la hostelería en tiempos de covid

La historia de cuatro bares zaragozanos: de cerrados por el fin del mundo a resurgir sumando fuerzas

Una pizzería, un restaurante y dos cafeterías han unido ingenio y esfuerzo para dar mejor servicio al cliente en medio de la crisis sanitaria.

Los promotores de esta unión de bares, entre el Insolente y Zeppelin
Los promotores de esta unión de bares, entre el Insolente y Zeppelin
Camino Ivars

¿Se imagina llegar a un bar y que le sugieran que pase a tomar algo al local de enfrente? ¿O qué un establecimiento dejase de vender repostería por las mañanas para no hacer competencia a los bizcochos de la vecina de en frente? ¿Y que cuatro hosteleros ubicados a tan solo unos metros de distancia entre ellos dedicasen sus días libres a habilitar el local del otro? Aunque a priori podría sonar algo extraño, esto es algo que desde hace unos días ocurre en la zona de la calle La Paz, en el centro de Zaragoza.

Ante la tremenda crisis a la que se enfrenta el sector desde el inicio de la pandemia, los establecimientos Insolente Decobar, Zeppelin café, Resto Pizzería Metrópolis y restaurante Gamberro han decidido sumar fuerzas para salir adelante y desmontar mitos sobre la competencia. “Aunque cada uno tenemos una historia y un estilo completamente diferentes, la pandemia nos ha unido, y lo ha hecho más que nunca”, afirma Miriam Barrios, dueña de Insolente Decobar (La Paz 10, esquina con Héroes del Silencio).

A pesar de llevar más de un año en la zona, Barrios jamás había hablado con Daniel, propietario de Zeppelin Café, ubicado justo en frente. “El día de antes del estado de alarma vi que puso un cartel que decía ‘Cerrado por fin del mundo’. “Nos vamos a la mierda”, le dije, y vi que estaba tan afectado como yo. Desde ese momento no hemos dejado de hablar ni un día”, relata.

“El día de antes del estado de alarma vi que puso un cartel que decía ‘Cerrado por fin del mundo"

Tras unos meses muy complicados, Barrios decidió ofrecerle a su vecino que dispusiese de su terraza para llegar a más clientes ya que éste no tenía. “Así, él podía vender el pincho y yo servía la bebida en mi terraza, y ganábamos los dos”, advierte. Sin embargo, Insolente no siempre dispuso de terraza. “La monté hace 15 días, con el desembolso que eso conlleva. Todos mis compañeros de la zona vinieron a ayudarme a montarla”, explica.

Said Rubiano y Miriam Barrios, de Insolente Decobar
Said Rubiano y Miriam Barrios, de Insolente Decobar
Camino Ivars

De hecho, el domingo anterior a la inauguración de este nuevo espacio, fue víctima de un robo en el local. “Se llevaron herramientas, la máquina registradora… ni con eso me rendí. Tenía que abrir y así lo hice”, recuerda. Además, no se trata de un bar al uso-algo que resulta evidente desde el mismo instante en el que se coloca un pie en su interior- sino de un ‘Decobar’, concepto acuñado por la zaragozana: “Todo lo que hay aquí está en venta, cuadros, muebles, elementos de decoración. Ofrezco mi espacio a todo aquel que lo necesita”.

Daniel Muñoz, de la cafetería Zeppellin
Daniel Muñoz, de la cafetería Zeppellin
Camino Ivars

Tortilla de patatas y bizcochos, ‘Take away’

Así, sus ‘Amazing coffees’, batidos artesanos, cócteles y bebidas de colores -el color es el gran protagonista del espacio- se complementan con una amplia variedad de bizcochos, también en formato ‘Take away’. Una oferta que complementa a la perfección con la propuesta gastronómica de su vecino, Daniel Muñoz, de cafetería Zeppelin (La Paz 7), local que abrió sus puertas hace diez años y que estuvo a punto de desaparece a causa de la pandemia. “En junio tuve un aparatoso accidente de bicicleta que me hizo quedarme en casa varios meses. Cansado y preocupado por la situación decidí traspasar el local”, reconoce el hostelero.

Sin embargo, tras no encontrar a un sucesor y gracias a los ánimos y la insistencia de Barrios y el apoyo de sus amistades, abrió sus puertas el pasado 9 de diciembre. “Ha sido una pasada, hemos remodelado la estética y he pasado de ofrecer menú del día a un ambiente de desayunos, almuerzos y afterwork”, explica. Eso sí, continúa preparando sus famosas tortillas de patata, también en formato ‘Take away’.

