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Atípico apuesta por los sabores del mundo para diferenciarse en tiempos de pandemia

El restaurante zaragozano lanza una nueva línea de ‘street food’ con platos de Gran Bretaña, India, México, Colombia, Japón o Estados Unidos para capear la crisis.

David Álvarez, con una de sus nuevas propuestas gastronómicas en tiempos de pandemia.
David Álvarez, con una de sus nuevas propuestas gastronómicas en tiempos de pandemia.
C.I.

Una vez más, “Reinventarse o morir” se convierte en el lema más sonado entre los hosteleros de la capital aragonesa en tiempos de pandemia. Y sino, que se lo digan a David Álvarez, uno de los propietarios del restaurante Atípico – situado en el 18 de la calle José María Lacarra- el cual ha optado por lanzar una nueva línea de comida completamente diferente a su carta habitual. “Viendo la tendencia que se seguía en el sector en esta época tan compleja, nos hemos lanzado al formato ‘street food’ pero sin abandonar nuestra apuesta de sabores del mundo”, advierte Álvarez.

Así, en su carta encontramos bocadillos, hamburguesas o burritos, con sabores llegados de todo el mundo como Gran Bretaña, India, México, Colombia, Japón, Perú o Estados Unidos. Un viaje a través del paladar… y sin salir de casa. “Hay que diferenciarse más que antes pues, aunque sea diferente, hoy la oferta es más amplia que nunca”, admite.

Se trata de un proyecto ambicioso que cuenta con nada más y nada menos que 24 referencias distintas en su carta Atípico Street Food, creada en tan solo tres semanas de la mano de su chef, Óscar Ferrández, y lanzada hace apenas diez días. Por el momento, está siendo un éxito. “Han sido meses de muchas dudas, idas y venidas. Lo que tenía claro es que si nos lanzábamos a algo nuevo -como el ‘take away’ o el envío a domicilio- teníamos que hacerlo bien”, admite.

Street food de Atípico para llevar.
Street food de Atípico para llevar.
C.I.

De hecho, Álvarez, que ya trabaja en nuevos productos como pizzas o fideos japoneses, entre otros, no descarta que esta nueva línea haya llegado para quedarse. “Mi público objetivo es mi clientela de toda la vida y la gente de la zona. En este sector, y más en los tiempos que corren, lo que mejor funciona es la boca oído”, afirma el hostelero, que reconoce que la crisis sanitaria no es época para ampliar horizontes sino, más bien, para tratar de aguantar hasta que pase la tormenta.

El local abrió sus puertas hace cuatro años. En todo este tiempo, Álvarez reconoce que pocos fines de semana han dejado de colgar el cartel de “completo”. “Ha sido un parón en seco en pleno momento de crecimiento. Nos ha pillado en pleno proceso de devolución de préstamos y nos deja en una situación muy delicada, como a muchos compañeros”, admite. Dividido en tres espacios, el local tiene una capacidad para alrededor de 130 comensales entre la terraza, la zona de barra y el comedor. Hoy tan solo cuenta con tres mesas en su terraza exterior. “Llevamos ocho meses perdiendo dinero, pero lo tenemos que intentar”, resume.

La sensación de frustración, desesperación e impotencia es recurrente en cada uno de los locales que, a pesar de la crisis, ha optado por permanecer abierto buscando alternativas para sobrevivir. “Recuerdo la semana de marzo en la que se empezaba a hablar de la llegada del coronavirus a España y el aluvión de llamadas para cancelarlo todo. Fue la primera vez en mucho tiempo en la que vimos la agenda vacía”, relata. En su caso, cuando se permitió la reapertura de la hostelería, decidió esperar un poco a que “la gente retomase la confianza”.

Fueron semanas de limpieza, desinfección, adaptación a los tiempos de la Covid, puesta al día con las distintas elaboraciones y, sobre todo, de echar muchas cuentas. Hoy, de sus 18 trabajadores, 14 siguen en ERTE: “La situación es muy desagradable para todos, pero he tenido mucha suerte porque en todo momento se han volcado conmigo. Ahora toca optimizar al máximo la facturación y los recursos porque no salen las cuentas”.

Y aunque reconoce que el verano ha supuesto “un respiro para el sector”, asegura que la situación comienza a ser insostenible. “Incluso hemos tenido clientes que nos han llamado para preguntarnos cómo nos podían ayudar, reconozco que, aunque están siendo meses muy duros, también hemos vivido momentos muy emocionantes”, resume.

Transformar la preocupación en impulso

En un momento tan convulso como el actual, el hostelero asegura que trata de sacar el lado positivo a la situación y se aferra a la esperanza en medio del caos que le está tocando vivir: “Siento una mezcla de euforia y tristeza, más por aquellos compañeros que no están encontrando los recursos ni las herramientas para luchar por lo suyo. Esta situación nos afecta a todos, como sociedad”.

¿Su secreto? Álvarez asegura que intenta transformar la preocupación en el impulso necesario para seguir luchando. “Cada día me levanto con el único objetivo de intentar salvar la situación como pueda. Ninguno podemos saber lo que va a pasar mañana, pero tenemos que intentarlo y tratar de racionalizar lo que estamos viviendo”, concluye. 

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