mercado central de zaragoza

El Mercado Central cumple seis meses desde su reapertura con menos ventas y falta de turistas

El desplome de clientes en la hostelería afecta a los detallistas. La fase 2 provoca un retroceso en la afluencia de la lonja

El Mercado Central de Zaragoza sigue arrastrando los efectos de la situación sanitaria. Logran mantenerse por tratarse del sector de la alimentación pero, aun así, el retroceso a la fase 2 y el desplome del turismo han provocado que los detallistas experimenten de nuevo una caída en las ventas, si bien no tan acusada como en las primeras semanas de confinamiento. Sobre todo, lo notan quienes tienen en bares, restaurantes y hoteles sus principales clientes, pues las restricciones en la hostelería impuestas para frenar los contagios de coronavirus están provocando el cierre, temporal o definitivo, de muchos de estos negocios.

Hace casi seis meses, las puertas de la centenaria lonja se abrían de nuevo, entre máxima expectación, tras dos años de reforma integral. La vuelta a casa de los detallistas fue acogida con especial entusiasmo por los zaragozanos, que llenaron a rebosar las instalaciones día sí y día también tras su estreno a bombo y platillo. No obstante, echando la vista atrás, nadie se podría haber imaginado que el regreso del Mercado Central se iba a ver empañado, como absolutamente todo lo demás, por una pandemia mundial. El coronavirus ha cambiado la rutina diaria de los comerciantes, no solo por las mascarillas, la distancia de seguridad y el aforo reducido –ahora en 445 personas–, sino porque tuvieron que adaptarse en tiempo récord y sumergirse de lleno en la venta ‘online’.

El presidente de los detallistas, José Carlos Gran, recuerda que la última semana de marzo, cuando las ventas llegaron a caer por debajo del 50%, fue "la peor de todas con diferencia", pero la rápida puesta en marcha del reparto a domicilio contribuyó a una pronta mejoría. El Mercado Central se incorporó en abril a Mizesta, el área de mercado ‘online’ de Zerca!, una plataforma con el desarrollo tecnológico de Hiberus, y ha llegado a tramitar cerca de un millar de pedidos a domicilio al mes. Ahora, este tipo de compra está algo "más tranquila" porque "a los clientes les gusta ir al mercado".

En los meses de mayo y junio se registraron "buenas ventas". Sin embargo, con el retroceso de la capital aragonesa a la fase 2 los detallistas coinciden en que la afluencia ha vuelto, de nuevo, a descender. También lo achacan a las altas temperaturas y a este atípico verano en el que casi no hay ni rastro de turistas en la ciudad. No obstante, Gran se muestra optimista de cara al futuro. "Estoy convencido de que la situación mejorará –apunta–. Tenemos la ilusión de que en septiembre se remontará al 100%".

Ayer, la lonja registró bastantes visitantes durante toda la mañana, aunque nada comparado con los sábados anteriores a la pandemia. Además, los cuatro establecimientos de restauración, de la empresa Rombo Zentral, continúan cerrados ante las restricciones sanitarias y después de sufrir un desplome del 85% en la caja.

No obstante, los días laborables, y especialmente después de comer, el panorama es todavía más diferente: los pasillos de la histórica lonja se quedan prácticamente desérticos, con la casi única presencia de unos comerciantes sin clientes a los que despachar. "Desde que aparecieron los rebrotes fue peor para todos. Antes íbamos muy bien, pero ahora el mercado se ve vacío, las tardes son horrorosas", aseguraba ayer Pilar Pradas tras el mostrador de Floristería Jara. "Ha sido y está siendo muy duro", lamentaba.

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