencia de que la fauna no tiene acceso a la comida y han tenido que marcharse: unas al norte, otras al sur y otras se refugian en la laguna del Cañizar", explica. Como educadora ambiental, Franco apunta que "en nuestro caso 2021 está siendo una prolongación de lo raro, extraño y duro que fue el 2020. Además de las restricciones de la pandemia, la cantidad de nieve nos ha impedido acceder a nuestro centro", contaba..

Otro de los puntos que ha dejado unas estampas idílicas estos días ha sido el parque jardín histórico del Monasterio de Piedra. Aunque se encuentra cerrado, los gestores del enclave han obtenido unas imágenes de cuento, con la nieve todavía intacta fusionándose con la vegetación y el suave correr del cauce que le da nombre. 

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