zaragoza

"Aquí hay hambre y frío, no toque de queda"

Los sintecho, aún más aislados con las nuevas restricciones, dicen que bajan las limosnas. Cruz Roja advierte de que la pandemia eleva los casos. 

PERSONAS SIN HOGAR DURANTE EL TOQUE DE QUEDA / 05-11-2020 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
Reyes, murciano de 49 años sin hogar, dice que "ahora está todo más jodido" por la pandemia
Francisco Jiménez

«Ahora con esto del bicho está todo más jodido», dice Reyes, murciano de 49 años, recostado sobre la fachada de la parroquia del Rosario del barrio de La Almozara. Le acompaña un petate con sus escasas pertenencias, un bote para las limosnas y algunos papeles que garabatea sin mucho sentido. Se acercan las 23.00 y pronto se retirará a una zona menos transitada para «evitar problemas» por el toque de queda decretado por las autoridades sanitarias para evitar la propagación del coronavirus.

No los tendrá, porque tal y como recoge la orden autonómica que regula las últimas restricciones, están exentos de cumplir con la obligación de abandonar las calles entre las 23.00 y las 6.00 aquellos casos de «situación de necesidad». Pero eso es algo que desconocen muchas de las personas que viven a la intemperie en la capital aragonesa. «Se van a sitios más ocultos para evitar problemas», confirma Susana Royo desde Cruz Roja, una de las entidades de la Coordinadora para las Personas Sin Hogar. «Están muy desinformados, por eso intentamos explicarles cada cambio que hay, y recomendarles el uso de gel y de mascarilla, además de tomarles la temperatura», apunta.

En otras comunidades autónomas se ha comenzado a proporcionar salvoconductos a las personas que no tienen dónde refugiarse más allá de las 23.00 para que cuenten así con algo de seguridad tangible, en forma de papel. En cualquier caso, las situaciones de extrema necesidad se hacen evidentes a simple vista, sin necesidad de una firma que lo avale. «Se les consulta si necesitan algo y se les invita a utilizar alguno de los recursos municipales que tienen a su disposición, como el albergue», explican fuentes de la Policía Local de Zaragoza.

Reyes dice que le gustaría tener una «furgo» para poder moverse a sus anchas y, sobre todo, «dormir algo mejor». Como la mayoría de quienes prefieren buscar un rincón apartado y discreto de las calles de la ciudad, descarta acudir al albergue municipal, pese a llevar ya 9 años en las calles, para tener algo más de libertad. Según explican desde Cruz Roja, «además de las personas de siempre, cada vez hay más casos nuevos de gente que se ha quedado sin recursos por la actual crisis». Royo detalla que la mayoría son hombres, pero también está creciendo el número de mujeres.

"Cada vez hay más casos nuevos de gente que se ha quedado sin recursos por la actual crisis"

Según el último censo de esta entidad social, en 2018 había 120 personas sin hogar en Zaragoza. Precisamente este mes presentarán el nuevo estudio actualizado, pero ya adelantan que la cifra será superior por la crisis de la covid.

«Los de siempre no fallan»

En un cajero de la plaza de España, Darío y Marta conviven a la intemperie desde hace unos meses. «Es el mejor sitio de la ciudad», presume ella, riojana de origen. Ambos coinciden en que la ‘recaudación’ ha bajado estos últimos meses, y se aferran a «los de siempre, que nunca fallan». «¿Lo ves?», confirma poco después tras recibir dos barras de pan de un repartidor en bici de comida a domicilio que les da «mucho ánimo».

Pero además de obtener menos ingresos, los sintecho sufren también las restricciones decretadas para atajar esta ola de contagios. En su caso, el cierre de bares y comercios les deja sin una red de apoyo para cuestiones tan básicas como el uso de un aseo, o el contacto cercano de quienes se cruzan con ellos a diario. «Ahora nos rozamos menos», expresa en este sentido Lola, de 57 años, bajo una raída manta rosa. Ella es parte del grupo de sintecho que se refugia en un pasaje comercial del paseo de María Agustín, junto al comedor social del Carmen.

«Aquí hay hambre y frío, no toque de queda», responde al preguntarle si ha cambiado algo su día a día tras las últimas restricciones decretadas por Sanidad. Es viuda, de origen murciano y quiere volver a Alicante porque, asegura, «allí se vive mejor». Dice que nota en la gente «más miedo» pero ella, que lleva media vida dando tumbos (ha sido ganadera, vendedora de la ONCE...), se muestra optimista: «Al final todo pasará», concluye.

Protocolos covid

Desde el albergue municipal reconocen que en las últimas semanas se ha notado «más presión» en la admisión de nuevos usuarios. «Puede ser el frío o el toque de queda, pero desde el lunes, los espacios de entrada están a tope», explica su directora, Charo Jiménez. Se refiere a los pabellones de aislamiento en los que se aloja a quienes solicitan una habitación mientras se recibe el resultado de la prueba PCR obligatoria.

«Muchos son reticentes», comenta, y más si se tiene en cuenta que los resultados pueden tardar hasta una semana. Incluso tuvieron a una persona 18 días aislada por una prueba no concluyente. Por ello, está intentando adquirir test antígenos que agilicen la admisión de nuevos usuarios al albergue, cuyo aforo está limitado al 50% para evitar aglomeraciones que supongan un peligro de contagio.

Desde Cruz Roja advierten de que este «tapón» es un inconveniente a la hora de convencer a los sintecho de que acudan al albergue, donde estarán mejor atendidos. «Si consigues que cambie de opinión alguien que lleva mucho tiempo en la calle, el ingreso tiene que ser inmediato, porque sino se echan para atrás», apunta Susana Royo.

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