zaragoza

Inquietud en el Rollo por los cambios en el convenio con la empresa que limpia sus fachadas

Los integrantes de la Asociación de Vecinos La Huerva temen que la zona vuelva a degradarse cuando Mapiser, la encargada de eliminar los grafitis de sus paredes, tenga que presentarse al proceso de concurrencia competitiva.

Pintadas en el Rollo: de las paredes al mobiliario urbano
Antiguas pintadas en el Rollo:
AVV La Huerva

Las calles del Rollo no son las mismas que hace un par de años. Un breve paseo por la zona basta para comprobar cómo su aspecto ha mejorado gracias a la campaña de limpieza de grafitis y pintadas iniciada en 2018 por la Asociación de Vecinos y Comerciantes La Huerva.

Durante este tiempo, cerca de 60 comunidades de vecinos han contratado los servicios de Mapiser, una empresa de inserción que se encargaba de eliminar las pintadas de los vándalos a las pocas horas de ser realizadas.

La campaña ha ido viento en popa, aunque el colectivo vecinal teme que el barrio pueda volver a degradarse por los cambios anunciados en el convenio que financia, en parte, estas intervenciones. Mapiser fue promovida en el año 1998 por la Fundación Picarral, que es la que año tras año recibe las ayudas del Ayuntamiento de Zaragoza.

Hasta el momento, esas subvenciones se asignaban a la fundación de forma nominativa, aunque a partir del año que viene tendrá que presentarse a un proceso de concurrencia competitiva, según han informado fuentes municipales. Es decir, deberá presentar su proyecto para que este sea valorado y, en función de unos criterios definidos, se le asigne una determinada subvención.

Ya en 2020, el área de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento de Zaragoza decidió que las empresas de inserción sociolaboral se presentaran a la convocatoria de ayudas en régimen de concurrencia competitiva. La Fundación Picarral fue una de las pocas a las que todavía se le asignó una ayuda directa de 110.000 euros para promover la inserción en el mercado laboral de colectivos con dificultades.

Los vecinos temen que la cuantía de la subvención pueda disminuir y que, por tanto, algunas comunidades no puedan seguir manteniendo el servicio de limpieza de grafitis. “Hay comunidades grandes en las que si el coste no se desmadra, podrán seguir asumiéndolo, pero otras con menos vecinos no van a poder mantenerlo”, lamenta Pedro Díez, secretario de la asociación.

En este sentido, desde el consistorio no han podido concretar a cuánto ascenderá la partida a repartir entre las entidades sociolaborales porque todavía no hay presupuestos, aunque aseguran que “no van a quedarse sin dinero”.

Con todo, desde la el colectivo vecinal insisten en que gracias a la labor de Mapiser y a la buena disposición de las comunidades, han logrado “cambiar el barrio radicalmente”. “Ha sido una lucha constante y la estábamos ganando porque Mapiser tenía que venir cada vez menos. Pensamos que es algo que se debería potenciar en toda la ciudad”, comenta Díez.

A la dignificación de estas calles, asociadas tradicionalmente al ocio nocturno, también ha contribuido la lucha contra el botellón y los ruidos. “El barrio se ha transformado por el decaimiento de la zona de bares y por la presión que hemos ejercido ante Urbanismo para que se revisaran sus licencias”, explica el portavoz de la asociación. En estos momentos, su objetivo es mantenerlo limpio y libre de las pintadas que, aunque de vez en cuando lo afean, cada vez son menos habituales.

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