zaragoza

Silencio, el semáforo está en rojo

Los veladores del Mercado Central instalan un medidor que controla el ruido de sus clientes y aplica descuentos a quienes menos molestan a los vecinos.

Un semáforo, en la parte superior, mide el ruido de los clientes de las terrazas del Mercado.
Un semáforo, en la parte superior, mide el ruido de los clientes de las terrazas del Mercado.
Guillermo Mestre

"Aquí tiene la cuenta. Le hemos aplicado un 20% de descuento porque ha mantenido un comportamiento cívico". No es el diálogo de una escena de cámara oculta, sino la forma en que acaban la mayoría de las conversaciones entre los camareros y los clientes de los bares del Mercado Central. El motivo no es otro que la instalación de un semáforo acústico que mide el ruido que se produce en los veladores exteriores y que no solo alerta de quien se excede en los decibelios de su conversación, sino que también premia a los que menos molestias generan a los vecinos.

En concreto, cuando el disco se encuentra en verde quiere decir que el ruido es el adecuado, y por ello los bares de Rombo Central, la apuesta hostelera de la histórica lonja tras su reforma integral, aplican a los clientes un 20% de descuento al importe habitual. En caso de que cambie a ámbar, la rebaja se queda en el 10%, mientras que si los decibelios suben en exceso, se sitúa en rojo y habrá que abonar el importe íntegro.

"Nos preocupa el descanso de los vecinos, y tras darle muchas vueltas, dimos con esta idea para premiar a los clientes más cívicos", explica Miguel Cubero, gerente de operaciones de Rombo Central. "Si hay una ambiente relajado se bonifican las consumiciones, y así hemos conseguido una terraza silenciosa y que no causa molestias", añade.

El semáforo se enciende a partir de las 22.00 para evitar las molestias a los vecinos en las horas de descanso. "No sé cómo no se le había ocurrido a nadie hasta ahora, es una idea genial porque todo el mundo sale ganando", comentaba esta semana al ser informada de la iniciativa Paula Monzón, una clienta de 27 años, junto a su grupo amigas. "A la gente le hace gracia que se beneficien simplemente por comportarse de forma normal", concluye Cubero.

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