Apenas unos minutos después de las campanadas, la esperanza tras un año extremadamente complicado volvió a los barrios zaragozanos de Las Fuentes y San José en forma de luces de colores. Más bien, se materializó en decenas fuegos artificiales que un grupo de jóvenes, de unos 18 o 20 años, fueron lanzando al cielo desde varios puntos del entorno.

Jesús Cebrián fue uno de los vecinos que pudo contemplar las pirotecnias desde un palco privilegiado: el balcón de su vivienda, frente a la plaza de Utrillas, donde comenzó la ruta de los chavales. Fue un momento muy especial, que le supuso "una alegría inmensa", ante una Nochevieja que vivió con "pena" por no poder tener a los suyos cerca. "Somos una familia muy numerosa y separada geográficamente. Siempre solemos juntarnos en Navidad por lo que el rato previo a las uvas empezó a formarse un ambiente de pena por la lejanía", explicó.

Según contó después, este gesto le sirvió para darse cuenta de que "todavía hay gente que piensa en los demás". Ante las críticas a la juventud, defendió, este grupo de amigos no se encerró "a lamer sus heridas por la falta de bares, de discotecas y de grandes fiestas de cotillón", sino que gastaron "sus ahorros en regalar a sus vecinos esperanza, optimismo y ganas de vivir". Después de la plaza de Utrillas, fueron recorriendo otras zonas hasta el toque de queda de la 1.30.

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