estado de alarma

Primer sábado noche de la desescalada en Zaragoza: "Había muchas ganas de salir"

Hubo que hacer fila para poder coger una mesa libre en los veladores de los bares que abrieron. Algunos jóvenes incluso se juntaron en la ribera a hacer botellón, aunque de forma minoritaria.

"Había muchas ganas de salir". Fue la frase más repetida anoche en Zaragoza. Las calles y las terrazas se llenaron de gente que quiso aprovechar el primer sábado de la desescalada y disfrutar de la apertura –aunque sea parcial y con muchas restricciones– de los bares. Pese a que la noche era fresca, se vieron muchos grupos de todas las edades, pero sobre todo de jóvenes –casi todos sin mascarilla–. Incluso algunos de ellos se aventuraron a hacer botellón en las riberas, aunque fueron los menos.

Con las discotecas cerradas y los espacios interiores de los bares proscritos, las terrazas se convirtieron en el refugio de quienes quisieron tomar algo en compañía de los amigos. La distancia de seguridad recomendada, de al menos dos metros, en la mayoría de los casos desaparecía.

En los veladores del paseo de la Constitución y Cesáreo Alierta –que entre todos se acercan al centenar de mesas– había que hacer fila para poder sentarse. "La gente está con muchas ganas. En agosto aquí no habría un alma, y ahora mira cómo está", apuntaba Marisol Frago señalando las 25 mesas repletas del bulevar del paseo de la Constitución, cuyo quiosco regenta. La concesionaria de este espacio reconocía que "a veces es difícil controlar a la juventud", que tiende a juntarse "sin mascarillas ni nada".

En una de las mesas, siete amigos apuntaban que no era la primera vez que quedaban. A Jorge, uno de ellos, incluso le multaron semanas atrás por saltarse el confinamiento para estar con unos amigos. "Ahora que podemos sentarnos a beber y fumar sin problema, esta semana está siendo la peor para mi salud", reconocía uno de ellos.

María Ruberta, María Edo y Eva Martínez también aprovecharon el primer sábado de desescalada. La primera de ellas volvió recientemente de Ecuador, donde estaba de enfermera, gracia a un vuelo de repatriación de Iberia. "Me costó regresar a España, por lo que ahora que ya estaba aquí quería ver a mis amigas", afirmaba tras su mascarilla. En los locales se avisaba de que el cierre llegaría a las 23.00, que fue la hora pactada por el Ayuntamiento con los hosteleros.

La estrechez de las calles del Tubo complica la colocación de terrazas y, por tanto, la apertura de los bares. En el primer sábado noche de la desescalada solo abrieron dos: Casa Buisán y Bodegas Almau. Ambos tenían sus patios totalmente llenos y con gente esperando para sentarse. "Va mejor de lo esperado. Se ve que la gente tenía ganas porque hoy no solo vienen los vecinos del barrio, como entre semana, sino clientes de toda la ciudad", contaba Miguel Ángel Almau.

Era el caso de Gabriel Alonso y Marta Gil, de Torrero, que lo habían intentado sin suerte el viernes, pero que ayer sí pudieron coger mesa. "Había muchísimas ganas y estamos bien, nos sentimos seguros porque hay distancias y se desinfecta bien", apuntaban.

En la plaza de Santa Marta, otro de los clásicos del tapeo zaragozano, también había lleno. Salvador Rodríguez, de Casa Dominó, resumía la situación con un "mucha afluencia pero pocas mesas", por la obligatoriedad de reducir a la mitad los veladores. En su caso solo podía sacar tres. "Está viniendo gente, y vienen con ganas, pero no los podemos acomodar por las normativas", lamentaba.

Mientras, en la ribera del Ebro, junto al Club Náutico, cuatro grupos pequeños de jóvenes (el más numeroso, formado por siete personas) se juntaban alrededor de unas botellas a eso de las 22.00. En el primer sábado noche de desescalada, y con las calles y terrazas llenas, casi fueron una excepción.

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