“Cuando cerré, el barrio se volcó conmigo. Hoy siento como si hubiera empezado de nuevo”, reconoce. Y es que, a pesar de las dificultades que están atravesando, asegura que el hecho de llevarlo en compañía es un aliciente. “Me siento más integrado que nunca, sin duda, ha sido lo mejor de esta pandemia”. De hecho, Muñoz ha dejado de ofrecer dulces y deriva a los clientes más lamineros a Insolente. “No cuesta nada y es una manera de echarnos una mano”, resume.

Hernán Delli, de Resto Pizzería Metrópolis
Hernán Delli, de Resto Pizzería Metrópolis
Camino Ivars

El pizzero Hernán Delli Carpini, de Resto Pizzería Metrópolis (La Paz 27), asegura que cada vez que un local nuevo llega al barrio, se acerca a ponerse a la disposición de los nuevos compañeros: “Trato a la gente como me gustaría que hicieran conmigo. Nunca sabes cuándo vas a necesitar que te echen una mano”. En su caso, desde hace unas semanas los clientes de Insolente pueden llamar a la pizzería y pedir que les lleven el encargo a Insolente.

“Ha ido surgiendo todo poco a poco, muy natural, y desde la necesidad. Estamos pasando momentos verdaderamente complicados”, sostiene el hostelero. Abierto el julio de 2015, su propuesta gastronómica gira en torno a una masa e ingredientes muy cuidados. Sin terraza, el local ha salido adelante gracias al ‘Take away’ y al envío a domicilio. “Tuvimos experiencia previa durante unos años, pero lo dejamos porque la sala funcionaba”, señala.

Flor García y Franchesko Vera, de restaurante Gamberro
Flor García y Franchesko Vera, de restaurante Gamberro
Camino Ivars

Sujetarse los unos a los otros

Delli asegura que lo más duro de la pandemia ha sido verse alejado de la profesión que ama: “Para la mayoría de nosotros esto no es un trabajo, es una forma de vida. Cuando nos mandaron a casa no solo fue un descalabro económico, también nos quitaron una parte primordial de cada uno”.

En esta misma línea se posicionan los chicos de restaurante Gamberro (Bolonia 26), Flor García y Franchesko Vera. Hace unas semanas le propusieron a la dueña de Insolente crear los ‘Bizcochitos gamberros’ que hoy pueden degustarse en su establecimiento. “Sujetándonos los unos a los otros el camino está siendo menos duro”, explica García. Y eso que, en su caso, esta experiencia no está siendo nada fácil.

“Para la mayoría de nosotros esto no es un trabajo, es una forma de vida. Cuando nos mandaron a casa no solo fue un descalabro económico, también nos quitaron una parte primordial de cada uno”

El proyecto nacía en 2015 en el barrio de las Delicias, sin embargo, comenzaba a andar en la actual ubicación el 22 de febrero. Tres semanas antes de la declaración del estado de alarma. “La semana del 14 de marzo y la siguiente teníamos todo completo y habíamos comprado todo el género”, explican los hosteleros. En su caso, ofrecen un menú degustación cerrado y a ciegas de 14 pases, con un precio de 45 euros por persona.

Renovarse o morir

Sin terraza y con un aforo interior de 20 personas -aunque el real es de 60, según su filosofía siempre han optado por un trato más personalizado- los Gamberros se vieron abocados a apostar por algo completamente nuevo: el envío a domicilio. “Aunque está funcionando muy bien, adaptarse ha sido muy complicado, al fin y al cabo, no es lo nuestro”, admite Vera. Y es que, para esta pareja, lo peor ha sido la sensación de abandono por parte de las instituciones, algo en lo que coinciden sus compañeros.

“Nosotros abrimos el viernes 18, pero lo hacemos con la amenaza de que vuelvan a cerrarnos si nos portamos mal. Y durante todos estos meses hemos seguido pagando alquileres, cuotas de autónomos, hemos enviado a nuestros trabajadores al ERTE…”, relatan. Una situación que se ha prolongado durante nueve meses y de la cual se desconoce cuándo será el final. “Ahora mismo vemos el futuro muy oscuro, e incierto. Pero por nosotros no será, vamos a seguir peleando hasta el final”, concluyen.

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