sucesos

Vuelven a detener al hombre que está obsesionado con policías y guardias civiles

Tiene delirio persecutorio y ya ha sido condenado en una ocasión por insultar y acosar a agentes de la autoridad. 

Los accesos a la Ciudad de la Justicia de Zaragoza estaban ayer prácticamente desiertos.
Los accesos a la Ciudad de la Justicia de Zaragoza estaban ayer prácticamente desiertos.
José Miguel Marco

Sergio D. Z., de 37 años, tiene un trastorno antisocial de la personalidad y otro delirante de persecución que le hace sentirse obsesionado con los agentes de la autoridad de todos los cuerpos uniformados y que le ha llevado en varias ocasiones a acosarlos y amenazarlos. El día del Pilar fue un poco más lejos y, además de los insultos habituales, arremetió físicamente contra los dos policías nacionales con los que se topó.

El incidente se produjo a media tarde del pasado lunes en la calle Borja de Las Delicias. Sergio D. Z. iba con su pareja en su coche y, al ver un vehículo policial estacionado en la mencionada vía, se acercó para decirles que lo quitasen. Los agentes le respondieron que estaban custodiando un local y que, además, era una calle peatonal y no podía circular por ahí.

 A partir de ese momento, comenzó a proferir insultos y amenazas del tipo: "Perras, sé quiénes sois. Os he reconocido. Hijos de puta; os voy a matar a los dos, a vuestros hijos y a vuestras familias”. En un momento dado, según la denuncia policial, sentado en su coche, agarró a un agente del brazo, lo atrajo hacia sí y subió la ventanilla atrapándoselo. Ayudado por el otro compañero, lograron abrir la puerta del vehículo, pero Sergio D. Z. les lanzó puñetazos y golpes en los testículos.

Toda la intervención fue grabada por la pareja del presunto agresor, que anunció que colgaría todo en internet. Las dos personas terminaron detenidas y el móvil intervenido, por orden judicial. Tras declarar ante la juez de guardia, asistidos por el abogado Javier Elía, quedaron en libertad provisional.

Sergio D. Z. ha sido juzgado al menos en dos ocasiones. En una de ellas fue absuelto al entender que su estado mental lo hacía inimputable. Pero en la última, se apreció solo una eximente incompleta y fue condenado por amenazas y acoso. El tribunal le impuso penas de multa, que sumaban 1.560 euros y medidas de alejamiento de sus dos víctimas, dos guardias civiles, y de sus respectivos hijos durante dos años. Antes vivía en Utebo, donde ocurrieron estos últimos hechos, pero ahora reside en Zaragoza. 

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