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Mayores en forma con el tenis de mesa al aire libre en Zaragoza

Medio centenar de personas de entre 60 y 90 años se reúnen tres veces por semana en el parque Bruil de Zaragoza para disfrutar del pimpón.

El grupo de amigos mayores de 60 años que suelen practicar el tenis de mesa en el parque Bruil de Zaragoza.

Quienes atraviesan cada lunes, miércoles o viernes por la mañana el parque Bruil de la capital aragonesa se topan con la misma escena. Un grupo de jubilados que, de 9.00 a 11.00, no falta a su cita en torno a las dos mesas de pimpón que se ubican en la zona más cercana a la calle Asalto. Ni la lluvia de la última semana ha podido con este compromiso con el tenis de mesa al que acuden semanalmente desde varios puntos de la ciudad.

Torrero, La Jota, el Portillo, San José e incluso desde María de Huerva. Se trata de un grupo de en torno a medio centenar de personas de entre 60 y 80 años que, tras el cierre del centro de convivencia para mayores Salvador Allende -en Las Fuentes- el pasado 14 de marzo con motivo del inicio del primer Estado de alarma, decidieron ponerse manos a la obra. “Tras más de dos meses confinados y al quedarnos sin un sitio para disfrutar de lo que más nos gusta, teníamos que buscarnos la vida”, asegura Alberto Martínez, portavoz del grupo.

Así, en cuanto se pudo salir de casa, comenzaron a buscar este tipo de instalaciones en los parques al aire libre de la ciudad. “La primera vez que vinimos todavía estaban precintadas, pero pronto las liberaron”, relata Martínez, que reconoce que escogieron esta ubicación por tratarse de “la más céntrica”.

Este zaragozano de 68 años, vecino de Las Fuentes, llegó al tenis de mesa hace cinco gracias a un amigo. “Dionisio me lo propuso durante una de nuestras clases de pintura y me llamó la atención, y mira ahora”, bromea Martínez. Esa pequeña sala multiusos ubicada en el centro de mayores, única de estas características en la ciudad, lleva más de 40 años abierta. Hoy, cuentan que jamás se habían visto obligados a abandonarla.

Acusan la falta de recursos en la ciudad para los amantes de este deporte y, sobre todo, para quienes integran esta franja de edad. “Como somos mayores no nos hacen mucho caso, sin embargo, disfrutamos igual o puede que más que los jóvenes”, señala Javier Gil. “Como mucha gente de mi generación, empecé a jugar con 15 años en un local del Tubo. En aquella época no había otra cosa: pimpón, futbolín o billares”, afirma. Por eso, cuando se prejubiló y se enteró de que en su barrio daba clases gratuitas un campeón de Aragón, Juan Parejo, no se lo pensó dos veces: “Estoy encantado. Me permite estar activo, hacer deporte sin demasiado esfuerzo y, a su vez, socializar y conocer gente nueva”.

Además, el hecho de poder disfrutar de su pasión al aire libre supone “una forma de evasión” totalmente necesaria en un momento como el actual. “Muchos días me encuentro esperando a que llegue el día del pimpón para bajar al parque. Es un desahogo físico, pero también mental”, reconoce.

No es cuestión de edad

Aseguran que cualquiera puede practicarlo. “Tan solo hacen falta ganas y comprarse una raqueta, que ahora no las compartimos”, bromea Gil, que porta un cazamariposas con el que se encarga de recoger las pelotas. “Así no tenemos que agacharnos”, añade.

Hace apenas unos meses, este grupo de amantes del tenis de mesa despedía a su miembro más longevo, José Imaz, vecino del barrio de Torrero, quien estuvo jugando hasta cumplir los 100 años. Hoy, quien ostenta el título es Mariano Tafalla (79), que asegura que, desde hace 20 ha procurado acudir diariamente a su cita con sus compañeros al centro de Las Fuentes. Carnicero de profesión, ni el párkinson que le detectaron hace cinco años y que poco a poco le va limitando ha logrado que falte a su cita con las palas. “Hago lo que puedo, aunque cada vez voy jugando peor”, admite.

Es entretenidico y me permite moverme un poco y charrar con la gente”, añade el zaragozano. Junto a él se encuentra Antonio de las Heras (65), precisamente uno de los últimos en sumarse al grupo, en concreto, hace un año: “Tenía ganas de volver al deporte que tanto practiqué en la juventud. Luego te haces mayor y lo vas dejando y hasta ahora que no he tenido más tiempo no he podido”.

En su opinión, aunque se trata de un deporte que goza de reconocimiento, echa en falta que aparezca nueva afición entre la gente joven. “En nuestra época todo el mundo sabía jugar. Creo que tendrían que darle una oportunidad y volver un poco a lo de antes, no solo a los teléfonos y las redes sociales”, reivindica.

Mucho más que tenis de mesa

Durante la entrevista, la palabra compañerismo surge en numerosas ocasiones en boca de varios de los integrantes del grupo. Y es que, tras más de ocho meses de crisis sanitaria, los integrantes de este grupo reconocen que el tenis de mesa se ha convertido en la excusa perfecta para paliar la soledad. “Tenemos un grupo por el que hacíamos videollamadas, enviábamos cosas… ni durante los peores momentos hemos estado solos porque hacíamos un seguimiento de la gente”, explican.

Así lo confirman Asunción Yus (59) y Luís Piquer (64). “Comencé a venir a raíz de que se apuntase mi marido y la verdad es que es un deporte que al final engancha”, afirma ella. “Sobre todo por la gente, venir aquí cada día nos permite evadirnos, salir de la monotonía y, aunque adoptamos todas las medidas de seguridad necesarias, a veces hasta te olvidas de la pandemia”, asevera Piquer.

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