sucesos en zaragoza

Sufre quemaduras en un tercio del cuerpo al arder el cobertizo donde dormía entre Cuarte y la A-23

La víctima, de unos 50 años, sufre lesiones graves en las extremidades, pero su vida no corre peligro. El fuego tuvo al menos dos focos.

Estado en el que quedó el cobertizo en el que vivía la víctima del incendio.
Estado en el que quedó el cobertizo en el que vivía la víctima del incendio.
Guillermo Mestre

Un hombre ingresó este viernes en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza con quemaduras en un tercio de su cuerpo después de que se incendiara la caseta en la que dormía. El suceso ocurrió hacia las 2.50 en una infravivienda habilitada sobre los restos de una vieja estación ferroviaria a la altura de Cuarte de Huerva. El cobertizo, del que apenas quedan unos pocos restos, se encontraba en estado de ruina en un paño de terreno comprendido entre la A-23, la carretera de Valencia (N-330) y el puente del AVE, enfrente del polígono industrial. El herido había convertido la estancia en su hogar durante los últimos años y era bastante conocido por los clientes de un supermercado    cercano.

Una llamada avisó del fuego a la central del 112, que alertó al cuerpo de Bomberos y a la Guardia Civil. Una patrulla de la Benemérita atendió en un primer momento al herido, que aguardaba en el arcén de la carretera nacional, y las asistencias médicas lo trasladaron después hasta el Servet. El varón, de unos 55 años, fue ingresado con pronóstico grave en la Unidad de Quemados, aunque su vida, salvo complicaciones, no corre peligro. La mayor parte de las lesiones se concentran en ambos brazos.

Horas después, en torno a las 9.17, se originaba otro fuego a apenas 500 metros del primero. En esta ocasión, los bomberos intervinieron junto al arcén derecho de la A-23 en dirección Zaragoza. Aunque en primera instancia se pensó que el origen podría estar en el fuerte viento –se consideró que había reavivado los rescoldos de la caseta–, lo cierto es que sopló durante toda la jornada en dirección opuesta al segundo foco, que calcinó el talud y 2.000 metros cuadrados de estepa. Esta circunstancia se tendrá en cuenta durante la investigación de los hechos para dilucidar el origen de los dos fuegos. El afectado, al que aún no se ha tomado declaración oficial, apuntó al ser asistido que había "perdido el control" de una fogata que encendió "para entrar en calor".

Vivía entre carreteras

Poco queda en pie de la improvisada caseta de este hombre. Apenas una chimenea de ladrillo y una bombona de butano mantenían en la tarde de ayer el tipo. A su alrededor, entre brasas todavía candentes, los objetos que había acumulado en los últimos años yacían calcinados: pucheros –alguno aún con huesos en su interior–, tres bicicletas, sillas de camping, bidones de agua, muelles de colchones y todo tipo de quincalla. También quedaban algunos restos de la techumbre de uralita, así como palés, restos de ropa y dos antiguos mojones ferroviarios de piedra.

El    cobertizo estaba ubicado en una vaguada, protegido del viento por dos pequeños montículos. Ello le permitía vivir con cierta intimidad, ya que no era visible desde la autovía ni la N-330, ambas carreteras con un importante tráfico que soportaba de día y de noche. El hombre era conocido por quienes pasean o hacen deporte por la zona. "Lo veo desde hace ya varios años, la verdad es que no molesta ni hace mal a nadie, va a comprar al Lidl de Cuarte y es muy educado", contaba Gabriel, un vecino de Valdespartera que suele cruzarse con él cuando sale a correr. No es la única persona que ha vivido por la zona, ya que una joven durmió cerca del lugar del suceso en una tienda de campaña "durante una temporada corta".

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