coronavirus en aragón

Tras el cierre de la UCRI del Clínico: "Una urgencia se resuelve mucho más rápido cuando tienes este tipo de unidades"

La Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI) del Hospital Clínico de Zaragoza, creada a finales de marzo por la pandemia, se cerró el 31 de mayo. Fue la primera de este tipo en Aragón y en ella no hubo fallecidos. Desde Neumología reclaman el mantenimiento de este servicio ante un posible rebrote. 

Fue la primera y única UCRI que ha habido en Aragón, y la experiencia, con cero pacientes covid fallecidos en sus filas, ha sido muy "positiva", tanto para los enfermos atendidos como para el equipo de Neumología que la asistió. La Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI) del Hospital Clínico de Zaragoza se creó a finales de marzo con motivo de la pandemia para atender los casos graves de coronavirus que lograban salir de la UCI. Se cerró el 31 de mayo, tras recibir el alta el último paciente. 

"En la UCRI se manejaban todas las complicaciones que pudieran haber surgido en ese tiempo. Era ya la fase final de todo, de los casos más graves de coronavirus, pacientes supervivientes de estancias larguísimas en UCI que en algunos casos superaron el mes y medio", explica la doctora Laura Anoro, una de las neumólogas que impulsaron la reconversión de esta unidad. La doctora María Hernández y ella recuperaron este espacio que se ideó inicialmente para atender casos de ictus en Aragón, aunque nunca llegó a tener esa finalidad. La pandemia, como ha ocurrido en muchos otros ámbitos, alteró el orden de las cosas y hubo que actuar de forma rápida para descongestionar espacios que corrían el riesgo de saturarse por la presión asistencial de la covid-19. "En un principio, este espacio se creó para la Unidad de Ictus, pero hasta el día en que se abrió, a finales de marzo, la unidad estaba vacía. No había material ni medios personales, era un espacio diáfano y cuando vimos que la necesidad podía estar presente quisimos aprovechar este sitio y montarla desde cero, con todos los requerimientos de aparataje que se necesitan", explica Hernández. 

Su compañera, la doctora Anoro, perteneciente también al servicio de Neumología del Hospital Clínico Lozano Blesa, destaca que fue "la primera y única UCRI" creada en Aragón para atender a pacientes covid que eran dados de alta en la UCI pero que necesitaban cuidados intermedios antes de pasar a planta. "El principal motivo por el que se creó fue para dar salida lo antes posible a los pacientes que estaban en las unidades de cuidados intensivos, porque no sabíamos cuánto iba a durar el pico de la pandemia, y cuál iba a ser la magnitud. Las camas de UCI han estado -en esta y, en general, en todas las unidades- saturadas, y se trataba de dar altas y liberar camas lo antes posible", reconoce esta doctora. 

A pesar de ser "supervivientes" de la covid-19, la mayoría de los pacientes que pasaron por la UCRI del Clínico -un total de 38- requerían unos cuidados especiales intermedios para salir del hospital. "Nos encontramos con casos muy complejos. Fundamentalmente traqueostomías que no estaban retiradas, y cuyo manejo en planta a lo mejor es más complicado porque la atención no es tan inmediata", señala la doctora Anoro. "Aquí había dos e incluso tres enfermeras en turnos de mañana que podían atender perfectamente a estos pacientes y, al ser una sala diáfana, prácticamente desde el control de enfermería había visión directa a cada paciente. La cercanía que había en la UCRI paciente-personal sanitario fue muy positiva", destaca Hernández. 

Las doctoras Laura Anoro y María Hernández, neumólogas del Hospital Clínico de Zaragoza.
Las doctoras Laura Anoro y María Hernández, neumólogas del Hospital Clínico de Zaragoza.
HA

Equipadas con los denominados EPIS, el personal del servicio de Neumología que asistió esta unidad en los meses más duros de la pandemia asegura que no hubo problemas de abastecimiento o falta de medios en este servicio, donde reconocen que algunas guardias de 24 horas -que concluyeron también con el cierre de la UCRI- se hicieron "interminables" para muchos. "La comunicación en este servicio era permanente. Teníamos un busca al cual se nos llamaba desde la UCI y rápidamente gestionábamos el traslado. No había un tiempo de espera y prácticamente en el 100% de los casos, en cuanto nos llamaban, el ingreso se hacía efectivo", subraya María, que agradece también el servicio prestado por profesionales de otras especialidades. 

"También hemos contado en la unidad con ayuda de otros servicios, bien sea de rehabilitación o fisioterapia, que venían prácticamente a diario, o atención psicosomática, porque después de tantos días en la UCI, desde el punto de vista anímico, muchos pacientes necesitaban ayuda", apunta Laura. 

