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El nuevo arzobispo de Zaragoza garantiza en su toma de posesión el apoyo de la Iglesia frente a la crisis de la covid

Monseñor Escribano tiende la mano a las instituciones para colaborar por el "bien común" y recuerda que los jóvenes tienen un lugar en la Iglesia.

El nuevo arzobispo de Zaragoza, Carlos Manuel Escribano Subías (Carballo, La Coruña, 1964), tomó este sábado posesión de su cargo en un acto solemne que estuvo, como no podía ser de otra manera, marcado por la crisis del coronavirus. No solo por las medidas sanitarias que limitaron la afluencia a únicamente 303 personas, sino por las palabras que quiso transmitir el prelado en su primera homilía, en la que pidió a los fieles que eviten caer en "el desaliento y la desesperanza" y comprometió el apoyo de la Iglesia ante estas «dolorosas» circunstancias "sin precedentes" que "tanto sufrimiento están generando". "A pesar de las dificultades", aseguró que asume esta nueva etapa con "ilusión" por volver a su tierra, pero con las víctimas y sus familiares "en el corazón".

Pese a que nació en Galicia, Monseñor Escribano pasó su infancia en la localidad oscense de Monzón. Después sirvió en la diócesis de Teruel y Albarracín y más tarde en Calahorra y La Calzada-Logroño. Ahora, según contó, se siente "muy privilegiado" de regresar de nuevo "a casa" y comenzar su ministerio en Zaragoza "de la mano de la Virgen del Pilar". Uno de los aspectos clave de su mensaje a los fieles fue la labor evangelizadora de los creyentes, tanto en el seno familiar como en otros contextos: "Estamos ante una realidad social que ha cambiado mucho en los últimos años y que ha acelerado la secularización en nuestra tierra, planteándonos grandes retos a afrontar", sentenció el ya arzobispo en el interior de la basílica del Pilar, tras relevar en el cargo a Vicente Jiménez.

Esta vez no pudo hablar directamente con los fieles, que se tuvieron que conformar con seguir la ceremonia a través de una pantalla, pero quiso lanzar un mensaje a los representantes de las instituciones políticas que sí estaban presentes para instarles a colaborar "en la búsqueda del bien común" y en la creación de una "sociedad más justa" a través del "entendimiento". También mencionó a los jóvenes, a quienes pidió que se sientan "protagonistas de la evangelización" eclesiástica. "No solo sois el futuro de nuestra Iglesia, sois el presente. Tenéis un lugar y la Iglesia os necesita: descubridlo", enfatizó.

Asimismo, el arzobispo entrante tuvo palabras de consuelo para todos los que están sufriendo la pandemia en primera persona. "Quiero elevar mi plegaria confiada al Padre en este día por los fallecidos, por sus familias, por los enfermos y convalecientes de esta cruel enfermedad, por aquellos que la están combatiendo y por todos los que están sufriendo las consecuencias por la crisis económica y social que de ella se deriva", expresó. A todos ellos les quiso enviar "un abrazo fraterno", también a los que se sienten solos, a los que están lejos de los suyos, a los inmigrantes, a los encarcelados y, en definitiva, a todos los que padecen "el zarpazo de la actual crisis".

Un guiño del Papa a Zaragoza

El rito se celebró en dos actos, en la Seo y en el Pilar, bajo un estricto protocolo que permitió que los asistentes respetaran en todo momento la distancia de seguridad y evitó las aglomeraciones. Con 56 años, Monseñor Escribano se convirtió en el arzobispo número 101 de la diócesis zaragozana, que ha estado, según dijo, "cargada de historia y de creyentes recios que han sabido mantener viva la llama de la fe". Las circunstancias y "el dolor de nuestra sociedad" han obligado, tal y como apuntó al comienzo de la ceremonia, a que la de este sábado fuera una toma de posesión distinta. "Hay que tenerlo muy presente", afirmó.

A la ceremonia acudieron los arzobispos eméritos Vicente Jiménez y Manuel Ureña junto a otros catorce obispos y representantes de la Nunciatura, de la Conferencia Episcopal Española y de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, de donde proviene Monseñor Escribano. Asimismo, participaron el subdelegado del Gobierno en Zaragoza, Fernando Beltrán, el consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, el vicepresidente de las Cortes, Ramiro Domínguez, y el alcalde y la vicealcaldesa de Zaragoza, Jorge Azcón y Sara Fernández, entre otras autoridades civiles y militares. 

Los feligreses –normalmente acuden varios centenares– tuvieron que conformarse con seguirlo desde sus domicilios, donde fueron testigos del saludo que el papa Francisco trasladó a la Archidiócesis de Zaragoza a través del nuncio vaticano en España, cargo que en estos momentos ostenta el arzobispo filipino Bernardito Auza, quien definió a Escribano como "un padre cercano, especialmente, a los más pobres".

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