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Una joven con discapacidad: "Mi prioridad son mis abuelos y me cuido por ellos. Si ellos están bien y son felices, yo también"

Esther Palacios, de 28 años, vive con sus abuelos en el centro de Zaragoza, y gracias al Programa de Empleo Juvenil de Atades ha vuelto a trabajar después de nueve meses en el paro a raíz de la pandemia. 

En la fotografía de la izquierda, Esther Palacios bailando con su abuelo el día de su Primera Comunión. A la derecha, con sus abuelos en el Pirineo.
En la fotografía de la izquierda, Esther Palacios bailando con su abuelo el día de su Primera Comunión. A la derecha, con sus abuelos en el Pirineo.
E. P.

La zaragozana Esther Palacios, de 28 años, tiene claro que en medio de esta pandemia el cuidar de uno mismo y ser "precavido" puede convertirse también en una salvación para los suyos. "Yo soy muy besucona y abrazo mucho, pero por prevención, ya que mis abuelos apenas salen, ahora quiero tener ese cuidado por ellos, ya que soy yo la que más está en la calle", añade.

Esta usuaria de Atades con discapacidad intelectual forma parte de la agencia de colocación del grupo desde principios de 2019. Antes de la pandemia, trabajó en el sector de la limpieza y estuvo también un mes en una residencia, hasta que la crisis del coronavirus la echó al paro.

"Esos meses que estás sin trabajar te hundes porque quieres emprender un futuro y no puedes. Sin un trabajo es difícil hacerlo", asegura.

Su suerte cambió a finales del mes de noviembre, a raíz de una entrevista que consiguió gracias al Programa de empleo juvenil (PEJ) de Atades. Esther forma parte de esta agencia de colocación desde principios de 2019 y este año se volvió a inscribir para participar en la segunda edición del programa.

Gracias a ello, ahora lleva ya un mes trabajando como moza de almacén en RG Publicidad y Regalos de Empresa, ubicada en el polígono Plaza. "Lo que más agradezco de todo esto es poder salir, valerme por mí misma y sentirme de alguna manera realizada o valorada", afirma esta joven con discapacidad intelectual, que vive en el centro con sus abuelos.

Esther y sus abuelos, en el domicilio familiar.
Esther y sus abuelos, en el domicilio familiar.
E. P.

Ellos –señala- fueron los primeros en enterarse de que volvía a trabajar después de nueve meses de encierro, desempleo y pandemia. "Mis abuelos se alegraron mucho. A las primeras personas que les dije que me habían contratado fue a ellos y mi abuela se echó a llorar de la misma emoción. Yo la quería abrazar y no podía", relata esta joven, que sigue guardando las distancias para protegerlos.

Su abuelo tiene 84 años y su abuela 80. Ambos –reconoce- han vivido estos meses con "miedo" y preocupación, como la mayoría de la gente mayor, matiza. "Mis abuelos lo han vivido de una manera diferente, porque como dicen ellos: les han quitado un año de vida y lo llevan con tristeza. Yo ahora apenas salgo, para no contagiarme yo y por no contagiarles a ellos", reitera.

Desde que comenzó a trabajar en esta empresa del polígono Plaza, sus únicos desplazamientos son de casa al trabajo y del trabajo a casa. "Trabajo de lunes a viernes. Me levanto a las siete menos cuarto y cojo dos autobuses para ir y dos para volver. Salgo de trabajar a las 14.00 y llego a las 15.45 a casa. Luego me descanso un poquito y estoy un rato con mis abuelos. Les cuento cómo me ha ido la jornada laboral y a veces salgo a dar una vuelta", explica.

A diferencia de otras personas, Esther asegura que la pandemia tampoco ha cambiado mucho sus vidas ni las cosas que normalmente hacían. "¿Qué ahora tienes que entrar en una tienda y echarte los geles especiales o llevar el cubrebocas? Pues bueno, lo haces y punto. Pero por suerte no ha afectado a los planes que tenía antes", dice sonriente, ahora que ha vuelto a trabajar. 