Supervivientes jóvenes de la covid-19

Los pacientes que llegaban de la UCI a esta unidad, al ser una sala diáfana y sin puertas, requerían dos pruebas PCR negativas "para tener la seguridad de que no iba a haber contagios, porque no había manera de aislarlos", puntualizan.

La media de edad de los pacientes que ingresaron en la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios fue de entre 60 y 70 años. El más joven tenía 37, y la estancia media fue de 8 días y medio, después de pasar la mayoría de ellos entre 45 y 50 días de ingreso en las unidades de cuidados intensivos. "Hubo 38 pacientes que pasaron por esta unidad; 75 años tenía el que más, pero tuvimos casos de 37 y 45. Al final, son gente relativamente joven porque han estado en UCI y ahí no entra cualquier paciente", reflexiona María. 

La recuperación de todos ellos fue también bastante desigual, en función del estado basal que tuviera cada uno. "Vimos mucha variabilidad... Ha habido pacientes a los que se les ha podido dar el alta para irse al domicilio, pero a día de hoy todavía colea alguno ingresado en planta que se está rehabilitando o que tiene que ir a un centro de convalecencia para conseguir esa rehabilitación que hacía antes, ya que todavía no está perfectamente", matizan las doctoras. 

Los efectos secundarios de la covid-19

Los efectos secundarios de la covid-19 mantienen en alerta a los especialistas del área de Neumología, pero también de otras especialidades que han prestado ayuda al servicio para lograr que estos pacientes recuperen calidad de vida. "La mayoría de ellos, como ya venían de un bagaje largo de UCI, habían finalizado los tratamientos específicos para la covid, y los efectos secundarios de estos fármacos no fueron ya un problema para nosotras. Sí lo fueron, por el contrario, otras patologías derivadas de su estancia en UCI. Estas personas, al haber estado tanto tiempo ingresadas en estas unidades, venían con úlceras derivadas de un encamamiento prolongado o infectados de otros gérmenes que son propios de estas unidades", detallan las doctoras, al mostrar algunas imágenes que reflejan el alcance de las lesiones sufridas.  

Dos pacientes de coronavirus en la UCRI del Hospital Clínico de Zaragoza.
Dos pacientes de coronavirus en la UCRI del Hospital Clínico de Zaragoza.
HA

De los casi 40 pacientes que pasaron por esta unidad, la mayoría eran enfermos traqueostomizados que precisaban alimentación por vía enteral. Otros muchos tenían los músculos debilitados por el encamamiento y los hay que tuvieron que ser derivados al Hospital San Juan de Dios de Zaragoza para continuar con su recuperación. "La propia traqueostomía produce alteraciones en la deglución de estos pacientes, en la fonación, un aumento de las secreciones, dificultad para toser y riesgo de infección de esas secreciones que pueden provocar neumonías", advierten las neumólogas. 

Al disponer de esta unidad, María y Laura, junto al resto de su equipo del área de Neumología, podían movilizar a estos pacientes con mayor seguridad para evitar el riesgo de contagio a otros sanitarios o enfermos que estuviesen en planta. "Llevábamos todos EPIS porque eran pacientes que necesitaban ventilación mecánica no invasiva, y cualquier maniobra que ralizábamos a través de la traqueostomía -o para aplicarles la ventilación- teníamos que usar estos equipos. En teoría ya no eran contagiosos, pero esto tampoco se sabía al 100%", confiesa la doctora Anoro. María, por su parte, detalla todo el material que llevaban encima. "Nos poníamos la pantalla, las gafas estancas, dos pares de guantes, las mascarillas pertinentes y las dos batas. Además, disponer de esta unidad y tener personal suficiente nos permitía también realizar pruebas diagnósticas invasivas, que normalmente se realizan en UCI, como las broncoscopias", puntualizan. 

Una consulta única y la necesidad de recuperar la UCRI

Desde el servicio de Neumología informan de que se ha centralizado a todos los enfermos que pasaron por esta Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios en una consulta covid de creciente reación, para examinar analíticamente y por medio de radiografías las funciones pulmonares de cada paciente y ver cuál ha sido su evolución. "En algunos casos no sabemos muy bien si ha habido daño pulmonar permanente o se va a poder ir mejorando con el paso del tiempo. Queremos establecer un protocolo a seguir, y para eso los vemos en una consulta única", indican las doctoras Hernández y Anoro. A ambas les gustaría que esta unidad que se cerró el pasado 31 de mayo se mantuviera con más o menos camas para aliviar la presión asistencial del servicio de Neumología ante un futuro todavía incierto, por la amenaza que hay de un posible rebrote y la llegada de una segunda oleada de contagios. "Tenemos miedo, y de cara sobre todo al verano, que parece que todo es más abierto y más laxo con las vacaciones y el buen tiempo, preocupa un poco la incertidumbre; pero también que puede coincidir después por temporada estacional con la de la gripe", advierte María. 

