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Los primeros aviones de pasajeros tras el confinamiento surcan el cielo de Zaragoza

El primer vuelo ha aterrizado este sábado a las 10.00 desde Menorca. Poco después despegaba el siguiente, rumbo a la isla y lleno al completo. 

Los nervios y las ganas por salir de viaje, las prisas, las esperas, las bolsas, mochilas y maletas, el recorrer la terminal cargado hasta arriba de equipaje. Los primeros aviones de pasajeros desde el estado de alarma han surcado este sábado por fin el cielo de la capital aragonesa, y con un destino nada desdeñable en pleno comienzo del verano: Menorca. El aeropuerto de Zaragoza ha dado esta mañana un salto hacia la nueva normalidad con dos vuelos de ida y vuelta de la compañía Volotea y durante los próximos días irá recuperando poco a poco su actividad, aunque con un recorte del 30% en su oferta global. Entre los pasajeros reinaba (y cómo no) la ilusión por dar comienzo a sus vacaciones, pero esta vez la alegría era doble. Tras casi tres meses de incertidumbre la suerte les sonrió justo a ellos y han sido los primeros afortunados en poder coger un vuelo que, en la mayoría de los casos, habían reservado mucho tiempo atrás, antes del estallido de la pandemia. 

"Teníamos preparado ya este viaje desde hace seis meses, vamos todos los años y estábamos cruzando los dedos para que al final las fechas no nos pillaran", contaba Ana tras facturar su equipaje junto a su hijo de seis años que, aunque tímido y oculto tras su mascarilla, tenía ya ganas de embarcar. En este caso, ha sido la primera vez que viajaban en avión desde la capital aragonesa. "Hemos sido los primeros, o sea que ha habido mucha suerte. Queríamos poder escaparnos", sentenciaba. 

Tras ellos, un nutrido grupo de viajeros, muchos familias con niños pequeños, hacían fila para dejar también sus maletas. Los trabajadores que las recogían se encontraban protegidos detrás de una mampara. Algunos pasajeros, como Isabel, que viajaba junto a su pareja e hijo, tenían reservado el vuelo para el 24 de junio, pero pudieron retrasarlo y salir también en el primer avión tras el confinamiento. "Tuvimos que desplazar las vacaciones tres días y alquilar un apartamento, porque los hoteles todavía no han abierto", indicaba.

Junto a las pantallas de seguridad, las mascarillas y el gel hidroalcóholico han sido la gran diferencia en la terminal con respecto a los vuelos anteriores. A través de megafonía una voz advertía de la obligatoriedad de utilizar este material de protección personal y además correctamente: "cubriendo nariz y boca", rezaba el mensaje justo antes de volver a reproducirse en inglés. Además, se han instalado carteles por todo el espacio que recuerdan las medidas de seguridad, "para que los pasajeros no se relajen", según ha explicado el director del aeropuerto de Zaragoza, Marcos Díaz. 

En este sentido, aunque "el riesgo cero nunca va a existir", se ha tratado de crear "un ambiente lo más seguro posible". "Hemos tomado medidas alineadas con las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, que pasan por aumentar la higiene en la terminal, hacer limpiezas continuas y mantener el distanciamiento", ha indicado Díaz. No obstante, dentro de los aviones no es necesario guardar la separación. De hecho, el aeropuerto se ha estrenado este sábado con un vuelo al completo. "En el proceso del viaje no se puede mantener el distanciamiento pero por contra se intensifica la limpieza y la ventilación es mucho más intensa", ha resumido. 

En el caso del vuelo de vuelta, sin embargo, no ha habido ningún problema de espacio. Sobre las 10.00, pocos minutos después de que la mayoría de veraneantes pasaran a la zona de embarque, salieron los 14 pasajeros del avión que venía de la isla. En este caso, los motivos del viaje eran bastante diferentes y, sobre todo, llegaban a Zaragoza por asuntos de trabajo y estudios o para visitar a la familia. Miriam Pons, por ejemplo, ha venido por un periodo de dos semanas para llevar a cabo sus prácticas de veterinaria, que tuvo que retrasar un mes a causa del coronavirus. María Jesús Gracia, sin embargo, llegaba para ver a su familia, pues aunque reside en Menorca es aragonesa. "Estoy encantada de tener vuelo directo, es un lujo", afirmaba.

La próxima semana será cuando se sumen los vuelos internacionales. El primero con origen extranjero será un Wizz Air de Cluj-Napoca (Rumanía), previsto para el día 2 de julio. Cuando los pasajeros aterricen en Zaragoza, pasarán por un control de seguridad más estricto que con los vuelos nacionales, que incluye el control de temperatura a través de cámaras térmicas. Esta prueba se hará en la propia sala de recogida de equipajes y en el caso de alguna persona presentara fiebre se le dirigiría a un control secundario donde sería sometido a un análisis más exhaustivo. Según ha asegurado Díaz, el equipo de este segundo control será quien decida los pasos a seguir en función de determinadas cuestiones, como el historial del pasajero o los síntomas que presente. 

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