El programa de empleo Juvenil

Esther Palacios y José Manuel Olivas, en la Agencia de colocación de Atades.
Esther Palacios y José Manuel Olivas, en la Agencia de colocación de Atades.
P. B. P.

Como Esther, más de un centenar de personas se han beneficiado a lo largo de este año del Programa de Empleo Juvenil (PEJ) de Atades. Este proyecto, patrocinado por el Gobierno de Aragón, el INAEM, el Ministerio de Trabajo y la Unión Europea, ayuda a la inserción laboral de tres colectivos: jóvenes con discapacidad, víctimas de violencia de género y chavales en riesgo de exclusión social. José Manuel Olivas, responsable de la Agencia de colocación de Atades, explica que para que funcione este proyecto sus profesionales deben adaptarse "mucho" a las características y situación de cada uno de ellos.

"Hay muchos que por su juventud no tienen ningún tipo de formación y eso complica su acceso al mundo laboral. Nosotros se la facilitamos, sobre todo en el ámbito de lo que son los certificados de profesionalidad, porque eso les proporciona formaciones y unas prácticas en empresa que les ayudan a generar currículum y nos facilita luego su incorporación", explica Olivas.

Este 2020, la pandemia obligó a interrumpir algunas de las actividades que tenían programadas, pero a pesar de las dificultades el proyecto ha seguido adelante y se prolongará durante más tiempo. "El pasado año atendimos a 57 personas entre Zaragoza y Huesca. Este año, al ser más meses, nos dirigimos a 120 usuarios, también en Zaragoza capital y Huesca, y hemos incluido Tarazona y Borja", señala el responsable de este servicio de inserción. 

Lo que más lamenta José Manuel de la situación que les toca vivir a causa de la pandemia es la pérdida de ese contacto estrecho que mantenían con los diferentes grupos. "Antes hacíamos mucho talleres grupales para que ellos se conocieran entre sí y eso les generaba también una pertenencia de grupo a la hora de buscar empleo. Este año no hemos podido hacer talleres grupales ni visitas de empresas. También hacíamos jornadas de realidad virtual para la lucha contra la violencia de género, jornadas de gamificación, que son juegos al aire libre a través de los cuales fomentábamos sus habilidades laborales… Ahora todo eso se ha limitado a contactos individuales para preparar entrevistas, llamadas telefónicas y mucho correo. Lo bueno es que como este año el proyecto dura 18 meses, tenemos la esperanza de que todo cambie para abrirnos de nuevo a los talleres grupales", añade. 

A este nuevo año que se aproxima con el deseo de normalidad por parte de tanta gente, Esther solo le pide una cosa: "Salud y trabajo para los míos. Que se fuera el cubrebocas estaría bien, pero lo fundamental es eso. Mi prioridad ahora mismo son mis abuelos y si ellos están bien y son felices, yo también", confiesa esta joven. 

Esther Palacios, de 28 años, vive con sus abuelos en el centro de Zaragoza, y gracias al Programa de Empleo Juvenil de Atades ha vuelto a trabajar después de nueve meses en el paro a raíz de la pandemia.

José Manuel, por su parte, insiste en la importancia de realizar todos un "pequeño esfuerzo colectivo" e insta a pensar en aquellos que peor lo han pasado por culpa de la pandemia. "En general, el contacto físico y la presencialidad es fundamental, pero con este colectivo más aún. El contacto telefónico se queda escueto y a ellos también les ayuda conocer la situación de otros chicos que se enfrentan a los mismos problemas que ellos. Son cosas que hemos perdido y que nos venían muy bien. Por eso tenemos la esperanza de que todo mejore", concluye este trabajador. 

Esther Palacios y José Manuel Olivas, en la Agencia de colocación de Atades.
Esther Palacios y José Manuel Olivas, en la Agencia de colocación de Atades.
P. B. P.

(Este es uno de los artículos que se incluyen en el especial sobre cómo han vivido la pandemia en Aragón las personas con discapacidad, sus familias y los trabajadores en este campo. El 24 de diciembre saldrá publicado completo).

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