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Adrián Navarro, de Gardeniers: "Llevo ocho meses sin ver a los amigos. Tengo ganas de que todo vuelva a la normalidad"

María Carreras y su hijo Adrián, con discapacidad intelectual, cuentan cómo están viviendo esta pandemia, sus preocupaciones de cara al futuro y todas las cosas buenas que les quedan por celebrar. 

Adrián Navarro etiqueta varias plantas durante su jornada de trabajo en el Centro Especial de Empleo Gardeniers.

Cada mañana, desde hace nueve años, Adrián Navarro, de 35, coge su bici eléctrica y su casco y se prepara para ir al trabajo. Antes de salir le da un beso a su madre, porque como dice ella "no hay que perder las buenas costumbres".

María suele levantarse con él para verlo desde la ventana y desearle que tenga una buena jornada en el centro especial de empleo de Atades. "Solo algún día que he estado mal no lo he hecho. Aun así, cuando sabía que iba a salir o estaba levantado me acercaba a preguntarle. Luego me mandaba el wasap desde el trabajo: 'mamá, que ya he llegado'. Me levanto con él porque me hace ilusión a mí, pero no porque me necesite. ¡Si muchos días hasta me hace él a mí el desayuno!", cuenta con una sonrisa.

Tras sacar la bici del garaje y despedirse de su madre, bien abrigado, Adrián se monta en su bicicleta y pone rumbo a Gardeniers, en el barrio del Actur. María le pide siempre que vaya con cuidado, aunque reconoce que su hijo es un chico "muy bueno, trabajador y responsable". "A Adrián todo el mundo le quiere. Lo suyo es dar y regalar, y de hecho es más feliz dando. El otro día, venía de casa de mi madre con la bicicleta de alquiler, y yo que siempre estoy mirando por la ventana, hasta con prismáticos -se ríe-, vi que la dejaba ahí aparcada y que tardaba en subir. Había entrado al bar de aquí abajo a coger una bandeja de tapas para tomarlas aquí en casa con sus padres. Tiene siempre esos detalles…", cuenta al verlo marchar.

María suele levantarse a la vez que su hijo para verlo marchar en bicicleta.
María suele levantarse a la vez que su hijo para verlo marchar en bicicleta.
P. B. P.

Como ha pasado en tantas familias, la pandemia les obligó a cambiar sus rutinas y hoy las "pocas" relaciones que mantienen apenas tienen que ver con las grandes celebraciones que hacían antes, cuando el afecto, los abrazos y las sonrisas estaban a la orden del día para Adrián y los suyos. "Antes de la pandemia iba siempre de casa al trabajo y del trabajo con los amigos, con la novia, con los compañeros de aquí de Gardeniers o con la familia. Ahora quedo mucho menos… Con la novia aún quedo alguna vez, pero con los compañeros muy poco… A los amigos que tengo en otros centros ya hará ocho meses sin verlos", relata Adrián, que no oculta sus “ganas” de que “todo vuelva a la normalidad” para poder reunirse con ellos.

Para él, el confinamiento fue una experiencia “muy dura”. María explica que la casa se le “caía encima”, pues la televisión no le gusta mucho, y tampoco es de coger un libro o de ver una película, asegura. “Lo que más le gusta es salir y relacionarse. Estar con uno y con otro… porque somos una familia muy grande y él está muy integrado. Tiene mucha vida social dentro y fuera de ella, y eso es tal vez lo que más le ha costado”, explica su madre.

El pasado mes de octubre, María fue víctima de la segunda ola de coronavirus y cayó enferma. Se contagió a finales de octubre y estuvo más de 20 días aislada en su dormitorio hasta que logró dar negativo. Adrián confiesa que para él fue "difícil" tener que ver a su madre solamente "de lejos", pero ambos afirman que llevó peor el confinamiento, al verse encerrado en casa y sin poder trabajar. "El confinamiento lo viví mal, preocupado… Estuve en ERTE de marzo a abril, y como no sé estar en casa y lo pasaba tan mal, tuve que ir al médico para que me hiciera un papel y poder al menos ir a ver a la abuela, que vive al cruzar el puente de la Unión", relata este vecino de Vadorrey.

