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Banco de alimentos: “Ojalá no, pero puede que alcancemos las cifras de 2012”
El Banco de Alimentos de Zaragoza advierte de que la demanda de ayuda sigue creciendo y temen que se alcancen cifras como las registradas durante la crisis, cuando se repartieron cinco millones kilos de comida.
El impacto económico de la crisis del coronavirus se está dejando notar, especialmente, entre las familias más vulnerables de la capital aragonesa. Prueba de ello es el incremento de trabajo al que tienen que hacer frente estos días los voluntarios del Banco de Alimentos de Zaragoza, que en estos momentos gestiona alimentos para más de 160 centros y colectivos.
“Desde que se detectó el estado de alarma hasta el día de ayer sí hemos notado un aumento de la presión”, comenta Víctor Ayllón, vicepresidente del Banco de Alimentos de Zaragoza. No obstante, reconocen que este incremento en la demanda ya se percibía tímidamente incluso antes de comenzar con el confinamiento. “Llevábamos una trayectoria ligeramente ascendente”, añade.
La labor del banco durante estos dos últimos meses también ha estado condicionada por la situación de muchos de sus voluntarios. Son aproximadamente 150, pero parte de ellos se han tenido que quedar en sus casas por su condición de riesgo. “Son personas mayores o con alguna patología previa”, afirma el vicepresidente. No obstante, la ausencia de estos voluntarios veteranos ha sido suplida por manos nuevas que, en unas pocas semanas, han tenido que adaptarse a los ritmos de la ONG. “Ha sido un esfuerzo extra en todos los sentidos”, apunta Ayllón.
Estos días trabajan en turnos de, como mínimo, 20 personas por jornada, y se han comprometido a que, al menos una vez al mes, los centros con los que colaboran reciban alimentos. “También les hemos aumentado la cuantía correspondiente”, señalan desde el banco.
Todo para mitigar el impacto de una crisis que, en el peor de los casos, podría llegar a parecerse a la que comenzó en 2008. Ayllón asegura que no pierden la esperanza de que la situación mejore, aunque sostienen que hay que ser “realistas”. “Ojalá nos equivoquemos, pero podríamos volver a las cifras del año 2012”, añade. Ese año se alcanzó el pico máximo de atenciones durante la recesión: se repartieron cinco millones de kilos y el banco tuvo casi 40.000 usuarios.
“La previsión es que la demanda continúe, porque el aumento es incesante. Todos los días llama gente pidiendo ayuda”, señala Ayllón. Sin embargo, el banco no trabaja directamente con particulares, sino que gestiona la ayuda a través de asociaciones, parroquias, residencias o fundaciones.
Para cumplir con su labor resulta fundamental la colaboración de empresas que donan alimentos, las aportaciones económicas de quienes quieren ayudar con la causa e incluso las iniciativas ciudadanas. Y es que, son muchas las campañas que se han iniciado en la ciudad para intentar mitigar la crisis provocada por el coronavirus.
Una de ellas es la que van a llevar a cabo el próximo 31 de mayo cerca de una docena de grupos de scouts de todo Aragón. La han bautizado como ‘Cada Kilo Suma’ y el objetivo es llegar a recaudar diez toneladas de alimentos. “Pondremos nuestros locales como puntos de referencia para que la gente pueda traer sus alimentos”, explica Lucía Escartín, coordinadora del grupo de scouts Impeesa 424, que tiene su sede en la calle Asín y Palacios. También ofrecen a los ciudadanos la posibilidad de colocar cajas en sus comunidades y empresas para que los donantes dejen allí sus alimentos y, posteriormente los scouts las vayan a buscar.
La primera campaña puesta en marcha por los Scouts comenzó a principios de mayo de la mano del grupo Marboré 203, aunque posteriormente se fueron sumando a ella otros colectivos. Por el momento, han conseguido reunir un total de 5.500 kilos que han ido a parar al Banco de Alimentos de Zaragoza.
La Asociación de Vecinos Cívitas y la Federación Aragonesa de Consumidores y Usuarios también colaboran habitualmente con la organización.
Además, muchas redes de apoyo vecinal se están encargando también de realizar sus propias recogidas de alimentos. Es el caso de la red de San José y de la de Parque Goya, entre muchas otras repartidas por los distintos barrios de la ciudad.
