Zaragoza

La revolución de la danza urbana busca su sitio en Aragón

El zaragozano Guillermo Lafita es uno de los primeros bailarines de break dance que forman parte de la Federación Española de Baile Deportivo, disciplina propuesta como deporte olímpico para los Juegos de París 2024

Guille Lafita.
Guille Lafita.
C.I.

El break dance -o breaking- aragonés sigue pisando fuerte a nivel nacional, aunque por el momento no haga demasiado ruido. Una realidad que podría cambiar ahora que esta disciplina ha sido propuesta -junto al skateboard, el surf y la escalada- para convertirse en deporte olímpico para los Juegos de París 2024. Se trata de un hecho que ha provocado una auténtica revolución en el mundo de la danza urbana. Una realidad que algunos, como el zaragozano Guillermo Lafita, llevan fraguando varios años.

Tras años y años cosechando éxitos, el aragonés se ha convertido en uno de los primeros bailarines de break dance que forman parte de la Federación Española de Baile Deportivo, el primero de Aragón. Una realidad que, como explica Lafita, va a abrir la puerta a la profesionalización de una disciplina artística y deportiva que, hasta la fecha, ha permanecido siempre en un segundo plano.

El zaragozano Guillermo Lafita es uno de los primeros bailarines de break dance que forman parte de la Federación Española de Baile Deportivo, disciplina propuesta como deporte olímpico para los Juegos de París 2024.

El bailarín sabe bien de lo que habla pues, a sus 29 años, lleva media más de media vida entregado en cuerpo y alma a esta disciplina. “El break es mi pasión, una vía de escape y una forma de entender la vida. Me ha permitido desarrollarme tanto a nivel personal como artístico”, afirma.

Una pasión que ha comenzado a dar sus frutos pues, recientemente, el aragonés se alzaba con el primer premio del Santiago Street Battle, un campeonato de breaking -el primero en el que colaboraban la Federación y el Comité Olímpico- en el que participaron más de 50 bailarines de todo el mundo. Con vistas a París, aunque con mucho respeto, Lafita asegura que va a seguir trabajando por llegar lo más lejos posible: “Hablar de los Juegos Olímpicos me parecen palabras mayores. No es que vaya el mejor de España. Tienes que ser uno de los 16 mejores del mundo. No es tarea fácil, pero hay que seguir trabajando para tratar de llegar lo más alto posible”.

Guille Lafita.
Guille Lafita.
C.I.

Y eso que se enamoró del breaking prácticamente por accidente, ya que vio su primer espectáculo de danza urbana cuando tenía 15 años en el festival de Navidad de su colegio, La Salle Gran Vía. “Vinieron unos bailarines de break dance a hacer una demostración y en ese momento supe que yo quería hacer eso”, reconoce. Poco a poco comenzó a visitar distintas casas de juventud de la ciudad y a buscar información donde podía. “Casi todo lo que había venía de Estados Unidos. Veíamos cintas VHS e intercambiábamos información con otra gente. Por aquel entonces había mucho más movimiento a pesar de que no teníamos el acceso a internet que tenemos hoy en día”, reconoce.

Fue a raíz del año 2010, tras comenzar a estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad San Jorge, cuando el ‘hobby’ comenzó a cobrar más importancia en su vida. “Me di cuenta de que si quería mejorar tenía que ser más disciplinado con los entrenamientos”, explica.

Y es que, lejos de lo que pueda parecer debido a la enorme cantidad de estigmas que existen en torno a esta danza urbana, Lafita invierte más de tres horas al día, durante tres o cuatro días a la semana, a prepararse física y mentalmente para estar en forma. Para ello, y dada la ausencia de ayudas dirigidas a esta disciplina, un grupo de breakers aragoneses se ha habilitado un local de entrenamiento en el barrio de las Delicias.

“El break dance surge al mismo tiempo que la cultura del hip hop en los barrios marginales de Estados Unidos a finales de los 80. Llegó a vivir una época dorada, incluso aquí, en Aragón, pero hoy se ha perdido bastante”, admite el zaragozano, que asegura que los bailarines actuales tienen por delante una importante labor de impulso con respecto a las generaciones venideras.

El break dance exige un gran esfuerzo físico, pero también capacidad de improvisación y creatividad.
El break dance exige un gran esfuerzo físico, pero también capacidad de improvisación y creatividad.
C.I.

De hecho, Zaragoza ha albergado durante años uno de los mayores eventos de referencia del sector a nivel nacional, el campeonato ‘Versus’, promovido por Juan Manuel Aragón, en cuya última edición, que tuvo lugar el pasado mes de septiembre, Lafita quedó en segundo puesto.

Tu cuerpo, tu herramienta

Como explica Lafita, en esta disciplina todo depende de uno mismo pues tu cuerpo se convierte en la herramienta fundamental a la hora de ejecutar cada paso. No solo se realiza un esfuerzo físico considerable, sino que, además, se trabaja la creatividad, la agilidad y la memoria coreográfica. “También supone un importante ejercicio de superación, muchos lo comparan con las artes marciales en las que la constancia es esencial y el progreso es bastante lento, pausado. Aquí las prisas y la impaciencia no son buenas consejeras. Es un camino lento”, asevera.

“En el breaking tu cuerpo es tu herramienta fundamental, sino lo cuidas, no va funcionar”, admite. Por eso, a la constancia y la disciplina se suman una dieta estricta y unos férreos horarios. A esto hay que sumar otras características más artísticas como ser capaz de generar un estilo propio y la creatividad. Además, cada competición es un lienzo en blanco en el que los participantes no conocen el ritmo ni el tema musical hasta el mismo momento en el que da comienzo el acto. La capacidad de improvisación entra en juego y repetir movimientos penaliza a los bboys -como se denomina a los bailarines de break dance-. “Para ello, un buen bailarín tiene que contar con una amplia variedad de ‘sets’ que luego vas adaptando en cada momento”, advierte.

“Cuando entras a según que niveles competitivos, el mayor reto es no frustrarse y no tirar la toalla. Llega un momento en el que el disfrute da paso a unos niveles de exigencia que son muy difíciles de gestionar, por eso el trabajo a nivel mental es tan importante como el físico”, admite.

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