Laura, por su parte, insiste en que una urgencia se resuelve de forma mucho más rápida cuando tienes este tipo de unidades en una planta convencional. "Lo cierto es que nuestra experiencia, por otros foros que hemos compartido con compañeros, ha sido aplaudida por todo el mundo. Nos han alabado el haber tenido esta UCRI porque en otros hospitales de Aragón y del resto de España ha sido mas difícil conseguirla o no se ha podido", apostilla. 

Los momentos más duros de la pandemia

"Una noche tuvimos que bajar a dos o tres pacientes jóvenes en una guardia. Eso nos hacía ver la magnitud de lo que estábamos viviendo"

Tres semanas después de que se cerrara esta unidad, Laura y María hacen balance de los momentos más complejos que han vivido en la UCRI del Clínico, tras dar por terminadas sus guardias de Neumología en este servicio. Los efectos secundarios que presentaban algunos pacientes han sido difíciles de asumir para muchos sanitarios. "Yo, personalmente, recuerdo una noche, de las primeras guardias que hice, en la que tuvimos que bajar a dos o tres pacientes jóvenes de nuestra planta en el transcurso de dos o tres horas. Eso nos hacía ver la magnitud de lo que estábamos viviendo", recuerda María. 

Para Laura ha sido también "muy duro" ver el estado en el que salían algunos de esos pacientes que ellas mismas habían derivado de su planta a las ucis. "Había gente que la reconocías por el nombre, porque por el aspecto físico no los llegábamos a reconocer... La pérdida de peso fue notoria y era fuerte para nosotras encontrarte el antes y el después, ver en qué condiciones salían", apunta esta neumóloga, cuya otra gran "preocupación" eran sus familias. 

Las neumólogas del Hospital Clínico Laura Anoro y María Hernández.
Las neumólogas del Hospital Clínico Laura Anoro y María Hernández.
P. Berné
"Teníamos el miedo de llevarnos esto a casa"

"Nosotras que somos madres de críos muy pequeños teníamos también el miedo no solo a contagiarte, sino a llevarnos esto a casa. Al final, teníamos allí a toda la familia y estábamos trabajando en un medio un tanto hostil", puntualizan. 

La doctora Anoro reconoce que llegó a estar aislada una semana "al principio de la pandemia, por el paciente cero que hubo aquí". Su compañera, la doctora Hernández, no llegó a ese punto, pero asegura que, a nivel familiar, la conciliación ha sido muy difícil para sus familias en estos meses de pandemia. "Es complicada la conciliación con el confinamiento. Las guardias eran de 24 horas. Con los abuelos te daba muchísimo miedo dejar a los niños... Trabajábamos aquí todo el día, pero luego en casa también éramos necesarias... En mi caso, al final, tuve que contratar a una canguro", confiesa María. Laura, por su parte, reconoce que si el confinamiento ha sido "duro" para quienes han estado encerrados en las casas, "muchísimo peor ha sido para los que hemos tenido que dar el callo", afirma. 

"Nosotras teníamos que tener mucho cuidado al salir del hospital, con los lavados de manos, el cambio de ropa, cuidar de no achuchar mucho a los peques, de ducharte enseguida, de ir y venir… Al final esto es como todo, al principio hubo mucha histeria pero luego te vas relajando un poco cuando ves que la cosa no va a más en casa", confiesan. 

A pocas horas de haber estrenado esta "nueva normalidad" anunciada por el Gobierno, estas neumólogas piden "prudencia" en la desescalada e instan a no bajar la guardia en la lucha contra el coronavirus

"Yo muchas veces pienso que la gente, en general, tendría que haber visto lo que se ha vivido en una planta o en una UCI, asomarse un poco para ver lo que provoca esta pandemia", opina María. "Nosotras -continúa Laura- nos dimos cuenta al hacer alguna técnica diagnóstica en UCI, pero hasta que no entras ahí no eres consciente de lo que hay... El cuidado con el que se trabaja aquí, las medidas que se toman... y es salir por la puerta y encontrarte con otro mundo completamente distinto al que debiera", concluyen las doctoras. 

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