Una presunta estafa denunciada en Zaragoza salpica a un club histórico de la liga portuguesa

Una empresa acusa a su exdirector general de desviar más de medio millón de euros para comprar el Sport Beira-Mar. Durante la etapa en la que el acusado fue su dueño, el equipo de fútbol acabó expulsado de la competición por impagos.

El acusado, Omar S., este martes instantes antes del juicio
El acusado, Omar S., este martes instantes antes del juicio
José Miguel Marco

El que fuera director general de Pieralisi España, Omar S., se sentó este martes en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial por una presunta estafa que se denunció en Zaragoza y salpica indirectamente al Club Sport Beira-Mar, un histórico de la liga de fútbol portuguesa. El ejecutivo, contra el que se dictó una orden de detención que lo llevó a prisión el pasado mes de febrero, reconoció en el juicio que transfirió más de medio millón de euros al club en concepto de patrocinio. Sin embargo, tanto la Fiscalía como la propia compañía, que forma parte de un grupo italiano que fabrica maquinaria para la elaboración de aceite de oliva, acusan al directivo de aprovecharse de este dinero para comprar el club y convertirse en el máximo accionista.

El ministerio público califica los hechos como un delito continuado de apropiación indebida y pide para el acusado cinco años de prisión. La empresa para la que este trabajó entre 2012 y 2014 y que tiene su sede española en la Plataforma Logística de Zaragoza, propone una condena mucho mayor: 16 años. No en vano, le atribuye también delitos de administración desleal y estafa. Y mientras la Fiscalía exige al encausado que devuelva los 542.400 euros que habría dedicado a comprar el club portugués y ponerlo a su nombre, Pieralisi le reclama esa cantidad más otros 678.336 euros. Según la compañía, este último sería el perjuicio añadido que el investigado provocó con el contrato de patrocinio "ilícitamente contraído".

Los hechos que ahora intenta desentrañar la Audiencia de Zaragoza se remontan a diciembre de 2013, cuando Omar S. hizo la primera de las transferencias bajo sospecha. Los seis años que han sido necesarios para sentar al ejecutivo en el banquillo dan cuenta de la complejidad de un asunto que tuvo su propia derivada judicial en Portugal. Fue a costa de la quiebra del club de Aveiro, que fue apartado de la competición por impagos en la época que tuvo al ahora acusado como propietario.

El exdirector general de Pieralisi España se presentó como un profesional "especializado en reflotar compañías". Recordó que llegó a la planta del grupo italiano en Plaza en una situación "muy difícil" y logró sacarla adelante "con mucho esfuerzo". A la hora de justificar la inversión en el club de fútbol, el acusado explicó que su mercado era el español y el portugués. "Y como en Portugal apenas teníamos negocio, se me ocurrió que patrocinar a uno de los clubes históricos podría darnos una buena imagen, señaló.

"Lo hice por honestidad"

Preguntado por cómo terminó convirtiéndose en el dueño y presidente del Club Sport Beira-Mar solo tres días después de cesar como director general de Pieralisi España, el investigado dijo: "Nunca pretendí que fuera así. Lo hice por honestidad, por responsabilidad. Para intentar recuperar el dinero que había invertido la empresa y poder devolvérselo".

Sin embargo, el ejecutivo reconoció que las cosas no fueron como las había previsto. "Yo estaba acostumbrado a manejar empresas con dificultades, pero la deuda del club era mayor de la que me imaginaba. Y aunque al principio se consiguió bastante dinero con los derechos de televisión, al echarnos de la competición, ese dinero se perdió", se justificó.

Durante la vista declararon como testigos dos exdirectores financieros de la planta de Plaza, que aseguraron no tener conocimiento del supuesto contrato de patrocinio que el acusado había firmado con el equipo luso. Uno de ellos dijo que le llegaron a hacer firmar «tres cheques y tres cartas» en blanco para autorizar unos pagos. Dinero que, supuestamente, también terminó transferido al club. "Si la empresa tenía conocimiento de todo esto no lo sé. Pero yo me negué a firmar aquello y el director financiero del grupo lo autorizó", explicó.

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