el azote de la covid a la economía

Casa Pascualillo: “Me ha jubilado la pandemia”

Tras 81 años de historia en el corazón del Tubo de Zaragoza, el emblemático establecimiento cerró sus puertas en octubre a causa de la crisis sanitaria. “Yo nací en el Pascualillo", recuerda Guillermo Vela, muy afectado por el cierre de su bar. 

Última visita de Guillermo Vela a Casa Pascualillo, que tuvo que cerrar en noviembre por la crisis sanitaria.
Última visita de Guillermo Vela a Casa Pascualillo, que tuvo que cerrar en octubre por la crisis sanitaria.
Camino Ivars

“No es fácil de explicar lo que hemos vivido. Cerrar un negocio familiar tras más de 81 años porque no salen las cuentas es muy duro. A mí me ha jubilado la pandemia”. A unos días de cumplir los 70 años, Guillermo Vela todavía se muestra muy afectado por el cierre de Casa Pascualillo a finales del pasado mes de octubre. Otra nueva víctima de la pandemia. “Yo nací en el Pascualillo, mi día a día era de allí al colegio y del colegio allí, y la cocina del bar era la de mi casa”, rememora.

Acompañamos a Guillermo Vela en una de las últimas visitas al local, aunque él reconoce que acude casi a diario al establecimiento. Sin luz ni agua, Guillermo utiliza una linterna para acceder con cuidado al espacio que permanece cerrado desde hace dos meses y medio, lúgubre, sin un atisbo del alboroto y la vida que generó en su día.

Fue fundada en el número 5 de la calle Libertad en el año 1939 por sus abuelos, Pascual Álvarez Pascual y Bruna Enrique, naturales de Viana, un pueblo de Navarra. Con el tiempo, se convirtió en un conocido lugar de reunión, al olor del puchero, de trabajadores, artistas, políticos, deportistas y gentes de todas profesiones. “Como mi abuelo se llamaba Pascual, pronto se ganaron el nombre de los Pascualillos, de ahí saldría el nombre del bar”, asegura Vela.

Guillermo Vela entra a Casa Pascualillo, el restaurante que fundaron sus abuelos y ha tenido que cerrar por la pandemia
Guillermo Vela entra a Casa Pascualillo, el restaurante que fundaron sus abuelos y ha tenido que cerrar por la pandemia
Camino Ivars
“Yo nací en el Pascualillo, mi día a día era de allí al colegio y del colegio allí, y la cocina del bar era la de mi casa”

De hecho, Guillermo nació en este mismo edificio un 17 de enero de 1951. A sus abuelos les sucedieron varios hijos al frente del establecimiento, hasta que recayó sobre Guillermo Vela Jaraute, casado con una hija de los fundadores, María Álvarez, padres del actual y último propietario. “Mi padre se jubiló al cumplir 65 años y a mí me pilló en plena crisis en la mar, pues era marino mercante, pero por aquella época no había manera de embarcar, así que decidí volverme a casa y continuar con la saga familiar”, explica. Así, junto a su mujer, Teresa Blasco, hacia el año 85 tomaron las riendas del lugar.

En el año 1986 surgió la oportunidad de adquirir el edificio, por lo que pasaron de ser inquilinos a propietarios. “Decidimos restaurarlo. Fue en un momento en el que el Tubo atravesaba una gran crisis con el cierre de numerosos establecimientos así que, en cierto sentido, contribuimos a la creación de ese nuevo Tubo”, admite el hostelero. En la planta principal se encontraba la zona de barra y un comedor, además del otro ubicado en la primera planta. En la bodega, durante varios años también hubo una galería de arte. Cuando se mudaron de allí, las dos plantas de arriba se destinaron al alquiler de viviendas.

Guillermo Vela, en el interior de Casa Pascualillo, el restaurante que fundaron sus abuelos y ha tenido que cerrar por la pandemia
Guillermo Vela, en el interior de Casa Pascualillo, el restaurante que fundaron sus abuelos y ha tenido que cerrar por la pandemia
Camino Ivars
“En Casa Pascualillo siempre ha habido mucha verdura y legumbre, productos de la huerta aragonesa y, sobre todo, comida de cuchara”

En Casa Pascualillo se ha apostado por la gastronomía de siempre, por la cocina de toda la vida, como la que se podía encontrar en cualquier casa: “Siempre ha habido mucha verdura y legumbre, productos de la huerta aragonesa y, sobre todo, comida de cuchara”. De hecho, asegura que su cocido ha sido uno de los platos estrella. A eso se unía la amplia propuesta de casquería -callos, madejas, hígado, riñones o seso rebozado -así como el cordero asado. “Con los años hemos ido actualizando la carta, pero sin perder nuestra esencia”, asevera.

Mi mujer y yo aportamos una visión renovadora, siempre estábamos dándole al coco pensando en qué podíamos hacer para mejorar sin perder nuestra filosofía”, explica Vela. De hecho, no era extraño encontrarse al matrimonio en el salón disfrutando de sus propios platos cualquier día de la semana pues pasaban buena parte del tiempo entre sus cuatro paredes. “Nuestros clientes eran familia y nosotros, en algunos casos, lo fuimos para ellos”, asevera.

“Nuestros clientes eran familia y nosotros, en algunos casos, lo fuimos para ellos”

Con el tiempo, Casa Pascualillo también se convirtió en punto de encuentro de gente del mundo de la cultura, el deporte, la política y un amplio etcétera, algo que su dueño mostraba con orgullo en la colección de más de 200 fotografías que colgadas en las paredes del lugar. Núria Espert, Fernando Fernán Gómez, Roberto Camardiel, los cinco ‘magníficos’ del Real Zaragoza, Marcelino Iglesias, Pedro Santisteve o Mariano Rajoy son algunos de los nombres que le vienen a la cabeza. “También tuvimos mucha fama dentro del mundo de la Zarzuela y casi todas las compañías que pasaban por la ciudad recalaban en el Pascualillo”, admite.

Guillermo Vela, en la entrada de su restaurante Casa Pascualillo, que ha tenido que cerrar por la pandemia
Guillermo Vela, en la entrada de su restaurante Casa Pascualillo, que ha tenido que cerrar por la pandemia
Camino Ivars
“Jamás me imaginé cerrando el bar”

Como explica Guillermo, Casa Pascualillo siempre ha tenido su puerta abierta para convertirse en la casa de todo el mundo. “Quizás por eso nunca pretendí jubilarme, creo que jamás me había imaginado cerrando el bar”, reconoce el hostelero. Sin embargo, la apuesta en un escenario tan complejo como el actual era, admite, demasiado dura. “Teníamos una decena de empleados y muchos gastos, demasiados. Lo intentamos, pero las cuentas no salían”, lamenta.

Hoy, recuerda el inicio de la pandemia como si se tratase de una película de ciencia ficción. “Parecía mentira, pero pasaba un mes, y otro mes… y seguías con la puerta cerrada. Hemos vivido días con cajas de 50 euros. Una auténtica ruina”, reconoce el hostelero que agradece el apoyo que ha recibido tanto de sus trabajadores como de la clientela del Pascualillo en todo momento: “Ha sido muy duro, pero es lo que nos ha tocado vivir y tenemos que tratar de seguir adelante. Todas las grandes historias tienen un principio y un fin, y la pandemia ha sido el nuestro”, concluye.

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