Su abuela, enferma de alzhéimer, es para él un "tesoro" al que cuida con mimo cada tarde, al salir del trabajo. "La quiere muchísimo –confiesa María-. La salida de él es a casa de mi madre. Ahora va a coger vacaciones y se va a pegar allí mañana y tarde. Le cuida las plantas, le lleva bombones, le friega la terraza o les va a comprar. En casi todos los sitios a los que va, como saben que ya lo he introducido en eso, él ayuda en lo que puede", subraya María, ya recuperada de la covid-19.

Su contagio –dice- ha sido también una preocupación añadida para su núcleo familiar, que no ha pasado la enfermedad a pesar de vivir los tres juntos. "Adrián siente bastante las cosas, pero no lo llevó mal del todo… Como le da muchas vueltas a la cabeza, sí que me preguntaba todo el rato: ‘¿pero estás mejor?, mamá, ¿estás mejor? Es que estoy muy preocupado y voy a trabajar y no me centro’, me decía”.

A raíz del coronavirus, este zaragozano de 35 años ha limitado sus salidas y se toma la temperatura todos los días (antes y después de llegar a casa). María asegura que está “muy concienciado” con la enfermedad y confiesa que hay veces que "a lo mejor tose una vez y ya lo veo sacar el termómetro", cuenta entre risas.

Volver al trabajo ha sido para él una "lotería", pues de Gardeniers y su proyecto de jardinería asegura que le gusta todo. "Regar las plantas, atender a los clientes, dar consejos para cuidarlas ahora que muchos se llevan para estas fechas las flores de Pascua...”, señala.

Antes de participar en este proyecto de Atades, este zaragozano tuvo ya otros empleos. Trabajó dos años en AC, una empresa del polígono Malpica, y estuvo también de reponedor cuando aún existía Galerías Primero. "Él tiene mucha capacidad, pero hay que dedicarle tiempo, como a todo en la vida", dice su madre, comprensiva.

Hoy su mayor “ilusión” son sus dos sobrinas, de apenas dos años y medio, con quien tiene varias fotografías enmarcadas en su habitación. "Tengo dos sobrinas muy guapas -presume orgulloso su tío-. Son mellizas, y aún las veo, las cojo, las abrazo... Me gustaría cenar y comer con ellos estas Navidades, poder pasarlas juntos, aunque todavía no sé con quién estaremos esos días. A mí, lo que me manden haré", dice con una sonrisa.

"Lo que más echo de menos es ir a ver el fútbol a la Romareda y las fiestas de los barrios y los pueblos"

Los abrazos, los besos, las cenas con los compañeros o los paseos con su pandilla son algunas de las cosas que le gustaría retomar cuando pase esta pandemia. Aunque lo que más echa de menos -confiesa- es "ir a ver el fútbol a la Romareda y las fiestas de los barrios y los pueblos".

"Me siento mal porque al no poder ir a los sitios ni celebrar las cosas, se echa de menos el estar allí todos juntos. Gardeniers es para mí como una familia... y antes al salir solía echarme una cerveza con los compañeros, o me traía la comida y me pasaba a comer con otro amigo que está en la residencia. Ahora todo eso se ha cortado y aunque yo puedo salir, lo hago menos...", puntualiza.

Antes del coronavirus, Adrián perdió a tres amigos más jóvenes que él con los que solía juntarse a menudo. Dos eran compañeros de trabajo, y una chica amiga de su pandilla. En estas fechas navideñas, Adrián dice acordarse mucho de los que ya no están. "La verdad es que los nombra mucho porque estaban muy unidos. De vez en cuando sube al cementerio a llevarles flores, y a su abuelo, todas las novedades que ocurren en la familia, él va y se las cuenta. Le dice que ha nacido su nieto o que ha tenido dos sobrinas... Sube a ponerle flores, le cuenta todo lo bueno y se vuelve para casa", relata su madre, orgullosa de lo sensible y entregado que está siempre a los demás.

Así, en la residencia que hay al lado de su trabajo, Adrián tiene a un amigo que perdió a sus padres y ahora vive en este centro de Atades. "Ahora no se junta con ellos pero sé que lo echa de menos porque lo que más le gusta es estar con la gente y ese cariño que tiene por hablar. Este amigo de su grupo, que va en silla de ruedas, cuenta que muchas veces se van todos para casa y mi hijo se espera hasta que lo ve montado en el tranvía y lo ve marchar", comenta esta mamá. Adrián, sonrojado, la corrige y rompe una lanza en favor de los demás. "A veces ellos también se esperan, mamá".

Una Navidad muy diferente

Estas celebraciones navideñas serán sin duda diferentes para Adrián y sus padres, que planean juntarse solo con los más cercanos. María presume de ser la mayor de nueve hermanos que han estado siempre muy unidos y son de "celebrarlo todo".

"La última celebración de toda la familia fue para mi jubilación, en enero. Y desde entonces ya no nos hemos vuelto a juntar"

"Cuando nos juntamos toda la familia en Reyes somos 43, y nos vamos siempre a un restaurante. Llevamos ya muchos años haciéndolo por mi madre, que tiene cuatro bisnietos y 14 nietos, con sus respectivas novias. La última celebración de toda la familia fue para mi jubilación, en enero. Y desde entonces ya no nos hemos vuelto a juntar", lamenta María, que ya tiene más o menos organizadas estas fechas.

"La Nochebuena la pasaré en casa de mi madre, porque no esté sola con mi hermano. Iremos mi marido, Adrián y yo; y el día de Navidad vendrán a casa mi otro hijo y mis nietas. Cinco un día y cinco el otro", señala esta zaragozana, que se muestra respetuosa con las recomendaciones que ha hecho Sanidad

Cuando pase todo, su deseo es juntarse para hacer una gran comida y celebrar todas las cosas buenas que les impidió festejar este 2020. Entre ellas, el cumpleaños de Adrián, que les pilló a todos confinados, la jubilación de un hermano, la operación de otro y el nacimiento de varios sobrinos.

"Estamos esperando poder juntarnos para celebrar todo esto y después haremos lo que le apetezca a Adrián: un fin de semana largo en Jaca o en Andorra (Teruel), alguna excursión de tres o cuatro días... Queremos hacer todo lo que no hemos hecho este año. Pequeñas cosas que nos hacen disfrutar de la vida y, sobre todo, que pueda pasar más tiempo con sus sobrinas, que son hoy su prioridad en la vida", afirma María.

De cara al futuro, esta mujer confiesa que la pandemia no les ha hecho preocuparse más que antes por una cuestión que les acompaña desde siempre. "Mi preocupación, como la de cualquiera que tenga hijos, es dejarle todo lo bien posicionado que pueda. Nos privamos de mucho para que él tenga el día de mañana todo lo posible y mi hijo mayor, aunque tenga su familia, igual. Sé que nunca será como cuando vivimos los padres... pero estamos muy orgullosos de la educación que le hemos dado por haberlo involucrado en todo y que haya sido siempre uno más. Esa es la mayor satisfacción que tenemos hoy en día", cuenta con una sonrisa.

En el caso de Adrián, sus deseos para este nuevo año pasan por recuperar su vida de antes y seguir disfrutando de las vacaciones "en la playa o en los pueblos", pero al lado de los suyos. 

"Al 2021 le pido que se pase el coronavirus y que no vuelva, que ya tengo ganas de que vuelva todo a la normalidad y que estemos todos sanos para poder celebrarlo"

(Este es uno de los artículos que se incluyen en el especial sobre cómo han vivido la pandemia en Aragón las personas con discapacidad, sus familias y los trabajadores en este campo. El 24 de diciembre saldrá publicado completo).

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